Espacio de opinión de Canarias Ahora
Unidos por Canarias
Bravo de Laguna y sus nuevos amigos han creado un partido que se llama “Unidos por Gran Canaria”, el mismo eslogan utilizado en 1993 por Coalición Canaria para presentarse en la isla. Lo que hacen los políticos con el concepto de ‘unidad’ se parece bastante a lo que el Código Penal define como ‘abusos deshonestos’. Es curioso que Bravo recurra a la idea de la Unidad, cuando –después de intentarlo con la mitad del paisaje político local- lo que el presidente del Cabildo ha logrado juntar para su personal viaje a la intrascendencia es el equivalente al pasaje de un taxi. Pero eso no es lo grave. Grandes proyectos políticos han comenzado su recorrido desde la suma de muy escasas voluntades… Y a Bravo le asiste, además, todo el derecho del mundo a emprender esta melancólica aventura suya y a demostrar que con él no se juega. Porque el PP no se ha portado decentemente con él: le embarcaron hace poco más de cuatro años en un regreso para el que no se había postulado y que le obligó a renunciar a su actividad profesional. Mantuvo un perfil autónomo en la Presidencia, pero en ningún caso contrario a las posiciones que defiende el PP. Su mayor pecado no someterse a Soria, ir por libre. Pero no ir contra las instrucciones o los criterios del Partido Popular. Su espantada, y el inicio de un itinerario político insularista, despertaría más simpatía si Bravo hubiera optado por renunciar a seguir ocupando la presidencia del Cabildo desde el grupo de no adscritos. La renuncia de Bravo a seguir desempeñando la presidencia del Cabildo que le dieron los votos del PP supondría un refuerzo importante para su imagen y sus posibilidades. Pero aquí no hay nadie que ceda ni un resquicio de poder, ese par de meses más de representar al cabildo, usar coche oficial, disponer de secretarias, cobrar un sueldo y mantener su ficticia presidencia.
Porque lo que hace Bravo ahora es usurpar el cargo. Lo usurpa desde que ha anunciado que concurrirá a las elecciones por otro partido. Aunque en el PP hayan decidido mantener la integridad del grupo de Gobierno del Cabildo, en evitación de una situación bastante caótica, la convivencia del PP con Bravo es imposible. No es lo mismo entenderse con un adversario político –eso está en el genoma de quienes se dedican al oficio- que con un tipo que traiciona al partido en la recta final, y le desafía en unas elecciones. El PP no le va a pasar una, y el Cabildo va a quedar prácticamente inoperante en este tramo final, con un grupo de gobierno des-“unido por Gran Canaria”.
Bravo de Laguna y sus nuevos amigos han creado un partido que se llama “Unidos por Gran Canaria”, el mismo eslogan utilizado en 1993 por Coalición Canaria para presentarse en la isla. Lo que hacen los políticos con el concepto de ‘unidad’ se parece bastante a lo que el Código Penal define como ‘abusos deshonestos’. Es curioso que Bravo recurra a la idea de la Unidad, cuando –después de intentarlo con la mitad del paisaje político local- lo que el presidente del Cabildo ha logrado juntar para su personal viaje a la intrascendencia es el equivalente al pasaje de un taxi. Pero eso no es lo grave. Grandes proyectos políticos han comenzado su recorrido desde la suma de muy escasas voluntades… Y a Bravo le asiste, además, todo el derecho del mundo a emprender esta melancólica aventura suya y a demostrar que con él no se juega. Porque el PP no se ha portado decentemente con él: le embarcaron hace poco más de cuatro años en un regreso para el que no se había postulado y que le obligó a renunciar a su actividad profesional. Mantuvo un perfil autónomo en la Presidencia, pero en ningún caso contrario a las posiciones que defiende el PP. Su mayor pecado no someterse a Soria, ir por libre. Pero no ir contra las instrucciones o los criterios del Partido Popular. Su espantada, y el inicio de un itinerario político insularista, despertaría más simpatía si Bravo hubiera optado por renunciar a seguir ocupando la presidencia del Cabildo desde el grupo de no adscritos. La renuncia de Bravo a seguir desempeñando la presidencia del Cabildo que le dieron los votos del PP supondría un refuerzo importante para su imagen y sus posibilidades. Pero aquí no hay nadie que ceda ni un resquicio de poder, ese par de meses más de representar al cabildo, usar coche oficial, disponer de secretarias, cobrar un sueldo y mantener su ficticia presidencia.
Porque lo que hace Bravo ahora es usurpar el cargo. Lo usurpa desde que ha anunciado que concurrirá a las elecciones por otro partido. Aunque en el PP hayan decidido mantener la integridad del grupo de Gobierno del Cabildo, en evitación de una situación bastante caótica, la convivencia del PP con Bravo es imposible. No es lo mismo entenderse con un adversario político –eso está en el genoma de quienes se dedican al oficio- que con un tipo que traiciona al partido en la recta final, y le desafía en unas elecciones. El PP no le va a pasar una, y el Cabildo va a quedar prácticamente inoperante en este tramo final, con un grupo de gobierno des-“unido por Gran Canaria”.