Espacio de opinión de Canarias Ahora
La utópica Constitución del 78 y la clase política ejerciente
En nuestro terruño, pocas han sido las sorpresas políticas. Sí las personales, que una vez más se ha puesto de manifiesto que el mercadeo político está más que institucionalizado, y, que, los intereses personales están por encima de los del partido o la opción política que los candidat@s representan.
En esta ocasión le ha tocado de hacer de Maquiavelo a D. José Manuel Soria López, que a la vista de los resultados electorales, y su desmedido afán de sentarse en el sillón del presidente autonómico, no ha desperdiciado resquicio alguno para poner en tela de juicio el pacto que al Sr. Rivero Baute, le ha venido mejor, teniendo en cuenta su “desagradable” experiencia de casi cuatro años de convivencia política con sus “devaneos” económicos al frente de los dineros de ésta maltrecha comunidad. Habría que recordarle aquí, y ahora, que hace cuatro años Juan Fernando López Aguilar, le barrió en las elecciones, y su maquiavelismo político lo dejó en la cuneta, con el beneplácito del “macho” del Sauzal y su rebaño.
Dice el refrán que: “Quién a hierro mata a hierro muere” pero el refrán a nivel político, está en desuso, y Vd. en su deambular por las islas periféricas creando cizaña entre ingenuos políticos, tocándoles su fibra pueblerina, ha hecho posible que ese pacto que se vislumbra a nivel autonómico, y, que a Vd. le va a dejar en la bancada de la oposición, ha podido resquebrajarse, hasta extremos de posibilitar el “naufragio” del frágil bergantín de la concordia, entre CC y PSC.
Vaya por delante, que no es precisamente de mi devoción el pacto político que se fragua, conociendo, como conozco, las formas y maneras de una clase política, que hace muchísimos años perdió la decencia de sonrojarse, ante sus “donde dije digo, digo diego” o, como solían decir nuestros decentes y viejos isleños: “Quiere tener esposa en casa y concubina los fines de semana”.
Que cosas nos ha deparado nuestra utópica democracia, que siendo laica, aconfesional, le entregamos en custodia un bastón de mando municipal, a una idolatrada imagen, temerosa, su alcaldesa, que los aún irredentos del Faycan, lo hagan desaparecer; algo que los creyentes, como he leído en un foro digital, piden propósito de enmienda, algo que todos los ciudadanos teldenses deseamos y esperamos, por el bien de nuestra maltrecha y débil Carta Magna.
Antonio Ortega Santana
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