Espacio de opinión de Canarias Ahora
¡A votar, ciudadanos!
La derecha de Sarkozy, descafeinada. La izquierda de Royal, también. Sostienen algunos principios generales de sus posiciones ideológicas tradicionales, pero los candidatos con más opciones juegan con las tendencias de la opinión pública y las asumen allí donde ven opciones de cosechar votos a su favor. Coinciden más que discrepan en política exterior. Escasas variantes respecto al presidente saliente, Jacques Chirac. Como los gabachos están en contra de la guerra de Irak, hasta Nicolas Sarkozy se pronuncia a favor de la retirada inmediata de las tropas extranjeras que ocupan aquel país. Todos rechazan un ataque contra Irán, mantienen similares posturas ante el conflicto árabe israelí, esquivan cuando pueden el espinoso debate sobre la Constitución Europea o la discusión en torno a cómo superar el déficit público sideral. Profesan sin excepción el multilateralismo como eje orientador de la política exterior.El centrista Bayrou expresa mejor que nadie este eclecticismo político generalizado: ÂHay una derecha en mí porque yo quiero el rigor y la seguridad. Hay una izquierda en mí porque yo quiero la igualdad de oportunidades, la igualdad de derechos, la solidaridad con los más débiles. Hay un centro en mí porque defiendo la equidad, la justicia y la fraternidad. Lo tiene todo este Bayrou. Con mi elección, proclama el centrista, Francia saldrá de la decadencia, sin percibir que él representa la expresión más pura de ese deterioro en su aspecto político. Este declive de Francia ya ha sido planteado tanto por la prensa como por los candidatos: debe cambiarse el régimen político, empezando por el mecanismo electoral. Tratan abiertamente la conveniencia de una VI República e, incluso, la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente. Como dos de cada tres ciudadanos desconfían de los partidos, algo tendrán que hacer.Si el eclecticismo de los candidatos explica parcialmente los índices de indecisos y la crisis de credibilidad en el régimen político, ¿existen otras razones para esa decadencia reconocida? Pues sí. El director de Le Monde se refiere a la rebelión contra la precarización laboral, el desempleo, las reestructuraciones industriales, la miseria y la falta de viviendas. Vale, pero la fractura no procede solamente de reivindicaciones legítimas ante las cuales el oficialismo muestra autismo.La mayoría de los líderes políticos propone el sí a la Constitución Europea y la gente vota ÂnoÂ. El Gobierno propone una ley para el primer empleo juvenil, pero debe retirarla por el rechazo de la sociedad en las calles. Intenta torpedear las pensiones y da marcha atrás ante la oposición de los trabajadores. Al mismo tiempo, recorta poco a poco las conquistas sociales a su alcance en beneficio de los intereses privados. Como concluye Daniel Bensaid, Âen el plano electoral esto implica un fenómeno que los politólogos denominan ÂdisonanciaÂ, es decir, una distancia cada vez mayor entre los partidos y el electoradoÂ. Para reflexionar. ¿O no? Rafael Morales
La derecha de Sarkozy, descafeinada. La izquierda de Royal, también. Sostienen algunos principios generales de sus posiciones ideológicas tradicionales, pero los candidatos con más opciones juegan con las tendencias de la opinión pública y las asumen allí donde ven opciones de cosechar votos a su favor. Coinciden más que discrepan en política exterior. Escasas variantes respecto al presidente saliente, Jacques Chirac. Como los gabachos están en contra de la guerra de Irak, hasta Nicolas Sarkozy se pronuncia a favor de la retirada inmediata de las tropas extranjeras que ocupan aquel país. Todos rechazan un ataque contra Irán, mantienen similares posturas ante el conflicto árabe israelí, esquivan cuando pueden el espinoso debate sobre la Constitución Europea o la discusión en torno a cómo superar el déficit público sideral. Profesan sin excepción el multilateralismo como eje orientador de la política exterior.El centrista Bayrou expresa mejor que nadie este eclecticismo político generalizado: ÂHay una derecha en mí porque yo quiero el rigor y la seguridad. Hay una izquierda en mí porque yo quiero la igualdad de oportunidades, la igualdad de derechos, la solidaridad con los más débiles. Hay un centro en mí porque defiendo la equidad, la justicia y la fraternidad. Lo tiene todo este Bayrou. Con mi elección, proclama el centrista, Francia saldrá de la decadencia, sin percibir que él representa la expresión más pura de ese deterioro en su aspecto político. Este declive de Francia ya ha sido planteado tanto por la prensa como por los candidatos: debe cambiarse el régimen político, empezando por el mecanismo electoral. Tratan abiertamente la conveniencia de una VI República e, incluso, la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente. Como dos de cada tres ciudadanos desconfían de los partidos, algo tendrán que hacer.Si el eclecticismo de los candidatos explica parcialmente los índices de indecisos y la crisis de credibilidad en el régimen político, ¿existen otras razones para esa decadencia reconocida? Pues sí. El director de Le Monde se refiere a la rebelión contra la precarización laboral, el desempleo, las reestructuraciones industriales, la miseria y la falta de viviendas. Vale, pero la fractura no procede solamente de reivindicaciones legítimas ante las cuales el oficialismo muestra autismo.La mayoría de los líderes políticos propone el sí a la Constitución Europea y la gente vota ÂnoÂ. El Gobierno propone una ley para el primer empleo juvenil, pero debe retirarla por el rechazo de la sociedad en las calles. Intenta torpedear las pensiones y da marcha atrás ante la oposición de los trabajadores. Al mismo tiempo, recorta poco a poco las conquistas sociales a su alcance en beneficio de los intereses privados. Como concluye Daniel Bensaid, Âen el plano electoral esto implica un fenómeno que los politólogos denominan ÂdisonanciaÂ, es decir, una distancia cada vez mayor entre los partidos y el electoradoÂ. Para reflexionar. ¿O no? Rafael Morales