Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sí es para tanto
El “no es para tanto” duró once años y derribó la salud mental del pilar de mi familia. Conozco otros casos en los que la violencia sexual arrebató la infancia a muchas compañeras, a las que el miedo a no ser creídas empujó al silencio y al sentimiento de culpa. Medio mundo vio el beso no consentido que sufrió la campeona del mundo Jennifer Hermoso por parte de Luis Rubiales. “Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista y sin ningún tipo de consentimiento de mi parte”, dijo ella. Como si las imágenes no fueran suficientes.
Para muchos, sus palabras tampoco lo son. Mientras él, en directo y con un altavoz mediático que muchas no tuvimos, no tuvo reparos en demostrar ser lo que ya sabíamos, un machista de manual. Sus cómplices lo aplaudieron sin complejos. En los últimos días, buena parte de la prensa morbosa se ha olvidado también de Jennifer Hermoso, reproduciendo la agresión a cada minuto y con decenas de tertulianos valorando si hubo consentimiento o no.
Muchas hemos tenido que disimular o intentar seguir como si nada después de ser violentadas. Qué será de aquellas que tienen un Rubiales en casa, en la oficina, en clase. Cómo demostrar lo que pasa cuando no hay cámaras ni micros. Rubiales ha intentado cambiar el relato. Ha intentado transformar un beso no consentido, una agresión sexual, en un “piquito”. Pero España ya no está para su machismo rancio y nosotras ya no estamos solas.
Esto ya lo hemos vivido. En 2018 la víctima del caso La Manada fue cuestionada. Su sufrimiento fue puesto en duda, pero las calles se inundaron de sororidad al grito de “Yo sí te creo”. El feminismo había llegado ya para salvarnos a muchas y se ha quedado para unirnos a todas. Como ya pasó aquel 5 de diciembre, miles de personas han salido a la calle para gritar que creemos a Jennifer.
Que da igual cómo estuviera antes o después de la agresión. El foco está en el agresor. Que estamos cansadas de todos los Rubiales a los que les molesta o les sorprende que no queramos que nos besen o que nos toquen sin consentimiento. De todos a los que atemoriza que las mujeres ocupemos espacios que también son nuestros y que se nos negaron durante tanto tiempo. De quienes intentan apropiarse de nuestros triunfos y de nuestro esfuerzo.
“Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera”. El mensaje de Alexia Putellas fue el punto final al ruido y un granito de arena más a un movimiento sin frenos. Decenas de mujeres, con sus testimonios, comienzan a desprenderse de todos esos momentos incómodos que no deberían haber sufrido, pero a las que el machismo ha empujado. Hoy hablamos. Por todas las mujeres para las que no se ha acabado todavía.
Se acabó.
El “no es para tanto” duró once años y derribó la salud mental del pilar de mi familia. Conozco otros casos en los que la violencia sexual arrebató la infancia a muchas compañeras, a las que el miedo a no ser creídas empujó al silencio y al sentimiento de culpa. Medio mundo vio el beso no consentido que sufrió la campeona del mundo Jennifer Hermoso por parte de Luis Rubiales. “Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista y sin ningún tipo de consentimiento de mi parte”, dijo ella. Como si las imágenes no fueran suficientes.
Para muchos, sus palabras tampoco lo son. Mientras él, en directo y con un altavoz mediático que muchas no tuvimos, no tuvo reparos en demostrar ser lo que ya sabíamos, un machista de manual. Sus cómplices lo aplaudieron sin complejos. En los últimos días, buena parte de la prensa morbosa se ha olvidado también de Jennifer Hermoso, reproduciendo la agresión a cada minuto y con decenas de tertulianos valorando si hubo consentimiento o no.