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Del Teneguía y el Hierro

No se me puede olvidar la primera noche que pasamos “vigilando” el volcán, la lava incandescente descendía con lentitud hacia el mar, lentamente, pausamente, formando una corriente roja y brillantes que mantenía en vilo a los vecinos de los barrios más cercanos al lugar de la erupción. Los pagos de Los Canarios, Los Quemados, Las Indias, La Fajana, y El Charco empezaron a ser famosos en la prensa mundial. Sí, mundial, porque al segundo o tercer días de estar en La Palma comenzaron a llegar periodistas de todas partes. Paris Match, Stern, Der Spiegel, y otros numerosos periódicos y revistas inundaron el Parador Nacional de Santa Cruz de La Palma, y otros hoteles y residencias. El diario ABC mandó de enviado especial a Alfredo Semprún, que se pegó a Tristán y a mi para “enterarse” de las cosas canarias. Alfredo Semprún era un periodista de extrema derecha, especialista en sucesos, y que tenía muy buenas relaciones con la Policía Armada y la Guardia Civil, hasta el punto que corría el rumor de que Semprún era también policía. En aquella época de la dictadura franquista fue muy normal que muchos periodistas del régimen tuviesen algún que otro sueldo.

Como no era cosa de estar toda la noche también corriendo delante de la lava ?por cierto, Juanito Santana un día incluso se quemó un poco un brazo con algunas briznas de lava al intentar acercarse demasiado para hacer fotos-, en el Parador Nacional al caer la noche se organizaban tertulias periodísticas con colegas de todo el mundo. En esas tertulias a Ángel Tristán se le ocurrió de hacerle una jugarreta a Semprún, y le empezó a contar que el independentismo estaba cada vez más arraigado entre la juventud canaria. Alfredo pasaba del cabreo a la preocupación a golpe de cuba libre, hasta el punto que un día me preguntó: “Oye, Ángel Tristán estará exagerando ¿no?”. Como estaba también hasta el moño del facha de ABC, le contesté sin dudarlo: “No creas, me dijeron el otro día que hay jóvenes que en las cumbres de la isla se están entrenando militarmente”. Semprún se endilgó dos cubas libres seguidos, y al rato lo vi hablando sigilosamente con el sargento de la Guardia Civil. La verdad es que me partía de la risa cuando Tristán le metía “bolas” al periodista madrileño.

Sería al cuarto o quinto día cuando el Teneguía rugió de forma amenazadora. Por la zona de Fuencaliente incluso cortaron la circulación, y caían las piedras de lava, surgiendo columnas de humo inmensas. La lava comenzó a correr con más intensidad, y la cosecha de vides de Fuencaliente empezó a ser engullida, y como mínimo quemada hasta sus cepas. Los pagos de Los Quemados, Las Indias y Las Caletas tuvieron que ser evacuados de forma urgente, y sus vecinos ubicados por la Cruz Roja y Protección Civil en Santa Cruz de La Palma. Esa noche recuerdo que con Tristán y Juan Santana volví por la carretera central, y al pasar por Mazo todavía se sentía los temblores de la tierra. Era impresionante. Por fin llegaron cinco miembros de la Comisión de Vulcanología de la UNESCO, y el doctor don Telesforo Bravo, uno de los más afamados vulcanólogos de España, profesor de la Universidad de La Laguna, y sus charlas fueron realmente inolvidables. El 21 de noviembre el Teneguía dejó de lanzar lavas, aunque aún continuó algunos días con humo y fuego.

Estuvimos si mal no recuerdo unos doce días en La Palma siguiendo el acontecer del volcán, que dejó de rugir poco a poco. La Palma creció 10 kilómetros cuadrados, y por el Faro de Fuencaliente surgieron nuevas piscinas naturales. Por fin Ángel Tristán, Juanito Santana y el que suscribe volvimos a Gran Canaria, andaba ya desesperado por volver, porque pocos días después nacería mi hija Sabina. Pasados los años, en la piscina natural de La Zamora cerca del Faro, volví a bañarme, pero ya sin rugidos, ni lava adentrándose en el mar.

No se me puede olvidar la primera noche que pasamos “vigilando” el volcán, la lava incandescente descendía con lentitud hacia el mar, lentamente, pausamente, formando una corriente roja y brillantes que mantenía en vilo a los vecinos de los barrios más cercanos al lugar de la erupción. Los pagos de Los Canarios, Los Quemados, Las Indias, La Fajana, y El Charco empezaron a ser famosos en la prensa mundial. Sí, mundial, porque al segundo o tercer días de estar en La Palma comenzaron a llegar periodistas de todas partes. Paris Match, Stern, Der Spiegel, y otros numerosos periódicos y revistas inundaron el Parador Nacional de Santa Cruz de La Palma, y otros hoteles y residencias. El diario ABC mandó de enviado especial a Alfredo Semprún, que se pegó a Tristán y a mi para “enterarse” de las cosas canarias. Alfredo Semprún era un periodista de extrema derecha, especialista en sucesos, y que tenía muy buenas relaciones con la Policía Armada y la Guardia Civil, hasta el punto que corría el rumor de que Semprún era también policía. En aquella época de la dictadura franquista fue muy normal que muchos periodistas del régimen tuviesen algún que otro sueldo.

Como no era cosa de estar toda la noche también corriendo delante de la lava ?por cierto, Juanito Santana un día incluso se quemó un poco un brazo con algunas briznas de lava al intentar acercarse demasiado para hacer fotos-, en el Parador Nacional al caer la noche se organizaban tertulias periodísticas con colegas de todo el mundo. En esas tertulias a Ángel Tristán se le ocurrió de hacerle una jugarreta a Semprún, y le empezó a contar que el independentismo estaba cada vez más arraigado entre la juventud canaria. Alfredo pasaba del cabreo a la preocupación a golpe de cuba libre, hasta el punto que un día me preguntó: “Oye, Ángel Tristán estará exagerando ¿no?”. Como estaba también hasta el moño del facha de ABC, le contesté sin dudarlo: “No creas, me dijeron el otro día que hay jóvenes que en las cumbres de la isla se están entrenando militarmente”. Semprún se endilgó dos cubas libres seguidos, y al rato lo vi hablando sigilosamente con el sargento de la Guardia Civil. La verdad es que me partía de la risa cuando Tristán le metía “bolas” al periodista madrileño.