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La sucesión republicana de Bush

Balance de su gestión tampoco hubo, aunque el asunto lo merecía porque entre el país que recibió y el que entregará dentro de unos meses existe un aumento espectacular en los beneficios de los multimillonarios, especialmente los ligados al complejo militar industrial y el energético, así como un conjunto de datos negativos en casi todo lo demás. Crecimiento del terrorismo, deuda nacional sideral, dependencia energética imparable, debilitamiento del dólar, escándalos financieros, crecimiento del desempleo, caída de los ingresos familiares y del trabajo, número creciente de pobres, disminución del consumo, crisis en otros sectores industriales como la construcción y el automovilístico, más personas sin acceso a servicios médicos, en fin un camino hacia la recesión que ya parece imparable dentro y fuera de sus fronteras.

Si los ideólogos neoconservadores imaginaron que los gastos militares (justificados con la fracasada política exterior basada en la guerra contra el terrorismo) tirarían de la economía, los ciudadanos tienen dos razones adicionales para preocuparse. Una, quizá la guerra contra el terrorismo carga con alguna responsabilidad en el actual caos económico. Otra, el presupuesto militar será superior este 2008 al resto de todos los países del mundo sumados. ¿Y si Bush decide otra huida bélica hacia delante para “fortalecer” a su manera las perspectivas económicas, además de la inyección de dinero a empresas y particulares y otra caída de los tipos de interés? No debe descartarse una barbaridad militar adicional a los disparates desplegados por la política exterior estadounidense durante los últimos años. Ya me gustaría estar seguro de que el probablemente peor presidente en la historia reciente de Estados Unidos se abstendrá de tomar decisiones de tierra quemada, herencia que recogerían quien lo suceda en la Casa Blanca y los ciudadanos de su país. La prensa estadounidense resta importancia al resto de su mandato. Ellos sabrán.

El partido republicano ya dispone de un sucesor casi seguro como candidato a la Casa Blanca, el senador por Arizona John McCain. Las trayectorias de los políticos estadounidenses, en general sometidos a otro tipo de poderes distintos al voto ciudadano, tienen una importancia relativa pero hay que tenerlas en cuenta. John McCain tiene peligro en política exterior. Hijo de un almirante, hizo su carrera como piloto naval y los vietnamitas lo hicieron prisionero. Cuando fue liberado, aseguró que lo torturaron. Ejerció como anticomunista a la vieja usanza y halcón defensor de la guerra contra Irak. Perdió ante Bush como candidato republicano en 2002. A veces se opuso al presidente en algunas orientaciones como la nunca reconocida práctica de la tortura, defendió los derechos de los homosexuales, aspiró a un mayor control sobre la venta de armas a los ciudadanos, rechazó a veces los recortes de impuestos y, dicen, luchó por la legalización de lo que aquí llamamos inmigración ilegal. Un republicano un tanto heterodoxo, parece, pero halcón en lo fundamental.

Rafael Morales

Balance de su gestión tampoco hubo, aunque el asunto lo merecía porque entre el país que recibió y el que entregará dentro de unos meses existe un aumento espectacular en los beneficios de los multimillonarios, especialmente los ligados al complejo militar industrial y el energético, así como un conjunto de datos negativos en casi todo lo demás. Crecimiento del terrorismo, deuda nacional sideral, dependencia energética imparable, debilitamiento del dólar, escándalos financieros, crecimiento del desempleo, caída de los ingresos familiares y del trabajo, número creciente de pobres, disminución del consumo, crisis en otros sectores industriales como la construcción y el automovilístico, más personas sin acceso a servicios médicos, en fin un camino hacia la recesión que ya parece imparable dentro y fuera de sus fronteras.

Si los ideólogos neoconservadores imaginaron que los gastos militares (justificados con la fracasada política exterior basada en la guerra contra el terrorismo) tirarían de la economía, los ciudadanos tienen dos razones adicionales para preocuparse. Una, quizá la guerra contra el terrorismo carga con alguna responsabilidad en el actual caos económico. Otra, el presupuesto militar será superior este 2008 al resto de todos los países del mundo sumados. ¿Y si Bush decide otra huida bélica hacia delante para “fortalecer” a su manera las perspectivas económicas, además de la inyección de dinero a empresas y particulares y otra caída de los tipos de interés? No debe descartarse una barbaridad militar adicional a los disparates desplegados por la política exterior estadounidense durante los últimos años. Ya me gustaría estar seguro de que el probablemente peor presidente en la historia reciente de Estados Unidos se abstendrá de tomar decisiones de tierra quemada, herencia que recogerían quien lo suceda en la Casa Blanca y los ciudadanos de su país. La prensa estadounidense resta importancia al resto de su mandato. Ellos sabrán.