Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iconoclastia
Tonto, cretino y patán
Iconoclastia
Luis Rubiales es un patán irrisorio, un gangster de chaqueta y corbata, un fantoche engreído y altanero que se creyó el rey del mambo y que ha acabado como el tonto del bote. Antes de todo eso, Rubiales ha demostrado ser un cretino. Como esos adolescentes descerebrados que se graban en el coche yendo a 200 kilómetros por hora y conduciendo con los pies.
Hay que ser muy tonto para grabarte cometiendo un delito y luego difundirlo a través de las redes sociales. Es como llamar tú mismo a la policía para que te detengan por imbécil. Lo de Rubiales es aún peor porque ha hecho el estúpido en directo por televisión con una audiencia millonaria tras el triunfo de España ante Inglaterra en la final de la Copa del Mundo de Fútbol Femenino.
Hay que ser muy totorota para tener el comportamiento grosero y burdo del que hasta ayer era presidente de la Federación Española de Fútbol. El hombre es tan corto que todavía cuatro días después del triunfo de las futbolistas españolas seguía creyendo que su comportamiento en su infame celebración fue correcto.
Para él es lo más normal del mundo agarrar a una futbolista por los dos cachetes y estamparle un beso en los labios sin su consentimiento ante millones de espectadores. Para él es lo más normal del mundo agarrar a una futbolista como si fuera un saco de papas y pasearla por el césped del estadio. Para él es lo más normal del mundo tocarse los genitales en el palco junto a la reina de España y su hija.
Este hombre es un verdadero mequetrefe. Finalmente ha tenido que dimitir no sólo por todas las aberraciones que ha cometido en los últimos días sino también en los años que lleva presidiendo la Federación Española de Fútbol.
No hace falta recordar que este hombre está implicado en un montón de casos de corrupción que están siendo investigados por los tribunales. No solo eso. Este impresentable también es el responsable de que las últimas ediciones de la Supercopa de Fútbol de España se haya celebrado en Arabia Saudí, un país dictatorial y corrupto que no cumple con los más mínimos parámetros democráticos y conculca diariamente los más elementales derechos humanos, especialmente los de las mujeres, que sufren por partida doble la falta de libertad y las obligaciones totalitarias impuestas por su monarquía absoluta.
Casi todas las descalificaciones que se han hecho de Rubiales en los últimos días son merecidas y acertadas, aunque echo de menos que la reacción de la sociedad española no hubiese sido similar cuando este tramposo nuevo rico negoció con una dictadura corrupta la celebración de la Supercopa de España.
Con solo una décima parte de la respuesta dada ahora por el beso inaceptable y no consentido, este impresentable se habría ido mucho antes de la Federación Española de Fútbol. La sociedad española, también la mediática, ha medido de distinta manera dos hechos indignantes, repugnantes, asquerosos, repulsivos y repelentes.
Rubiales se lo va a tener que hacer mirar pero muchos españoles y españolas que pasaron de puntillas sobre otras tropelías impermisibles de este gañán también tienen mucha culpa de todo lo ocurrido por su complicidad incomprensible y por su tolerancia con la inmoralidad. Los que le rieron la gracia cuando tenía poder son tan culpables como él.
Luis Rubiales es un patán irrisorio, un gangster de chaqueta y corbata, un fantoche engreído y altanero que se creyó el rey del mambo y que ha acabado como el tonto del bote. Antes de todo eso, Rubiales ha demostrado ser un cretino. Como esos adolescentes descerebrados que se graban en el coche yendo a 200 kilómetros por hora y conduciendo con los pies.
Hay que ser muy tonto para grabarte cometiendo un delito y luego difundirlo a través de las redes sociales. Es como llamar tú mismo a la policía para que te detengan por imbécil. Lo de Rubiales es aún peor porque ha hecho el estúpido en directo por televisión con una audiencia millonaria tras el triunfo de España ante Inglaterra en la final de la Copa del Mundo de Fútbol Femenino.