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Tenerife y su verdad

Un día, muy lejos de aquí, me dijo un tipo, que Tenerife era “el lugar más raro en el que había estado nunca”, y que él viajaba, que de eso sabía. Le escuché. Me recordó una anécdota, de cuando estando en el territorio, preguntó algo claro y preciso a un joven nativo. A lo cual esta persona, le respondió: “Sí bueno, no... deja ver”. Se acordaba perfectamente. Le encantó. Un gran recurso.

Y es que todo depende. Ya apuntó André Breton, en su visita en la primavera de 1935, que “Tenerife es la isla surrealista”. Y no es casual. Hoy vivimos instalados de lleno en la posmodernidad, pero Tenerife ya venía adelantado, con su realidad cultural, social, geográfica, urbana y como no, también política. Hay una indistinción sobre la identidad como pueblo, a caballo entre la Isla, el Archipiélago y España. No sabemos si vivimos en ciudades, en la periferia constante o en el campo, no sabemos si somos de izquierdas o de derechas, además de que hay cierto desconcierto sobre a qué continente pertenecemos más, o como pertenecemos a cuál de ellos. Hay tantas dudas que se opta por no pensarlas.

La verdad es que ninguna isla pertenece a ningún continente, pero... si hay que discutirlo, en Tenerife preferimos no tratarlo. Siempre es mejor esconder lo innecesario que entrar en conflicto.Tenerife es de Tenerife, y ella misma se discute, auto-representando lo que es y lo que no es, mezclando lo que le viene “de fuera” y lo que le sale de adentro. Los nacionalistas no son muy nacionalistas, la izquierda no es muy de izquierdas, y nadie se atreve a expresar públicamente que es muy de derechas. Cada uno de su padre y de su madre. Es el único lugar de España donde Podemos y Ciudadanos pueden votar a la misma alcaldesa, o donde PSOE y PP han valorado discutir llegar a un pacto común. Nadie debería querer dar coherencia a esta isla, porque no la tiene.

No sé si será porque no acabamos las frases, por la falta de diálogo, o por la ausencia de plazas donde discutir los problemas comunes, pero rara vez he visto debates sobre qué debemos hacer con lo que somos, fracasando una y otra vez los constantes movimientos en defensa de proteger nuestros tesoros.Hay elementos que condicionan los problemas. La orografía, los más de 500 metros de diferencia sobre el nivel del mar entre Santa Cruz y La Laguna en poco más de 10 minutos en coche, representan un ejemplo fácil de lo difícil que es nuestra interacción más allá de familia, amigos y las fiestas populares. Por no ser ya ni siquiera vamos al fútbol.

Todo esto no quiere decir que no tengamos una verdad común que compartamos, sino que esta se va formando poco a poco, sedimentando el sentido común de forma más lenta que en los lugares con ciudades grandes y buenas comunicaciones. Y es que no tenemos ciudades grandes, ni buenas comunicaciones. Tenemos ciudades medianas y malas comunicaciones.

En estos entornos como el que describo, de nociones frágiles, poco debate, mala comunicación, ideas vagas y flojos convencimientos, a veces, alguna vez, asoma la verdad. Ya vaya que si asoma. Fruto maduro cae al suelo presa de todo aquel que pase por allí.

Durante los últimos ocho años - más o menos - la isla ha vivido su particular batalla política por la decencia. Día a día, conversación a conversación, cuento a cuento, portada a portada, comentario a comentario, se fue formando la verdad indiscutible de que nuestra isla es un lugar impune, donde los políticos y los empresarios son aun exactamente las mismas personas, donde tener o no ideología da igual, donde no te presentas a las elecciones y las ganas, y donde durante años, la mentira y la indecencia campa a sus anchas en nuestras instituciones.

Como digo, no son muchas veces, pero cuando llega, la verdad, llega clara y concisa, certera y definitiva. Ahora Tenerife experimenta una verdad muy clarita.

A la gente le da lo mismo si es Ciudadanos en Santa Cruz, Nueva Canarias en Tacoronte, el PSOE en el Cabildo o Unidas en La Laguna. Coalición Canaria debe salir de todas nuestras instituciones por mera decencia colectiva. Eso es así.

A la gente de Tenerife le ha costado toda la vida cambiar la alcaldía de la capital de la isla para un partido diferente al de la senda de los intereses de la élite insular tradicional, que sigue Partido Republicano de Tenerife en la II República, la Unión de Centro Democrático (UCD) entre 1976 y 1982, Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI) entre 1982 y 1993, y Coalición Canaria (CC) entre 1993 y 2019. Digo que ha costado toda la vida porque nunca había habido un cambio político en Tenerife de la magnitud del actual.

Ha costado mucho. Pero creo la gente lo ha hecho a fuerza de insistir en su verdad. Qué para eso existe la política. Para generar verdades comunes que nos inviten a ser mejores.¿Cómo fue? ¿Por qué ha habido un partido político constante y de consenso ganando elecciones durante tantos años seguidos como ha hecho Coalición Canaria en la isla de Tenerife?Lo acuso claro. Creo que Tenerife es un lugar muy propio para la transversalidad, falto momentos comunes de conflicto, donde las relaciones personales castigan las posiciones de radicalidad y benefician al acuerdo y la empatía. La ATI, matriz de todo lo que hemos vivido, es eso, un partido político al que cualquiera podía votar, que basaba su posicionamiento político en leer lo que quería el pueblo y parecerse a él, donde por eso eran centristas, nacionalistas, progresistas y conservadores a la vez.

