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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Turismo en revisión, en Canarias y en el mundo

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Las concurridas manifestaciones canarias del 20 de abril contra la masificación turística y sus consecuencias en la calidad de vida de la población -de manera especial, en el aumento poblacional y en el acceso a la vivienda- y en el territorio y el medio ambiente, han tenido réplicas en otros destinos turísticos muy relevantes que sufren problemas similares. Caso de Mallorca, a finales del pasado mes de mayo, o, más recientemente, Málaga y Cádiz. Además, ha habido protestas en San Sebastián, Cantabria y algunos barrios de Madrid. Y hay anunciadas nuevas convocatorias a lo largo de este mes de julio en Cataluña y Baleares.

En Europa, distintas ciudades -Ámsterdam, París, Florencia…-, comienzan a implantar políticas que restringen al alquiler vacacional y sus plataformas; y lugares, como Venecia, restringen el acceso a su ciudad. En el Estado español, Barcelona también lo plantea de forma contundente. El Gobierno central y varias comunidades autónomas comienzan a legislar para poner freno a la expansión de la vivienda vacacional, diferenciando entre pequeños propietarios y grandes tenedores. Las soluciones no son fáciles. Y, seguramente, exigen una reflexión profunda y un gran acuerdo con múltiples decisiones, no solo la puesta en marcha de actuaciones puntuales. Y la visualización de sus resultados se producirán a corto, medio y largo plazo. Lo que no vale es el inmovilismo.

El turismo se recupera mundialmente tras la parálisis que supuso el confinamiento y la paralización de la movilidad para tratar de frenar los estragos de la Covid 19 en el año 2020. Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) en el presente 2024 ya se situará por encima de los niveles prepandemia. El pasado 2023, los ingresos por turismo internacional alcanzaron 1,4 billones de dólares, aproximadamente el 93% de los 1,5 billones de dólares ingresados por los destinos en 2019. Indicando la OMT que las estimaciones de la contribución económica del turismo, medida en términos de producto interior bruto (PIB) directo, suponen 3,3 billones de dólares en 2023, el 3% del PIB mundial.

En el Estado español, en 2023 se superaron los 85 millones de turistas, los mayores datos registrados históricamente Con récord también del gasto, más de 108.000 millones de euros, según datos del INE. Con Cataluña, Canarias como primeros destinos. Cataluña encabeza el gasto de los visitantes, con 20.877 millones de euros, seguida muy de cerca por Canarias (20.333 millones) y, ya por debajo de los veinte mil, Baleares (17.722) y Andalucía (15.361). En los cinco primeros meses del año, las Islas han recibido 6,4 millones de turistas, un incremento superior al 10% respecto al mismo periodo de 2023.

Reparto de la riqueza

Su enorme influencia en el PIB y en el empleo en Canarias es poco discutible. Las transformaciones que ayudó a producir en una sociedad profundamente atrasada, sin infraestructuras y empobrecida, obligada cíclicamente a la emigración, también. Es justo reconocer que la modificación del modelo económico contribuyó de forma decidida a mejorar el bienestar de la población en las Islas a partir de los años sesenta del pasado siglo.

Lo que no debe ocultar las disfunciones que ha producido, entre ellas la excesiva ocupación del territorio, especialmente de las costas, las dificultades en la movilidad y los atascos, las tensiones en los servicios públicos, el elevado consumo eléctrico y de agua o la alta generación de residuos; sin pretender plantear que cualquier otra actividad económica humana -la industria, la agricultura o la ganadería- no produce también efectos negativos sobre el territorio y el medio. Asimismo, el turismo viene induciendo un crecimiento poblacional residente insostenible (especialmente en Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife) y una progresiva turisficación urbana que colmata barrios, elimina buena parte de su tejido comercial propio y expulsa a la población local ante la imposibilidad de acceder a una vivienda por el significativo encarecimiento de sus precios. En un marco, además, de baja cualificación de los trabajadores, reducidos salarios y rotación en los empleos.

Estoy convencido de que el turismo solo tendrá futuro si es plenamente sostenible, si es respetuoso con el territorio y el medio ambiente. Y si, además, la población local considera mayoritariamente que resulta beneficioso, que ayuda a repartir justamente la riqueza, que impacta positivamente en el bienestar colectivo de todos los canarios y canarias. El modelo de crecimiento sin límite es completamente insostenible.

Parar y reorientar el modelo

Por eso, desde Nueva Canarias-Bloque Canarista, venimos planteando la necesidad de un Gran Acuerdo Canario sobre el Turismo; lo hicimos en nuestro programa electoral de las autonómicas de 2023 y lo seguimos reivindicando hoy. Orientado hacia su sostenibilidad, descarbonización y digitalización. Lo que exige actuaciones energéticas y en el ámbito de la movilidad, así como las relacionadas con la gestión del agua o de los residuos; en la vivienda y en la propia dimensión de los servicios públicos. Considerando plenamente válido lo que recogen las directrices de ordenación del turismo del año 2003 cuando apuestan a que el sector “sin incrementar la presión sobre el medio, produzca mayores beneficios económicos y sociales, mayor nivel de empleo, mayor nivel de gasto y mejor distribuido”.

