Turismo: lo tenemos (casi) todo

En el año 1978, con motivo de un seminario al que asistí en la Escuela de Hostelería de Lausanne, encontré un libro llamado El turismo en el año 2010, el cual ya pronosticaba que los destinos que no cuidaran sus infraestructuras estaban condenados a desaparecer o a malvivir a bajo precio. 

El libro El ciclo de vida de los destinos turísticos, posteriormente, también vaticinaba que sin un adecuado mantenimiento de sus infraestructuras tanto públicas como privadas los destinos languidecerían en la ultima etapa de su ciclo de vida.

En la actualidad, año 2022, nos ocupamos mucho tanto a nivel público como privado de que los destinos sean sostenibles, ecológicos, digitales y profesionales (next generation) lo cual, por supuesto está muy bien, pero creo que sin una adecuada estética y un buen mantenimiento, estamos devaluando el destino y haciendo buenos los pronósticos que hasta llegaron a hablar, refiriéndose a nuestros destinos del sur de Gran Canaria, de “suicidio en hormigón”.

Yo personalmente lo llamaría “suicidio en dejadez”.

El nivel de deterioro y abandono de nuestras infraestructuras es superlativo y ello está contribuyendo a que el destino se vaya devaluando poco a poco, sin que a penas nos demos cuenta gracias a las inmejorables instalaciones privadas, a la maravilla de nuestro clima y paisajismo y a un equipo de profesionales del sector alojativo y de hostelería que se dejan la piel en el día a día para que el cliente salga satisfecho y mantenga el índice de repetición, que hasta el día de hoy, por fortuna es inmejorable en Gran Canaria.

Tengo verdadera fe en que este problema sea resuelto a la mayor brevedad posible y pronto volvamos a ocuparnos solo de los temas profesionales que nos hacen ser el mejor destino para lo europeos durante todo el año.