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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Sostiene Carmelo Padrón…

Sostiene Padrón que mientras él estaba trabajando a tope para intentar proyectar la nueva ciudad que quería hacer, otros lo vinculaban a conspiraciones políticas de la sexta planta del Hotel Metropole. Sostiene Padrón que después de treinta años en el PSOE los mejores momentos que ha vivido con Jerónimo Saavedra, cuando más unido ha estado al histórico líder socialista ha sido en los últimos seis meses. Sin embargo lo que Padrón ha leído en los periódicos y escuchado en la radio es que él formaba parte de una banda que estaba comprando cuchillos para apuñalar a Jerónimo Saavedra, para dejarlo reducido a cachitos y poder ocupar su poltrona o por lo menos aspirar a ocuparla en las próximas elecciones.

Sostiene Padrón que los periodistas no medimos el daño que podemos hacer. Que en su decisión de dimitir influyeron algunas insidias que se estaban escribiendo o diciendo por algunos micrófonos. Sostiene Padrón que mientras él se abstenía sobre decisiones que tenían que ver con empresas que su despacho asesoró en el pasado, los cronistas contaban que Padrón se peleaba con el alcalde para defender los intereses de esas empresas. Sostiene Padrón que hasta después de marcharse lo siguen pintando como un hombre contaminado por los intereses de su despacho privado y con poderes para conocer sentencias judiciales antes de que hayan sido redactadas.

Sostiene Padrón que hay políticos que no se arrugan ante las críticas, que son impermeables a los cuentos periodísticos (y supongo que a las verdades periodísticas que también existen). Habló Padrón de la “corrosión periodística”, que consiste en erosionar la figura de un político a través de la difusión de preguntas o especulaciones en torno a la gestión de ese político. En ese repaso que Carmelo Padrón hizo ayer en El Correíllo a las “circunstancias políticas y sociales” que motivaron su dimisión no quedó títere con cabeza y Padrón mostró también sus discrepancias con algunos comentarios que se habían hecho tanto en El Correíllo como en este mismo periódico. Aunque, eso sí, comentarios que nunca han cuestionado su decencia.

Y después de la relación de los hechos vino la pregunta que se hizo en alto el propio Carmelo Padrón: ¿Qué debe hacer un político cuando se le señala como indecente sin serlo, que se le vincula a un proyecto o a unos empresarios con los que no está vinculado? Sostiene Padrón que él no está para ir a los juzgados a presentar querellas o para estar mandando comunicados desmintiendo las insidias. Que por eso decidió tirar la toalla y concentrarse en sus clases en la universidad y ponerse a escribir libros sobre Derecho y Urbanismo. Así nadie podrá inventarse que forma parte de una banda de traidores a Saavedra o de un lobby urbanístico. Carmelo Padrón se fue del Ayuntamiento. No podremos disfrutar de la ciudad con la que él soñó. Ganó la corrosión periodística (y perdona, Carmelo, por la parte que me toque) y creo que perdimos los vecinos de esta ciudad. Juan García Luján

Sostiene Padrón que mientras él estaba trabajando a tope para intentar proyectar la nueva ciudad que quería hacer, otros lo vinculaban a conspiraciones políticas de la sexta planta del Hotel Metropole. Sostiene Padrón que después de treinta años en el PSOE los mejores momentos que ha vivido con Jerónimo Saavedra, cuando más unido ha estado al histórico líder socialista ha sido en los últimos seis meses. Sin embargo lo que Padrón ha leído en los periódicos y escuchado en la radio es que él formaba parte de una banda que estaba comprando cuchillos para apuñalar a Jerónimo Saavedra, para dejarlo reducido a cachitos y poder ocupar su poltrona o por lo menos aspirar a ocuparla en las próximas elecciones.

Sostiene Padrón que los periodistas no medimos el daño que podemos hacer. Que en su decisión de dimitir influyeron algunas insidias que se estaban escribiendo o diciendo por algunos micrófonos. Sostiene Padrón que mientras él se abstenía sobre decisiones que tenían que ver con empresas que su despacho asesoró en el pasado, los cronistas contaban que Padrón se peleaba con el alcalde para defender los intereses de esas empresas. Sostiene Padrón que hasta después de marcharse lo siguen pintando como un hombre contaminado por los intereses de su despacho privado y con poderes para conocer sentencias judiciales antes de que hayan sido redactadas.