Espacio de opinión de Canarias Ahora
El suicidio
Pero del teatro no se podía vivir por eso decidió estudiar para maestra rural. Sacó el título y comenzó a dar clases y a escribir poemas en revistas literarias. Logró varios premios provinciales y nacionales. Se instaló en Buenos Aires y se relacionó con los grandes de la literatura modernista de la época. Su vida y su obra rompían esquemas, tuvo un hijo de padre desconocido y para sacarlo adelante trabajó como cajera y desempeñó varios oficios. Tuvo una relación de amistad con Amado Nervo, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou. A los 43 años le diagnostican cáncer de mama. La enfermedad supuso un parón a su intensa vida. Alfonsina fue operada pero la intervención le dejó cicatrices físicas y síquicas. Alfonsina Storni decidió encerrarse en su casa y renunció a ver a sus amigos. Dos años después del inicio de su depresión, la madrugada del 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni puso fin a su vida arrojándose al mar. Antes de hacerlo mandó una carta a su hijo Alejandro y un poema de despedida al diario “La Nación”. La canción “Alfonsina y el Mar” interpretada por Mercedes Sosa ha inmortalizado el final de la vida de la poetisa argentina.
Pero yo hoy quería hablarles de un intento de suicidio que no ha inspirado ninguna canción, sino decenas de comentarios cargados de odio. La imagen Toñi Torres colgada del balcón de su casa me provoca sentimientos muy diversos. Sobre la exconcejala de Telde he escrito varios artículos en los que he mostrado mi desprecio a su forma de hacer política, su estilo chusquero, su sospechosa gestión pública. Le doy más credibilidad al juez que la mandó a la cárcel que a sus declaraciones, a su “estás bonito tú” y a los hooligan que la esperaban a la puerta de los juzgados. Toñi Torres y sus padrinos políticos (que siguen en el machito) han hecho mucho daño a las instituciones públicas.Todo eso es cierto. Pero leyendo las despiadadas críticas de los lectores en la noticia de su intento de suicidio me cuesta entender tanto odio hacia alguien que la mayoría de la gente ni conoce. Desconozco el último parte médico de Toñi Torres, no sé cuánto hubo de drama y cuánto de circo en su última aparición pública, pero creo que tanto odio anónimo no va dirigido hacía una mujer suicida, sino hacía un modo de hacer política suicida, que ha sepultado la credibilidad de las instituciones y los cargos públicos.
El poeta argentino Oliverio Girondo fue uno de los amigos que acudió al entierro de Alfonsina Storni. Girondo escribió en su libro “Persuasión de los días” el poema “Derrumbe”: “Me derrumbé, caía entre astillas y huesos/ entre llantos de arena y aguaceros de vidrio/ Cuando oí que gritaban '¡Abajo, más abajo!'/ y seguía cayendo, dando vueltas y vueltas,/ entre ásperas cenizas y gritos mutilados”. Después de leer los comentarios de muchos lectores, me da la impresión de que la gente que ayer pasaba por la calle Galicia, si llega a saber que la señora que estaba colgada del balcón de la sexta planta era Toñi Torres, la principal imputada del caso Faycán, en lugar de llamar a los bomberos para rescatarla, le hubieran gritado a Toñi Torres los versos de Girondo: “Abajo, más abajo”, para animarla a que se tirara.
Juan GarcÃa Luján
Pero del teatro no se podía vivir por eso decidió estudiar para maestra rural. Sacó el título y comenzó a dar clases y a escribir poemas en revistas literarias. Logró varios premios provinciales y nacionales. Se instaló en Buenos Aires y se relacionó con los grandes de la literatura modernista de la época. Su vida y su obra rompían esquemas, tuvo un hijo de padre desconocido y para sacarlo adelante trabajó como cajera y desempeñó varios oficios. Tuvo una relación de amistad con Amado Nervo, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou. A los 43 años le diagnostican cáncer de mama. La enfermedad supuso un parón a su intensa vida. Alfonsina fue operada pero la intervención le dejó cicatrices físicas y síquicas. Alfonsina Storni decidió encerrarse en su casa y renunció a ver a sus amigos. Dos años después del inicio de su depresión, la madrugada del 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni puso fin a su vida arrojándose al mar. Antes de hacerlo mandó una carta a su hijo Alejandro y un poema de despedida al diario “La Nación”. La canción “Alfonsina y el Mar” interpretada por Mercedes Sosa ha inmortalizado el final de la vida de la poetisa argentina.
Pero yo hoy quería hablarles de un intento de suicidio que no ha inspirado ninguna canción, sino decenas de comentarios cargados de odio. La imagen Toñi Torres colgada del balcón de su casa me provoca sentimientos muy diversos. Sobre la exconcejala de Telde he escrito varios artículos en los que he mostrado mi desprecio a su forma de hacer política, su estilo chusquero, su sospechosa gestión pública. Le doy más credibilidad al juez que la mandó a la cárcel que a sus declaraciones, a su “estás bonito tú” y a los hooligan que la esperaban a la puerta de los juzgados. Toñi Torres y sus padrinos políticos (que siguen en el machito) han hecho mucho daño a las instituciones públicas.Todo eso es cierto. Pero leyendo las despiadadas críticas de los lectores en la noticia de su intento de suicidio me cuesta entender tanto odio hacia alguien que la mayoría de la gente ni conoce. Desconozco el último parte médico de Toñi Torres, no sé cuánto hubo de drama y cuánto de circo en su última aparición pública, pero creo que tanto odio anónimo no va dirigido hacía una mujer suicida, sino hacía un modo de hacer política suicida, que ha sepultado la credibilidad de las instituciones y los cargos públicos.