Espacio de opinión de Canarias Ahora
Voyerismo y mediocridad
Vivimos en un país donde importa más discutir sobre la forma que el contenido de los mensajes. No da tiempo a que se digieran las informaciones antes de formar una opinión sólida sobre lo que nos cuentan. Aquí lo que importa es quién grita más alto (en forma de retuiteos o me gustas), no los argumentos que se utilizan. Y si no estás de acuerdo con una opinión limítate a gritar más fuerte, no a exponer tus argumentos. Y si eso no funciona, siempre quedará el “no entienden nada” y eliminar o bloquear a esa persona de ese lugar que nos han hecho creer que es nuestra finca particular en la red y que en realidad no es más que humo.
Nos alimentamos de la falsa percepción que nos venden de estar más acompañados que nunca, más “compartidos”, más expuestos (a veces demasiado). Esa falsa sensación de compañía que nos venden y que resulta tan peligrosa y tan dañina para nuestras relaciones reales. Hoy parece que lo importante es compartir el gusto por un videojuego o crear un perfil en una red social para alimentar el voyerismo. Mientras nos partimos la cara en la red, la filosofía desaparece de las aulas, lo sensato se esfuma y el sentido común llora su ausencia. Hemos dejado de cuestionarnos las cosas. De observar lo que nos rodea.
Y luego nos extrañamos de que la corrupción dé votos. De que la mediocridad campe a sus anchas e incluso trepe hasta las más altas cotas de la sociedad. A veces en forma de libro supuestamente escrito por el famoso o famosa de turno y otras en forma de presidente de una gran compañía o incluso de un país.
Vivimos en un país donde importa más discutir sobre la forma que el contenido de los mensajes. No da tiempo a que se digieran las informaciones antes de formar una opinión sólida sobre lo que nos cuentan. Aquí lo que importa es quién grita más alto (en forma de retuiteos o me gustas), no los argumentos que se utilizan. Y si no estás de acuerdo con una opinión limítate a gritar más fuerte, no a exponer tus argumentos. Y si eso no funciona, siempre quedará el “no entienden nada” y eliminar o bloquear a esa persona de ese lugar que nos han hecho creer que es nuestra finca particular en la red y que en realidad no es más que humo.
Nos alimentamos de la falsa percepción que nos venden de estar más acompañados que nunca, más “compartidos”, más expuestos (a veces demasiado). Esa falsa sensación de compañía que nos venden y que resulta tan peligrosa y tan dañina para nuestras relaciones reales. Hoy parece que lo importante es compartir el gusto por un videojuego o crear un perfil en una red social para alimentar el voyerismo. Mientras nos partimos la cara en la red, la filosofía desaparece de las aulas, lo sensato se esfuma y el sentido común llora su ausencia. Hemos dejado de cuestionarnos las cosas. De observar lo que nos rodea.