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El Viera y Clavijo en su encrucijada interminable

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La prevista rehabilitación del parque capitalino, Bien de Interés Cultural declarado monumento, sigue enmarañada en trabas e impedimentos contra su ejecución urgente y necesaria. Solo se precisa voluntad política decidida y exenta intereses extraños, sin camuflarse en burocracias patógenas.

Sin embargo, seguimos ante un proceso poco edificante contra esta joya urbana. Edificio neogótico (año 1902) antiguo colegio de la Asunción hasta los años 80. Posterior parque cultural cedido en 2004 al Gobierno de Canarias para su usufructo, mantenimiento y explotación, mediante convenio de cesión por parte del Ayuntamiento. Contrato que fue de inmediato y flagrantemente incumplido por la Consejería de Cultura; en connivencia con la pasividad del consistorio capitalino.

El incumplimiento consistió en que, tras una rimbombante ceremonia de presentación mediática ante la población, con un proyecto de desarrollo y de fantásticas nuevas instalaciones y actividades, acto seguido se procedió subrepticiamente al sellado de los edificios, vallado del parque y abandono intencionado de todo un BIC… (presunto delito de  Expolio de Patrimonio por la Administración. Art. 323 CP). Un privilegiado espacio urbano de 33.000 m2 en el centro de la capital, maltratado sin explicación. El presupuesto pactado en aquella cesión: 5.900.000 €, para acondicionar el inmueble a su nueva estructura, se desvió de un plumazo a la restauración del teatro Guiniguada de Las Palmas. Con un excelente éxito que perdura hoy día.

Durante varios años pasó desapercibido el destrozo que se estaba gestando. Pero a finales de 2011, alguien por casualidad lo descubrió y hasta pudo comprobar el desastre de dentro. La conciencia cívica individual trascendió a una gran parte de la ciudadanía. Comprometida con las causas locales y con el apoyo de varios medios de comunicación, se fundó una asociación sin ánimo de lucro, reivindicativa para la rehabilitación del parque y defensora del patrimonio histórico y cultural de la ciudad; a modo de participación ciudadana, apreciada erróneamente por la autoridades con rechazo sistemático a su espíritu de colaboración desinteresado y gratuito.

Hace pocos meses parecía estar ya todo encarrilado, con un presupuesto suficiente para empezar las obras de rehabilitación, convocado el concurso y resuelta la licitación por la nueva corporación. Pero la moción de censura permitió el regreso del anterior equipo. El que durante sus ocho años había gestionado peyorativamente el Viera y Clavijo [1]. Saltaron las alarmas, a la espera de cualquier maniobra que diera  al traste con el avance del proyecto en ciernes. ¿Es casualidad que recientemente haya aparecido un texto de alegaciones presentado por un competidor contra el ganador del concurso, que ha frenado en seco el arranque de las obras? El extraño alegato, con una redacción abstracta, contenido absurdo y rebatible, induce a sospechas varias.

El gran temor, motivado por el escarmiento histórico ante tanta obstrucción oficial por la rehabilitación del BIC, sin ánimo de incurrir en juicios temerarios, pero por correlación con hechos anteriores, es que se diera un nuevo desvío de los fondos a otra causa ajena al caso. Por suerte, parece no haber penuria de líquido municipal, pues el rescate de Las Teresitas –ejecutado con éxito por el anterior equipo censurado– y que el Gobierno Central no haya podido guindar el superávit de los ayuntamientos, hace suponer que hoy las arcas no dan excusa para una nueva fechoría. Preocupantes son los retrasos continuados so pretextos burocráticos o administrativos, pues el tiempo corre en contra de unos inmuebles demasiado maltratados; y la desidia excesiva hace sospechar deseos de que se caiga por inanición para quitarse un problema de encima [2].

[1] Los fondos provisionales asignados a iniciar la rehabilitación los consiguió el actual Alcalde a partir del contencioso–administrativo que tuvo que interponer ante el Gobierno Canario por incumplimiento del convenio de cesión. Fue un paripé burocrático y dilatorio, obligado por la presión popular y el activismo de la asociación; cuando procedía la vía penal por el presunto delito de Expolio de Patrimonio, para reclamar al gobierno de su partido los daños y perjuicios inferidos al patrimonio histórico y cultural de nuestra capital. Hubo quizá un conflicto de conciencia entre disciplina de partido y defensa de los derechos e intereses de sus ciudadanos… comprensible hasta cierto punto.

[2] Año 2015. La Consejería de Cultura anunció la demolición de una parte del conjunto protegido: teatro Pérez Minik, como aparente primer paso para derruir el resto. Ninguna autoridad ni representante político de cualquier color, incluido el alcalde, plantaron cara ante el desaguisado ni se opusieron al atropello. Fue la asociación, con el apoyo mediático y popular, la que cursó denuncia a Fiscalía para que actuase de oficio. El efecto inmediato fue la paralización del proyecto destructivo, con un auto de archivo (no se llegó a cometer el delito) en que se advertía de las responsabilidades penales a quienes hubiesen metido la excavadora en el edificio BIC. También aludía al posible futuro de una destrucción espontánea por negligencia pasiva o abandono intencionado. 

Lo único que puede hacer la asociación es seguir atenta a la evolución de los hechos y anticiparse, como siempre, antes de que sea demasiado tarde.

A pesar de todo, seguimos confiando en que la perseverancia dé sus frutos y que algo cambie en la conciencia institucional, en favor de un paisaje urbano que, en los aledaños del parque (puente Duggi y su entorno), se ofrece desolador. marginal, sucio y barriobajero en extremo. Santa Cruz merece un trato amable y respeto por su prestigio, historia e ilusión de futuro.

Este texto ha sido publicado en el blog www.elrincondelbonzo.blogspot.com

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