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A tu salud, mayo

¿Quién me ha robado el sueño de abril? Recordando esas noches de bohemias en las que siempre florece una voz grave que imita a Sabina, miro al techo y yo misma lo versiono. No es de mis cantantes favoritos, pero hay que reconocer que sus canciones vienen al dedo en tiempos de confinamiento. 47 días y algo más de 500 noches ¿no? Ya perdí la cuenta.

Casi dos meses de confinamiento. Siete semanas desde que empezamos con el #QuédateEnCasa o desde que nos enralamos publicando en las redes sociales todo lo que éramos capaces de hacer para combatir el aburrimiento. Ya yo paso. Me vine arriba y, como siempre, me creí que puedo con todo lo que se me ponga delante sin bajar la guardia en ningún momento pero a veces es bueno dar un paso atrás y ponerse en segunda fila. Por salud ¡y a nuestra salud! Sin perder la esencia.

Cada noche veo pasar las horas en el reloj. Va sin prisa, pero sin pausa. No tiene compasión por quienes lo miramos deseando que sea de día y maldiciendo porque lo haga sin haber pegado ojo. A veces creo que quiere que le haga compañía. En ese momento me transporto a mi infancia y me viene a la mente el Conejo Blanco de Alicia. “¿Cuánto tiempo es para siempre?”, le preguntaba ella, “a veces, solo un segundo”, respondía él. Creo que yo también empiezo a estar obsesionada con el transcurrir del tiempo.

La trenza del pelo está más despeinada que al principio de la noche, quizás de las aproximadamente mil vueltas que he dado en el sillón. Finalmente opto por irme a la cama y me vuelvo a obligar dormir.

La Universidad Complutense de Madrid elaboró un estudio durante la primera semana de confinamiento -del 15 al 22 de marzo- que arrojó resultados muy desagradables sobre las consecuencias que podía tener este encierro. Depresión, estrés, insomnio y ansiedad. Un titular capaz de invitarte a cualquier cosa, menos a disfrutar de lo que podía haber sido una preciosa entrada a la primavera.

Mitad de marzo, abril y... ¡bienvenido mayo!

Hoy es un día especial. Llega el mes que nos da un poco de respiro en este (eterno) desasosiego. Pero tiene un énfasis más importante aún, pues hoy es el día de poner en valor a todas aquellas personas que han luchado como jabatas durante estos 47 días. Me refiero, claro, a los miles y miles de sanitarios que han batallado en primera línea contra un virus tan desconocido como aterrador; a las cajeras de supermercados, reponedores, transportistas, que se han dejado la piel para que tengamos todo a nuestro alcance; a los agricultores y empaquetadoras, ganaderos, pescadores que no han permitido que el sector primario muera, dejando de lado su dura y menospreciada realidad para que podamos comer; a los profesionales de la construcción; a las limpiadoras y cuidadoras; a los psicólogos, imprescindibles en tiempos de confinamiento; a mis compañeros de profesión, que se dejan la piel para empacar y darle forma a la gran cantidad de información en tiempos récord. En especial a quienes trabajan a mi lado, a veces creo que son de otro planeta. En general, a todas las trabajadoras y trabajadores esenciales. Como si de un cómic de Marvel se tratara son los superhéroes que luchan contra el gran villano. Sin efectos especiales y sin guión. ¡Feliz Día del Trabajador!

Llega mayo, el mes de la luz. La luz también para quienes después de ocho semanas reciben las retribuciones de los ERTE. En sus casas, con una mano delante y otra detrás, deseando que los días pasen y con la ilusión de volver a incorporarse a su actividad lo antes posible. ¡Héroes!

Lo cierto es que después de casi dos meses y de que prácticamente se parara el mundo (o nuestro pequeño mundo) caigo en la cuenta de que los libros son una gran compañía, la música me sigue llenando de vida y la tecnología no era tan mala como la pintaban, ahora es ella quien nos ayuda a mantener los lazos con nuestros seres queridos. Por cierto, mi familia y mis amigos son los mejores del mundo, ya lo eran antes del coronavirus.

Y ahora, un vino afrutado ¡a tu salud, mayo!

¿Quién me ha robado el sueño de abril? Recordando esas noches de bohemias en las que siempre florece una voz grave que imita a Sabina, miro al techo y yo misma lo versiono. No es de mis cantantes favoritos, pero hay que reconocer que sus canciones vienen al dedo en tiempos de confinamiento. 47 días y algo más de 500 noches ¿no? Ya perdí la cuenta.

Casi dos meses de confinamiento. Siete semanas desde que empezamos con el #QuédateEnCasa o desde que nos enralamos publicando en las redes sociales todo lo que éramos capaces de hacer para combatir el aburrimiento. Ya yo paso. Me vine arriba y, como siempre, me creí que puedo con todo lo que se me ponga delante sin bajar la guardia en ningún momento pero a veces es bueno dar un paso atrás y ponerse en segunda fila. Por salud ¡y a nuestra salud! Sin perder la esencia.