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Sarkozy en Marruecos

Además de compartir valores con Mohamed VI, Sarkozy exhibió a Marruecos como ejemplo para el mundo musulmán por su “vigor democrático y su pluralismo”, como vienen a demostrar las elecciones recientes realizadas con “total transparencia”. Se sorprenderán quienes pensaban que el nuevo presidente evitaría las genuflexiones acostumbradas de Jacques Chirac. Comprensible que los aduladores (gabachos, españoles y canarios) de Mohamed VI mintieran sobre el significado de aquella convocatoria electoral, a la que los ciudadanos dieron la espalda por amplísima mayoría. O que guardaran silencio cuando el “vigor democrático” se concretó en que el rey eligió a los ministros. O que oculten atentados contra la libertad de prensa y la tortura hasta la muerte en las cárceles. O que acepten la exclusión de cualquier opción democrática.

Pero ahora no se trata de personajes menores. Las bufonadas las maneja públicamente nada menos que quien ejerce el cargo de Jefe del estado francés, ante el Parlamento eunuco marroquí, ante la prensa controlada por el Majzen y ante su majestad. Un presidente que multiplica la actividad en política exterior, dispuesto a destacar como líder de la derecha civilizada y de la Unión Europea, desbancando a Ángela Merkel, y listo para mejorar las relaciones con Estados Unidos. Por si faltaba algún detalle de mercader, Sarkozy sacó ocho millones de euros de la caja pequeña para entregarlos a una de las iniciativas del rey: la caritativa Iniciativa Nacional de Desarrollo Humano, en realidad un invento donde aloja a funcionarios corruptos que no están en condiciones de alcanzar cargos más suculentos.

¿Y el Sáhara Occidental? Sarkozy dijo que “el plan de autonomía marroquí existe, está encima de la mesa y constituye un elemento nuevo de proposición después de años de estancamiento”. Olvidó convenientemente dos cosas. Francia ofreció su apoyo a la Resolución 1754 de la ONU, adoptada en abril, que mantiene el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Además, se abstuvo de recordar las negociaciones que desarrolla con Rabat para explotar conjunta e ilegalmente (según las normas internacionales sobre el Sáhara Occidental) el yacimiento saharaui de Fos Bucraa, con la vista puesta en la construcción de una central nuclear en Marruecos.

A tan jugoso viaje de Sarkozy le salió un feo lunar. El juez francés Patrick Ramaël acaba de solicitar la detención de cinco responsables de la Gendarmería Real, los servicios secretos y la policía marroquí, para que presten declaración en el caso de la desaparición, secuestro y muerte bajo tormento en París (1965) de Mehdi Ben Barka, dirigente de la izquierda marroquí. Sarkozy, supongo, intervendrá para evitarle este disgusto a su amigo Mohamed VI. Tendrá que presionar a la Interpol para que no difunda internacionalmente la orden de busca y captura. Una insignificante gestión más que merece la pena cuando está respaldada por negocios que ascienden a 3.000 millones de euros.

Rafael Morales

Además de compartir valores con Mohamed VI, Sarkozy exhibió a Marruecos como ejemplo para el mundo musulmán por su “vigor democrático y su pluralismo”, como vienen a demostrar las elecciones recientes realizadas con “total transparencia”. Se sorprenderán quienes pensaban que el nuevo presidente evitaría las genuflexiones acostumbradas de Jacques Chirac. Comprensible que los aduladores (gabachos, españoles y canarios) de Mohamed VI mintieran sobre el significado de aquella convocatoria electoral, a la que los ciudadanos dieron la espalda por amplísima mayoría. O que guardaran silencio cuando el “vigor democrático” se concretó en que el rey eligió a los ministros. O que oculten atentados contra la libertad de prensa y la tortura hasta la muerte en las cárceles. O que acepten la exclusión de cualquier opción democrática.

Pero ahora no se trata de personajes menores. Las bufonadas las maneja públicamente nada menos que quien ejerce el cargo de Jefe del estado francés, ante el Parlamento eunuco marroquí, ante la prensa controlada por el Majzen y ante su majestad. Un presidente que multiplica la actividad en política exterior, dispuesto a destacar como líder de la derecha civilizada y de la Unión Europea, desbancando a Ángela Merkel, y listo para mejorar las relaciones con Estados Unidos. Por si faltaba algún detalle de mercader, Sarkozy sacó ocho millones de euros de la caja pequeña para entregarlos a una de las iniciativas del rey: la caritativa Iniciativa Nacional de Desarrollo Humano, en realidad un invento donde aloja a funcionarios corruptos que no están en condiciones de alcanzar cargos más suculentos.