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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mareas y pactos

La mayoría de los usuarios creen que España cuenta con una sanidad pública de muy baja calidad. Yo pienso lo contrario, creo que la sanidad pública española es de las mejores del mundo, y además lo sigue siendo a pesar de la crisis y el austericidio. Por supuesto que ocurren cosas intolerables, que hay gravísimos problemas de gestión, y una galopante escasez de recursos y de medios. Y casos sangrantes que no deberían ocurrir de ninguna manera. Aún así, quienes trabajan en la sanidad –la inmensa mayoría- siguen actuando bajo el principio de atención universal (a pesar de la quiebra de la gratuidad) y eso es lo que hace a nuestra sanidad un modelo que ya quisieran la mayoría de los países de nuestro entorno. Quienes críticas los atrasos en medicina y en investigación, o la cutedrad y obsolescencia de las instalaciones, deberían pensar que ese es –en parte- uno de los sacrificios que hay que hacer para que la asistencia sanitaria llegue a todos.

Aún así, me resulta imposible no simpatizar con los miles de profesionales de la sanidad que en toda España reclaman con su marea blanca más recursos y mejores condiciones de trabajo. Por supuesto que una parte de las reivindicaciones son egoístas, tienen más que ver con el cansancio de siete años de apreturas y reducciones, que con la voluntad de mejorar la atención de los pacientes. Pero es que en estos años si el sistema no se ha desmoronado, si ha aguantado razonablemente bien, con todas sus deficiencias estructurales, sus problemas de gestión, y cercado por una voluntad política decidida a enflaquecer lo público, ha sido porque los sanitarios han defendido los principios que lo inspiran con un extraordinario esfuerzo y sacrificio. Si el Estado empieza a salir de su propia crisis fiscal y presupuestaria, es razonable que se atiendan las reclamaciones de quienes más han soportado la crisis y evitado que el Estado se desmorone.

La marea coincide con la decisión del PP canario de no firmar el Pacto por la Sanidad suscrito por representantes de todos los partidos del Archipiélago, con la excepción del portavoz de Ciudadanos, que probablemente andaba despistado y ni dio siquiera señales de vida. Ya se irá acostumbrando: para dedicarse a esto conviene tener agenda. En cuanto al PP, su excusa para negarse a firmar el pacto resulta peregrina: dicen que no lo hacen porque se incorpora al documento la petición de reconocimiento de la deuda histórica del Estado con la sanidad canaria. Que cosa más chocante… la reivindicación del pago de la deuda fue una de las reclamaciones más insistentes del PP canario la pasada legislatura, cuando era consejera de Sanidad la actual candidata a la presidencia del Cabildo grancanario, Mercedes Roldós. Claro que entonces era el PSOE quien gobernaba en España y quien tenía que pagar esa deuda y no el PP. La gente se cansa de que los argumentos se acomoden a la conveniencia…

La mayoría de los usuarios creen que España cuenta con una sanidad pública de muy baja calidad. Yo pienso lo contrario, creo que la sanidad pública española es de las mejores del mundo, y además lo sigue siendo a pesar de la crisis y el austericidio. Por supuesto que ocurren cosas intolerables, que hay gravísimos problemas de gestión, y una galopante escasez de recursos y de medios. Y casos sangrantes que no deberían ocurrir de ninguna manera. Aún así, quienes trabajan en la sanidad –la inmensa mayoría- siguen actuando bajo el principio de atención universal (a pesar de la quiebra de la gratuidad) y eso es lo que hace a nuestra sanidad un modelo que ya quisieran la mayoría de los países de nuestro entorno. Quienes críticas los atrasos en medicina y en investigación, o la cutedrad y obsolescencia de las instalaciones, deberían pensar que ese es –en parte- uno de los sacrificios que hay que hacer para que la asistencia sanitaria llegue a todos.

Aún así, me resulta imposible no simpatizar con los miles de profesionales de la sanidad que en toda España reclaman con su marea blanca más recursos y mejores condiciones de trabajo. Por supuesto que una parte de las reivindicaciones son egoístas, tienen más que ver con el cansancio de siete años de apreturas y reducciones, que con la voluntad de mejorar la atención de los pacientes. Pero es que en estos años si el sistema no se ha desmoronado, si ha aguantado razonablemente bien, con todas sus deficiencias estructurales, sus problemas de gestión, y cercado por una voluntad política decidida a enflaquecer lo público, ha sido porque los sanitarios han defendido los principios que lo inspiran con un extraordinario esfuerzo y sacrificio. Si el Estado empieza a salir de su propia crisis fiscal y presupuestaria, es razonable que se atiendan las reclamaciones de quienes más han soportado la crisis y evitado que el Estado se desmorone.