¿El final de Willy García?

Después de más de un año de agarradas, reconsideraciones y acusaciones cruzadas, la diputada Agueda Montelongo ha decidido llevar la polémica gestión de Willy García al frente de la tele pública durante estos últimos siete años a la Fiscalía Anticorrupción. La decisión se la anunció doña Agueda a don Willy en la última reunión de la comisión de control de la televisión pública canaria, celebrada en el Parlamento regional el pasado viernes. En ella, Willy García volvió a negarse a presentar la documentación que le ha sido exigida por el Parlamento sobre su chiripitiflaútica forma de contratar desde la tele, y él volvió a defender su gestión alegando los méritos de audiencia de sus concursos, su fútbol y sus programas de sucesos. Todo un clásico.

Al final, la señora Montelongo y el señor García se verán las caras en Anticorrupción, donde García debería dar cuenta de los contratos suscritos con la productora de Francisco Padrón, para realizar alrededor de 260 programas de entrevistas que no se ha podido demostrar se emitieran nunca, y también la sorprendente abundancia de contratos adjudicados a dedo a las productoras Doble Diez y Siete Mares, que en medios profesionales se consideran vinculadas al entorno personal y político del propio García. Eso, sin duda, habrá primero que probarlo, porque no es lo mismo señalar coincidencias que probar vinculaciones, pero es cierto y cuando menos chocante que esas dos productoras concentran una parte muy importante de la producción, que se multiplicó desde la llegada de García a la dirección. Podría decirse que son las dos productoras más activas en la tele del paulinato, sin faltar a la verdad.

Sin embargo, si el objetivo de doña Agueda es demostrar que en la tele se han producido actuaciones penalmente punibles en la adjudicación y contratación, creo yo que sería mejor centrarse en los encargos a la productora de Padrón que al parecer no se emitieron nunca: cuando se acude a la vía penal, es mejor apuntar en una dirección que dispersar el tiro hacia todo lo que se mueve.

Es verdad que en el PP de Tenerife parece existir cierto temor a ocuparse de esos contratos, que implican a un famoso periodista tinerfeño, que además se encuentra hoy imputado en otras causas penales de extrema gravedad. La diputada Montelongo no ha contado con el apoyo de todo su partido en esta particular guerra que se trae con Willy García, pero aún así parece decidida a llegar hasta el final.

Después de más de un año de agarradas, reconsideraciones y acusaciones cruzadas, la diputada Agueda Montelongo ha decidido llevar la polémica gestión de Willy García al frente de la tele pública durante estos últimos siete años a la Fiscalía Anticorrupción. La decisión se la anunció doña Agueda a don Willy en la última reunión de la comisión de control de la televisión pública canaria, celebrada en el Parlamento regional el pasado viernes. En ella, Willy García volvió a negarse a presentar la documentación que le ha sido exigida por el Parlamento sobre su chiripitiflaútica forma de contratar desde la tele, y él volvió a defender su gestión alegando los méritos de audiencia de sus concursos, su fútbol y sus programas de sucesos. Todo un clásico.

Al final, la señora Montelongo y el señor García se verán las caras en Anticorrupción, donde García debería dar cuenta de los contratos suscritos con la productora de Francisco Padrón, para realizar alrededor de 260 programas de entrevistas que no se ha podido demostrar se emitieran nunca, y también la sorprendente abundancia de contratos adjudicados a dedo a las productoras Doble Diez y Siete Mares, que en medios profesionales se consideran vinculadas al entorno personal y político del propio García. Eso, sin duda, habrá primero que probarlo, porque no es lo mismo señalar coincidencias que probar vinculaciones, pero es cierto y cuando menos chocante que esas dos productoras concentran una parte muy importante de la producción, que se multiplicó desde la llegada de García a la dirección. Podría decirse que son las dos productoras más activas en la tele del paulinato, sin faltar a la verdad.