En una perspectiva estatal, en su surgimiento, ATI era un partido progresista, porque en los 80 la derecha española vivía de un Franco con el que ellos querían cortar simbólicamente. En perspectiva canaria, sin embargo ATI era un partido tinerfeño y conservador, porque su labor ha consistido en mantener los consensos que daban rienda suelta a que Tenerife siguiera siendo como era. Y es que los conservadores lo que hacen es conservar. El error ha estado en que ATI-CC se ha dibujado entorno al eje nacional, y no hemos sido capaces en Canarias de dar rienda suelta a definiciones que se ajusten a la realidad que explica porque nuestras formaciones políticas son como son. Creo que las vías para romper la hegemonía cultural y política de un partido así, pasan por dos alternativas posibles: o fraguar una candidatura que represente esa “otra isla” con una candidatura transversal tinerfeñista contra lo que ha hecho CC, algo así como el Diario de Avisos 2018-2019 en forma de partido político, o bien, trazar pactos contra-natura entre partidos identificables. La transversalidad camina por sí sola cuando los problemas de muchas personas que piensan diferente tienen la misma causa.La alternativa primera no se ha dado, ningún partido, agrupación o asociación quiso unirse para hacer frente a CC en nuestro cabildo más allá de los límites ideológicos que ya conocemos. El PSOE se presentó solo, Ciudadanos se presentó solo, el PP se presentó solo, y Podemos y Sí se puede decidieron unirse en Sí Podemos Canarias. Demasiada “ideología” para problemas tan básicos como los que tenemos, pienso.

Los resultados electorales en esas circunstancias fueron claros. Empate entre CC y PSOE, con PP, Podemos y Ciudadanos instados a decidir que no prefieren hacer. De primeras el PP se va con CC, y Sí Podemos es leal a un cambio después de treinta y dos años.

Hoy hay una mayoría ingente de habitantes de Tenerife que desean un gobierno alternativo al heredero de Ricardo Melchior; Don Carlos Enrique Alonso, que ganó las elecciones a Pedro Martín (PSOE) por el exiguo 0,25% del voto válido.El pasado sábado 15 de junio vimos cambios en cuatro de las cinco alcaldías del Área Metropolitana de Tenerife, gran ciudad en foto aérea, que reúnen Tegueste, La Laguna, Tacoronte, El Rosario y Santa Cruz. Estos cambios dieron lugar por pactos entre concejales que se presentaron a las elecciones con las siglas de Nueva Canarias, Los Verdes, PSOE, EQUO, Podemos, Avante, Izquierda Unida, Sí se puede y Ciudadanos.

Ahora se nos vienen encima los pactos para el Cabildo de Tenerife. Sería genial que nuestros representantes entendiesen lo que una aplastante mayoría de habitantes tenemos en la cabeza: Tenerife está mal y ello se debe, entre otras cosas, a que nuestro cabildo es una institución en manos de personas corruptas, que creen aún, a día de hoy, que esta Isla es suya. Está en nuestras manos ponerle remedio, y creo que ningún decálogo ideológico o libro de teoría política debe ponerse por delante de buscar un gobierno mejor que el que tenemos hoy.

Ahí van al menos siete sencillos retos para inspirar a sus señorías a salir de esta: 1. Asegurar la salud de nuestras playas, nuestro mar y espacios naturales. 

2. Planear una gestión turística que, mediante iniciativas públicas y privadas, haga que Tenerife no sea una barra libre para los más de seis millones de turistas que visitan esta amable isla anualmente.

3. Conseguir que la libertad de empresa y la contratación pública coexistan con transparencia dentro del marco de la Ley.

4. Dar alternativas a la movilidad, que faciliten el transporte público urbano a través de la intermodalidad, mezclando guagua y tranvía con un sistema insular de bicicletas eléctricas con vías propias, que nos acerquen a entornos que la guagua no llega.

5. Trazar un planeamiento de carreteras más eficiente, donde se pueda diferenciar entre una autopista, un carril para el transporte público, la carretera general y una carretera con aceras y alumbrado donde sí hay vecinos.

6. Consolidar un sistema de dependencia insular del que podamos hablar con orgullo a nuestros mayores, para que las mujeres de nuestras familias no tengan que cargar con sus cuidados.

7. Reciclar el plástico.

En definitiva, hacer cada día, como representantes del pueblo de Tenerife, porque tengamos razones, y no sólo emociones, para estar orgullosos de esta Isla.

Un día, muy lejos de aquí, me dijo un tipo, que Tenerife era “el lugar más raro en el que había estado nunca”, y que él viajaba, que de eso sabía. Le escuché. Me recordó una anécdota, de cuando estando en el territorio, preguntó algo claro y preciso a un joven nativo. A lo cual esta persona, le respondió: “Sí bueno, no... deja ver”. Se acordaba perfectamente. Le encantó. Un gran recurso.

Y es que todo depende. Ya apuntó André Breton, en su visita en la primavera de 1935, que “Tenerife es la isla surrealista”. Y no es casual. Hoy vivimos instalados de lleno en la posmodernidad, pero Tenerife ya venía adelantado, con su realidad cultural, social, geográfica, urbana y como no, también política. Hay una indistinción sobre la identidad como pueblo, a caballo entre la Isla, el Archipiélago y España. No sabemos si vivimos en ciudades, en la periferia constante o en el campo, no sabemos si somos de izquierdas o de derechas, además de que hay cierto desconcierto sobre a qué continente pertenecemos más, o como pertenecemos a cuál de ellos. Hay tantas dudas que se opta por no pensarlas.