Espacio de opinión de Canarias Ahora
El sitio de Gaza y la ONU
Como de costumbre, las incursiones militares con su secuela de muertos y heridos fueron justificadas por el primer ministro Olmert como la respuesta adecuada a los lanzamientos de cohetes y morteros contra el sur de Israel. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, solicitó el cese de los ataques porque “amenazan con lastrar las negociaciones de paz destinadas a crear un Estado palestino en 2009.” Cabe otra interpretación. Quizás se trate precisamente de impedir ese objetivo por todos los medios y calmar así a los sectores israelíes más derechistas. El experto palestino de la ONU para los derechos humanos, John Dugard, declaró que el ataque del pasado sábado contra un edificio gubernamental en Gaza es un crimen de guerra cuyos autores deben comparecer ante los tribunales.
En cuanto al “castigo colectivo”, expresamente prohibido por la legislación internacional, John Holmes, subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, declaró que ese tipo de medidas “no se puede justificar por el lanzamiento de cohetes”. Aunque a esta protesta se haya unido la Unión Europea, el cierre inhumano afecta al paso de Erez, por donde suelen salir personas por razones humanitarias, y al de Kerem Shalom, por donde entra el aprovisionamiento mínimo indispensable para la población. Que muera gente en los hospitales por falta de electricidad para operar, que el agua escasa sea de una calidad infame, que el frío impida dormir a los niños, que cierren centenares de empresas o que esté a punto de desaparecer hasta el pan de los pequeños comercios importa poco.
Acosado por algunos sectores sociales y políticos dentro y fuera de Israel, Ehud Olmert tendrá que suavizar parte de sus medidas. Sin embargo, se reservará el arma política de violar las normas internacionales sobre castigos colectivos cuando lo estime conveniente. Lo ha dicho con desparpajo: “Estamos tratando de golpear sólo a aquellos involucrados en el terrorismo, pero también señalando a la población de Gaza que no puede ser liberada de su responsabilidad en la situación”. ¿Qué responsabilidad? ¿La de haber dado el voto a los líderes de Hamas en las primeras elecciones democráticas palestinas? ¿De ahí que Olmert les haga imposible la vida cotidiana, para que modifiquen su voluntad política? Y ya puestos, ¿por qué rechazar la propuesta de Netanyahu, dirigida a una nueva ocupación militar de Gaza? Inconcebible hablar en las condiciones actuales de la creación de un Estado palestino “soberano y unificado”.
El Consejo de Seguridad de la ONU, si quiere salvar la escasa autoridad moral que le resta, tendrá que condenar el “castigo colectivo” de Ehud Olmert. Y lanzar una advertencia firme al que deberán unirse los pusilánimes líderes de la Unión Europea: de persistir en su actitud, Israel sufrirá duras sanciones internacionales. ¿Imposible? Entonces sólo cabe hacerlos también a ellos responsables del sitio de Gaza.
Rafael Morales
Como de costumbre, las incursiones militares con su secuela de muertos y heridos fueron justificadas por el primer ministro Olmert como la respuesta adecuada a los lanzamientos de cohetes y morteros contra el sur de Israel. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, solicitó el cese de los ataques porque “amenazan con lastrar las negociaciones de paz destinadas a crear un Estado palestino en 2009.” Cabe otra interpretación. Quizás se trate precisamente de impedir ese objetivo por todos los medios y calmar así a los sectores israelíes más derechistas. El experto palestino de la ONU para los derechos humanos, John Dugard, declaró que el ataque del pasado sábado contra un edificio gubernamental en Gaza es un crimen de guerra cuyos autores deben comparecer ante los tribunales.
En cuanto al “castigo colectivo”, expresamente prohibido por la legislación internacional, John Holmes, subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, declaró que ese tipo de medidas “no se puede justificar por el lanzamiento de cohetes”. Aunque a esta protesta se haya unido la Unión Europea, el cierre inhumano afecta al paso de Erez, por donde suelen salir personas por razones humanitarias, y al de Kerem Shalom, por donde entra el aprovisionamiento mínimo indispensable para la población. Que muera gente en los hospitales por falta de electricidad para operar, que el agua escasa sea de una calidad infame, que el frío impida dormir a los niños, que cierren centenares de empresas o que esté a punto de desaparecer hasta el pan de los pequeños comercios importa poco.