Espacio de opinión de Canarias Ahora
¿Se van de Basora?
Basora, de mayoría chií, fue maltratada por Sadam Husein. Especialmente después de la primera guerra del Golfo, iniciada por la invasión iraquí de Kuwait. Los estadounidenses llamaron a sus habitantes a la insurrección contra el dictador, prometiendo apoyo. Bagdad estaba a punto de caer en manos del general Schwarzkopf y el fin de Sadam Husein parecía inminente. La administración de Bush padre llegó a la conclusión de que la misión estaba cumplida tras la derrota del ejército iraquí, y que acabar con el dictador llevaría más caos y nuevos problemas incontrolables. Profético. ¿O no? Schwarzkopf cumplió la orden sin demasiado entusiasmo. Los insurrectos de Basora fueron aplastados por la Guardia Republicana días después de terminado formalmente el conflicto, ayudada por la desaparición del amigo americano. Cuentan que esa factura chií fue determinante para decidir quién ocuparía Basora tras el encuentro de las Azores. Y le tocó a Tony Blair, el mejor aliado de los saqueadores gringos de petróleo.
Con la intervención británica en Basora creció el deterioro político del primer ministro laborista. La mayoría de los ciudadanos la rechazaba. Gordon Brown sustituyó a Blair con la promesa de irse retirando poco a poco de Irak. Viajo a Estados Unidos para explicárselo a su aliado de la Casa Blanca, aunque prometió que antes de su adiós definitivo dejaría preparadas las tropas nativas. Las encuestas procedentes de Basora forzaban además una decisión semejante. La BBC aseguró recientemente que el 86% de los habitantes de aquella ciudad considera negativa la presencia de los soldados británicos. Brown dijo que los iraquíes de uniforme garantizarán la seguridad porque están entrenados. La presencia militar quedará reducida a 2.500 soldados durante 2008.
¿Y por qué no se retiran todos de una vez? Las tropas iraquíes necesitan “supervisión” durante un tiempo más. O, como declara Muwafaq al Rubaie, asesor de seguridad iraquí, “en caso de crisis se llamará a la policía iraquí, pero si ésta es incapaz de solucionar el problema intervendrá el ejército, y si éste a su vez se ve desbordado se puede pedir la ayuda de las tropas internacionales coordinando la medida con el primer ministro”. ¿Qué tipo de crisis prevé Rubaie? Silencio. Basora sigue destrozada, tres grupos chiíes disputan entre sí por el control del petróleo, florece el contrabando y la corrupción, su bajo nivel de recursos para la reconstrucción llega al extremo de verse incapaz de acoger a desplazados por la guerra (más de dos millones en Irak) de otras regiones, la policía y el ejército están compuestos de esos distintos grupos chiíes o infiltrados por miembros de la resistencia. Los británicos que queden, sin embargo, tendrán una tarea prioritaria: garantizar la seguridad de la explotación petrolera y su transporte hasta el puerto de Basora. Que para eso aterrizaron allí hace varios años a tiro limpio. Lo demás carece de importancia para ellos. O eso parece.
Rafael Morales
Basora, de mayoría chií, fue maltratada por Sadam Husein. Especialmente después de la primera guerra del Golfo, iniciada por la invasión iraquí de Kuwait. Los estadounidenses llamaron a sus habitantes a la insurrección contra el dictador, prometiendo apoyo. Bagdad estaba a punto de caer en manos del general Schwarzkopf y el fin de Sadam Husein parecía inminente. La administración de Bush padre llegó a la conclusión de que la misión estaba cumplida tras la derrota del ejército iraquí, y que acabar con el dictador llevaría más caos y nuevos problemas incontrolables. Profético. ¿O no? Schwarzkopf cumplió la orden sin demasiado entusiasmo. Los insurrectos de Basora fueron aplastados por la Guardia Republicana días después de terminado formalmente el conflicto, ayudada por la desaparición del amigo americano. Cuentan que esa factura chií fue determinante para decidir quién ocuparía Basora tras el encuentro de las Azores. Y le tocó a Tony Blair, el mejor aliado de los saqueadores gringos de petróleo.
Con la intervención británica en Basora creció el deterioro político del primer ministro laborista. La mayoría de los ciudadanos la rechazaba. Gordon Brown sustituyó a Blair con la promesa de irse retirando poco a poco de Irak. Viajo a Estados Unidos para explicárselo a su aliado de la Casa Blanca, aunque prometió que antes de su adiós definitivo dejaría preparadas las tropas nativas. Las encuestas procedentes de Basora forzaban además una decisión semejante. La BBC aseguró recientemente que el 86% de los habitantes de aquella ciudad considera negativa la presencia de los soldados británicos. Brown dijo que los iraquíes de uniforme garantizarán la seguridad porque están entrenados. La presencia militar quedará reducida a 2.500 soldados durante 2008.