No es la primera vez que Canarias debate sobre el turismo. Lo hicimos, a comienzos de siglo, con la participación de partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, cabildos y ayuntamientos, universidades, colectivos ecologistas, colegios profesionales… Impulsando desde el Gobierno la Ley 6/2001 de medidas urgentes en Materia de Ordenación del Territorio y del Turismo de Canarias, más conocida como moratoria -que desclasificó 400.000 camas, entre ellas las 20.000 de Veneguera, cuya protección quedó definitivamente blindada en la ley 6/2003 de declaración de su barranco como espacio natural protegido-. Culminándolo con la aprobación de las directrices de ordenación del Turismo en 2003, por unanimidad del Parlamento canario. Una moratoria perfectamente articulada en sus aspectos jurídicos, que no costó ni un euro a las arcas públicas canarias: todas las demandas presentadas fueron falladas en los tribunales favorablemente al Gobierno. Se abandonaron esas políticas de contención, se creció sin tino y ahora toca cabe volver a plantear una moratoria.

Consideramos muy positiva la amplia movilización que se dio en Canarias el 20A, bajo el lema ‘Canarias tiene un límite’, que va más allá de cualquier sigla, de cualquier intento de patrimonializarla. Fue una amplia expresión popular de protesta, plural en sus contenidos y en sus exigencias, impulsada por personas y colectivos que supieron medir acertadamente la presencia de un sentimiento bastante extendido de preocupación y hartazgo. La necesidad de parar para revisar y reorientar el modelo.

Decisiones propias

Es el momento de volver a reflexionar y actuar sobre el turismo, promoviendo consensos sobre el futuro del sector, desde nuestra capacidad para tomar nuestras propias decisiones como pueblo. El turismo es una actividad insustituible para Canarias, vanguardia en este ámbito a escala mundial, y, precisamente por eso, porque es nuestro sector más estratégico, tenemos que cuidarlo y garantizar su futuro, que tiene que ser sostenible, digitalizado y descarbonizado.

Hay numerosas medidas que, desde hace tiempo, hemos puesto sobre la mesa en este imprescindible y trascendental debate. Poner límites al crecimiento de nuevas instalaciones y camas hoteleras; regular adecuadamente el alquiler vacacional, en una Canarias que ya supera las 46.000 viviendas turísticas; mejorar sustancialmente las condiciones de vida -tipo de jornada, horarios y salarios- de sus trabajadores y trabajadoras, con atención especial a las que realizan tareas más penosas; incorporar una tasa turística finalista a quienes nos visitan, dirigida a la digitalización, la descarbonización, la protección de los espacios protegidos y las zonas agrarias, el impulso del turismo sostenible, responsable y de calidad.

Planteo todas esas propuestas desde la plena convicción de que el turismo seguirá siendo el pulmón de la economía canaria. Pero también, siendo consciente de que, si no se atempera y se aminoran algunas de sus grandes disfunciones, puede generar un cada vez mayor rechazo de amplias capas de la sociedad de las Islas, como viene sucediendo en muchas partes del mundo. Estamos a tiempo de evitarlo, de que el futuro del sector y de Canarias sea mejor que el presente, haciendo que el turismo sea más sostenible y mucho más determinante en el incremento del bienestar de los hombres y mujeres de esta tierra.

Las concurridas manifestaciones canarias del 20 de abril contra la masificación turística y sus consecuencias en la calidad de vida de la población -de manera especial, en el aumento poblacional y en el acceso a la vivienda- y en el territorio y el medio ambiente, han tenido réplicas en otros destinos turísticos muy relevantes que sufren problemas similares. Caso de Mallorca, a finales del pasado mes de mayo, o, más recientemente, Málaga y Cádiz. Además, ha habido protestas en San Sebastián, Cantabria y algunos barrios de Madrid. Y hay anunciadas nuevas convocatorias a lo largo de este mes de julio en Cataluña y Baleares.

En Europa, distintas ciudades -Ámsterdam, París, Florencia…-, comienzan a implantar políticas que restringen al alquiler vacacional y sus plataformas; y lugares, como Venecia, restringen el acceso a su ciudad. En el Estado español, Barcelona también lo plantea de forma contundente. El Gobierno central y varias comunidades autónomas comienzan a legislar para poner freno a la expansión de la vivienda vacacional, diferenciando entre pequeños propietarios y grandes tenedores. Las soluciones no son fáciles. Y, seguramente, exigen una reflexión profunda y un gran acuerdo con múltiples decisiones, no solo la puesta en marcha de actuaciones puntuales. Y la visualización de sus resultados se producirán a corto, medio y largo plazo. Lo que no vale es el inmovilismo.