Espacio de opinión de Canarias Ahora
Secundarios
Los secundarios son fundamentales para la bonanza y el éxito de una industria audiovisual. Sea donde sea. De las estupendas películas de Berlanga ?que a veces formó tándem con el tío de Javier Bardem: Juan Antonio, el de Muerte de un ciclista o Calle Mayor- se decía que eran “corales”. En realidad fueron historias en las que todos los personajes eran, por así decirlo, secundarios y los principales destacaban apenas. Todos lo hacían bien y por eso fueron especiales. (El verdugo continúa apareciendo, todavía hoy, invariablemente, en las listas de los diez mejores títulos de la historia del cine que cada cierto tiempo elaboran los críticos internacionales).
La extraordinaria calidad de que generalmente hacen gala las series inglesas de televisión se basa, entre otros detalles, en la profesionalidad indiscutible de sus secundarios, casi siempre procedentes del teatro, pero convincentes y auténticos hasta en los papeles menos airosos y más superficiales. Y hoy por hoy, en las comedias de situación más populares de las teles españolas triunfan muchos de los que han sido, siguen y seguirían siendo secundarios de la pantalla grande.
Lo que ocurre es que, después de felicitar a Javier Bardem por su histórica hazaña hollywoodiense, a uno se le ocurre plantear una curiosa contradicción. Siendo, como ya se ha dicho, este país cuna de tan magníficos secundarios en el mundo del cine, el teatro, la televisión, ¿cómo es qué carecemos de secundarios aceptables en el terreno de la política?
Algunos aparentes del PSOE son, en realidad, independientes (Solbes, de La Vega?). Lo cual indica que no hay una escuela ni una cantera en el partido. De los secundarios oficiales, como Pepíño Blanco, más vale no hablar. Los secundarios del PP son definitivamente tan torpes (Zaplana, Acebes?) que, a la hora de la verdad, hasta los han desterrado de esta campaña electoral. Y en IU ni se conocen.
La creación y el fomento de secundarios valiosos debiera ser, sin embargo, una preocupación fundamental del bipartidismo imperante: de ahí tendrían que salir, se supone, los ministros y subsecretarios. Mal asunto, pues, la ausencia de buenos actores de reparto. Muy mal asunto.
José H. Chela
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