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Al juez Peinado le ocurrió lo mismo que a la delegación del PP que viajó a Venezuela: fueron a por lana y salieron trasquilados. Peinado fue a la Moncloa a por la declaración del presidente del Gobierno de España y al final se fue sin declaración y con una querella de Pedro Sánchez contra él.

Este hombre, que ya tiene edad de jubilación pero ha pedido una prórroga al Consejo General del Poder Judicial, no quiso dejar la carrera sin antes haber pisado al menos una vez el Palacio de la Moncloa para contárselo a su hija, la concejal del PP en Pozuelo de Alarcón, y a sus nietos. Le hacía mucha ilusión. 

Soñaba con hacer camisetas serigrafiadas con la leyenda Yo fui a La Moncloa a tomar declaración al presidente del Gobierno. Lo intentó pero le pasó lo que a esos equipos que se ven ganadores y escriben en su camiseta Campeones del mundo pero luego pierden la final y tienen que regalar la polera al equipo filial de Torrelodones. 

El pobre Peinado quiso lograr sus quince minutos de gloria pero ni siquiera llegó a los quince segundos, poco más que la declaración unilateral de independencia de Cataluña proclamada por Puigdemont.

Un presidente de gobierno de un país serio y democrático no debe permitir nunca que un juez de tercera categoría emprenda una cacería judicial por motivos políticos. La fiscalía y la Guardia Civil han dicho que no hay nada en el caso inventado e impostado de Begoña Gómez pero el juez Peinado ha hecho caso omiso hasta de la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que sentencia que una denuncia no se puede basar en recortes de periódicos y menos aún en bulos. 

Por su parte, una delegación del PP viajó hasta Venezuela con dinero público para montar el pollo a pesar de que no disponía del visado pertinente. Eso lo sabían antes de coger el vuelo, por lo que es fácil colegir que su intención no era ir de observadores a las elecciones venezolanas. De hecho ya había un millar de representantes de la ONU y de distintas asociaciones mundiales independientes y prestigiosas para ese cometido. 

El PP, que cada vez está más de capa caída por mucho que sus dirigentes intenten disimularlo, hizo el tonto como el juez Peinado, que sabía que Sánchez no iba a hacer ninguna declaración en contra de su esposa pero a pesar de todo organizó una expedición a la Moncloa para abrir ese día los telediarios. 

González Pons y Peinado fueron a por lana pero salieron trasquilados. Como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. Sin nada y gritando estentoriamente.

González Pons, Peinado, Cayetana Álvarez de Toledo y Alfonso Serrano, el segundo de Ayuso en el PP madrileño, hicieron un viaje para el que no necesitaban alforjas. Cada uno tiene derecho a hacer el idiota alguna vez en la vida. 

Al juez Peinado le ocurrió lo mismo que a la delegación del PP que viajó a Venezuela: fueron a por lana y salieron trasquilados. Peinado fue a la Moncloa a por la declaración del presidente del Gobierno de España y al final se fue sin declaración y con una querella de Pedro Sánchez contra él.

Este hombre, que ya tiene edad de jubilación pero ha pedido una prórroga al Consejo General del Poder Judicial, no quiso dejar la carrera sin antes haber pisado al menos una vez el Palacio de la Moncloa para contárselo a su hija, la concejal del PP en Pozuelo de Alarcón, y a sus nietos. Le hacía mucha ilusión.