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¿Por qué no tira el PP?
Lo que a todas luces Rajoy no evidencia son ganas de asumir esa responsabilidad. Se le escucha y en sus intervenciones se limita a echar balones fuera sin aportar soluciones concretas más allá de vagas generalidades de manual disparadas a modo de críticas. Un conocido empresario próximo al entorno ideológico de los populares lo calificaba hace pocos días de inapetente y esa es la imagen que muchos ciudadanos tienen de él alimentada por la sempiterna abulia que le acompaña en la mayoría de sus intervenciones.
A Rajoy le falta trabajo, esfuerzo, ímpetu para hacer creíble su papel. No es un actor político convincente y eso lo nota el público, los votantes, que saben que hay algo de impostura cuando afirma que está preparado para pasar a la acción y tiene ganas de pelear para conseguir sus objetivos. Para él todo se reduce a “un lío colosal” y esa dejadez hace que se marque aún más su diferencia con el actual presidente. Zapatero ha planteado una batalla muy arriesgada para estar en la cumbre del G-20 en Washington. Bien es cierto que la cosa se podía haber hecho con un mayor sigilo y arrostrando menores riesgos, pero el personaje es así y adora caminar sobre el borde del precipicio al que a veces se cae sin necesidad.
ZP tiene un punto de osado kamikaze que no es una virtud, pero demuestra la pasión que le pone a sus empresas políticas. Rajoy, podemos estar seguros, no habría planteado batalla por viajar a la cumbre americana al entender que España no pertenecía a ninguno de los grupos convocados. Se hubiera aliado con la resignación y, eso sí, no habría corrido ningún riesgo. “Amarrategui” que es el político gallego.
El PP no tira y las críticas se escuchan en todos los tonos a poco que uno hable con conspicuos militantes populares que no ocultan su hartazgo por la situación de impasse actual. En el PP falta entusiasmo, sobra desidia, y eso se contagia también a unas bases que no acaban de ver la salida a un túnel que aún puede ser mucho más largo.
Sin ganar en Galicia ni en Andalucía, ni en Euskadi ni en Cataluña, es imposible aspirar a gobernar España. Ahora tampoco tiene Navarra, comunidad en la que los populares han realizado una desastrosa gestión de la crisis con UPN. Con tantas carencias es explicable el ambiente de desánimo que muestran sin ambages ilustres próceres del PP con nombres y apellidos que últimamente no guardan demasiado recato ante los periodistas.
Con una oposición así el PSOE vive demasiado tranquilo y eso no es bueno. Si la alternativa fuera Esperanza Aguirre, una Thatcher extemporánea, viviría aún más tranquilo y sería peor. ¿Y Gallardón?, pregunté a un socialista de mando y renombre. La respuesta fue tan gráfica como espontánea: “Calla, calla. No des pistas, que ése nos complica la vida y nos vuelve locos”.
*Antonio San José es periodista y analista político, en elplural.eselplural.es
Antonio San José*
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