Espacio de opinión de Canarias Ahora
Velas por los Derechos Humanos
Una vela por los catorce jóvenes africanos que en octubre de 2005 murieron por los disparos de la guardia civil española o de la policía de frontera marroquí cuando intentaban entrar en Ceuta o Melilla. Según los forenses en unos cadáveres las balas habían entrado por la espalda y en otros por delante. Esto demuestra que los disparos llegaron de los dos lados, pero a estas alturas ninguno de los dos gobiernos, ni el marroquí ni el español, nos ha contado que ha abierto un simple expediente disciplinario contra los guardias que estaban de servicio en esa frontera. Qué curioso dos gobiernos que se pelean por poner sus banderas en esas plazas africanas, pero cierran los ojos cuando hay que reconocer el origen de las balas que mataron a aquellos muchachos acusados por la prensa occidental de “asaltar” unas vallas fronterizas. Como escribió Eduardo Galeano, “los nadie valen menos que las balas que los matan” y esos asaltadores de vallas son algunos de los millones de “nadie” que hay en este mundo.
Una vela también por María, que tiene que recorrer 30 kilómetros cuando su padre se asfixia porque hace un par de meses que no hay servicio de urgencias permanente en Era de Mota y como los pulmones del viejo no saben de horarios ni de costes sanitarios, María tiene que ir corriendo desde el barrio de Valsequillo al Centro de Salud de El Calero, en Telde. Si se cumplen los deseos del gobierno canario, lo mismo le ocurrirá a toda la gente que todavía tiene un servicio de urgencias cerca de su casa, pero si en ese centro se atienden a menos de 25.000 pacientes podrían trasladar los servicios a otro de mayor población.
Una vela por las cuatrocientas madres de Candelaria, en Colombia, que cada miércoles se manifiestan en una plaza de Medellín para pedir que les devuelvan a sus hijos, sobrinos, maridos o padres con vida. Grupos paramilitares secuestraron a sus seres queridos y en la mayoría de los casos no han aparecido, o han localizado sus cuerpos descuartizados. El presidente colombiano Álvaro Uribe llegó al poder prometiendo el final de la violencia, pero seis años después sólo se muestra implacable con la guerrilla de las FARC, y calla ante los crímenes de los paramilitares, asesinos vinculados a la derecha colombiana que sustenta a Uribe.
Una vela por Yeray que abandonó sus estudios antes de entrar en el instituto. Que mataba su tiempo en la esquina del barrio. Allí se encontró con la heroína, que llegó disfrazada de amigo divertido. Un amigo que entraba en su sangre y lo transformaba en delincuente habitual. Cuando no tenía edad para votar, se enteró de que existía el gobierno canario porque lo metieron en un centro de menores. Yeray aprendió en la universidad de la calle, pero no le dieron trabajo, y se encontró con la muerte un día después de comprar veneno a precio de heroína, dejó de ser un número más en la lista de fracaso escolar, en la lista de jóvenes pendientes de condena. Lo condenaron a muerte sin juicio previo.
Una vela por Mumia Abu-Jamal, que sí tuvo un juicio antes de ser condenado a muerte en Estados Unidos. Mumia es un periodista negro que en 1982 fue acusado de matar a un policía blanco que le había pegado una paliza a su hermano. En este caso el dato de la raza ayuda a comprender la sentencia condenatoria. Casi todos los testigos de la acusación tenían penas pendientes y recibieron beneficios policiales después de declarar contra Mumia. La defensa llamó a declarar a un policía que fue testigo de los hechos, pero oficialmente el agente estaba de vacaciones. Mumia es el periodista que más ha criticado el sistema penitenciario de Estados Unidos, y el racismo institucional, judicial y penitenciario en su país. Su voz ha sido censurada en la Radio Pública de Estados Unidos y sus artículos escritos desde el corredor de la muerte sólo son publicados en periódicos alternativos.
Esta noche en las siete capitales canarias habrá un acto organizado por diferentes colectivos sociales que quieren recordar un nuevo aniversario de la proclamación de los derechos humanos. Los que cantaron victoria con la caída del muro de Berlín siguen sin explicarnos qué justificación tienen todos los muros que se han levantado desde entonces o que han seguido creciendo: los muros fronterizos entre el Norte y el Sur, los muros entre los beneficiados del crecimiento económico y las víctimas del empobrecimiento humano, de la privatización de los servicios públicos, de la especulación inmobiliaria, de la corrupción política. Corren buenos tiempos para las victorias de las derechas políticas y las derrotas de los Derechos Humanos. En los actos de esta noche habrá velas para iluminar la oscuridad de un mundo donde el dinero se puede mover a sus anchas y las personas son encerradas si quieren salir de la miseria. También habrá flores por los miles de fallecidos en el Atlántico, que murieron cuando intentaban saltar el muro, ese muro que levantaron los mismos que tiraron el muro de Berlín.
Juan GarcÃa Luján
Una vela por los catorce jóvenes africanos que en octubre de 2005 murieron por los disparos de la guardia civil española o de la policía de frontera marroquí cuando intentaban entrar en Ceuta o Melilla. Según los forenses en unos cadáveres las balas habían entrado por la espalda y en otros por delante. Esto demuestra que los disparos llegaron de los dos lados, pero a estas alturas ninguno de los dos gobiernos, ni el marroquí ni el español, nos ha contado que ha abierto un simple expediente disciplinario contra los guardias que estaban de servicio en esa frontera. Qué curioso dos gobiernos que se pelean por poner sus banderas en esas plazas africanas, pero cierran los ojos cuando hay que reconocer el origen de las balas que mataron a aquellos muchachos acusados por la prensa occidental de “asaltar” unas vallas fronterizas. Como escribió Eduardo Galeano, “los nadie valen menos que las balas que los matan” y esos asaltadores de vallas son algunos de los millones de “nadie” que hay en este mundo.
Una vela también por María, que tiene que recorrer 30 kilómetros cuando su padre se asfixia porque hace un par de meses que no hay servicio de urgencias permanente en Era de Mota y como los pulmones del viejo no saben de horarios ni de costes sanitarios, María tiene que ir corriendo desde el barrio de Valsequillo al Centro de Salud de El Calero, en Telde. Si se cumplen los deseos del gobierno canario, lo mismo le ocurrirá a toda la gente que todavía tiene un servicio de urgencias cerca de su casa, pero si en ese centro se atienden a menos de 25.000 pacientes podrían trasladar los servicios a otro de mayor población.