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Vallas y cronistas

- Yo cumplo. (Años también, a pesar de la leyenda urbana, habría que añadir). Esa estrategia publicitaria minimalista ha servido de inspiración a la emergente alternativa Ciudadanos de Santa Cruz (ya saben: ge, ge, o sea Guimerá y Guigou, que no se van a comer ni la mitad de roscos de los que presumen) para colocar en sus vallas electoralistas la simpática figura de Pinocho, con su enorme nariz de madera, parodiando el lema del ático alcalde: Él cumple también. Nadie va a poder reprochar nada a los creadores de esta réplica tan comentada, porque, como Zerolo no rubrica su afirmación y ni siquiera recuerda al votante que ése, el de las entradas decididas en la frente despejada y los ojillos pillos aunque apagados, es él, o sea, el que cumple, pues el hijo artificial del carpintero Geppeto está en las mismas condiciones que don Miguel de asegurar, jocosa y orgullosamente, que él cumple igualmente (se supone que sus compromisos con los vecinos) cuando todo el mundo sabe que es un redomado mentiroso. El agresivo detalle propagandístico de Ciudadanos ha estado bien, ha sido oportuno e impactante, además de muy comentado, aunque no creo que vaya a proporcionarles una lluvia de votos. El personal jalea las ocurrencias, pero no despilfarra el voto premiando el puntual ingenio. En hablando de Pinocho, que es el embustero por antonomasia de la literatura infantil (y no tan infantil, si bien lo miramos), veo que se ha armado un nuevo follón a raíz de otra cabildada más en Gran Canaria: la del nombramiento del cronista oficial de la Isla. Uno creía que esos cargos tan rimbombantes y antiguos no existían ya y que, según se iban muriendo los cronistas oficiales de las ciudades, de las provincias, de las comarcas y de las Islas, nadie se preocupaba por cubrir esas vacantes de mentirosos históricos y poéticos que tampoco sé si respondían a puestos meramente honoríficos o estaban bien remunerados (deben estar remunerados y bien, imagino, porque, de otro modo, nadie se preocuparía de si al escribidor lo ha nombrado tal o cual partido o si se ha hecho a dedo o por consenso). Los cronistas oficiales –yo he conocido a alguno ya fallecido y a otros aspirantes al nombramiento- se dedican, mayormente, a embellecer la realidad de las tierras de cuya historia y actualidad debieran dar fe genuina y objetiva, manejan la hipérbole y la retórica populista como herramienta habitual y, de vez en cuando, para demostrar que no todo lo que cuentan es edulcorado, bello y positivo, se inventan alguna barbaridad que, a fuerza de repetirse, acaba pasando por histórica. Un cronista, y viejo amigo mío a pesar de todo, ha conseguido hacer creer hasta a los críticos más reticentes que, alguna vez, en el pasado, al Lazareto chicharrero donde hoy se alza el Palmetun, los santacruceros lo llamaron La Punta de la Mierda. El cuento cuela porque la designación habría sido merecida. Podría haber sido, pues, pero no fue. Pinochos, cronistas, alcaldesÂ… Buenas piezas todos para la misma fiesta, si quieren que les diga.

José H. Chela

- Yo cumplo. (Años también, a pesar de la leyenda urbana, habría que añadir). Esa estrategia publicitaria minimalista ha servido de inspiración a la emergente alternativa Ciudadanos de Santa Cruz (ya saben: ge, ge, o sea Guimerá y Guigou, que no se van a comer ni la mitad de roscos de los que presumen) para colocar en sus vallas electoralistas la simpática figura de Pinocho, con su enorme nariz de madera, parodiando el lema del ático alcalde: Él cumple también. Nadie va a poder reprochar nada a los creadores de esta réplica tan comentada, porque, como Zerolo no rubrica su afirmación y ni siquiera recuerda al votante que ése, el de las entradas decididas en la frente despejada y los ojillos pillos aunque apagados, es él, o sea, el que cumple, pues el hijo artificial del carpintero Geppeto está en las mismas condiciones que don Miguel de asegurar, jocosa y orgullosamente, que él cumple igualmente (se supone que sus compromisos con los vecinos) cuando todo el mundo sabe que es un redomado mentiroso. El agresivo detalle propagandístico de Ciudadanos ha estado bien, ha sido oportuno e impactante, además de muy comentado, aunque no creo que vaya a proporcionarles una lluvia de votos. El personal jalea las ocurrencias, pero no despilfarra el voto premiando el puntual ingenio. En hablando de Pinocho, que es el embustero por antonomasia de la literatura infantil (y no tan infantil, si bien lo miramos), veo que se ha armado un nuevo follón a raíz de otra cabildada más en Gran Canaria: la del nombramiento del cronista oficial de la Isla. Uno creía que esos cargos tan rimbombantes y antiguos no existían ya y que, según se iban muriendo los cronistas oficiales de las ciudades, de las provincias, de las comarcas y de las Islas, nadie se preocupaba por cubrir esas vacantes de mentirosos históricos y poéticos que tampoco sé si respondían a puestos meramente honoríficos o estaban bien remunerados (deben estar remunerados y bien, imagino, porque, de otro modo, nadie se preocuparía de si al escribidor lo ha nombrado tal o cual partido o si se ha hecho a dedo o por consenso). Los cronistas oficiales –yo he conocido a alguno ya fallecido y a otros aspirantes al nombramiento- se dedican, mayormente, a embellecer la realidad de las tierras de cuya historia y actualidad debieran dar fe genuina y objetiva, manejan la hipérbole y la retórica populista como herramienta habitual y, de vez en cuando, para demostrar que no todo lo que cuentan es edulcorado, bello y positivo, se inventan alguna barbaridad que, a fuerza de repetirse, acaba pasando por histórica. Un cronista, y viejo amigo mío a pesar de todo, ha conseguido hacer creer hasta a los críticos más reticentes que, alguna vez, en el pasado, al Lazareto chicharrero donde hoy se alza el Palmetun, los santacruceros lo llamaron La Punta de la Mierda. El cuento cuela porque la designación habría sido merecida. Podría haber sido, pues, pero no fue. Pinochos, cronistas, alcaldesÂ… Buenas piezas todos para la misma fiesta, si quieren que les diga.

José H. Chela