Espacio de opinión de Canarias Ahora
Zeitun, Jabalya y el 'New York Times' por Amando Hurtado (*)
Refiriéndose a la población palestina, y a los más de 1000 muertos y más de tres mil heridos que en ella ha causado hasta ahora el ataque israelí, publicaba el New York Times, en su primera página del pasado día 9 de enero, un artículo titulado “El combatiente (palestino) ve su Paraíso en el dolor de Gaza”. El artículo describía las horribles escenas de dolor y muerte que se viven en el bloqueado Hospital Shifa, de la ciudad de Gaza, pero centrándose en un herido de la Jihad islámica al que describía muy satisfecho por la muerte de civiles palestinos, ya que, en realidad, “sufrían el martirio heroicamente, para bien de su causa”. Añadía, el autor del artículo, que eso ponía de relieve “la forma en que está siendo explotada la gente del pueblo por luchadores suicidas y guerrilleros militares”.
¿Trataba el New York Times de sugerir que las muertes de civiles inocentes son bienvenidas por los “responsables” palestinos de los crímenes de guerra de los que se está acusando a Israel? Por si cupiera alguna duda sobre ello, el día 11 volvía el periódico a la carga con un artículo titulado “Una Guerra de Gaza llena de trampas y trucos”. El analista (Steven Erlanger) señalaba que “Hamas, con entrenamiento impartido por Irán y Hezbollah, ha convertido la franja de Gaza, durante los últimos dos años, en un laberinto de sofisticados túneles llenos de trampas-bomba. Las armas se hallan escondidas en mezquitas, escuelas y casas particulares y el cuartel general es un bunker que se encuentra bajo el mayor hospital de la ciudad, según indican los servicios de inteligencia israelíes”. Es decir, dando pleno crédito a lo que cuentan las autoridades israelíes, tratando de justificar la masacre.
A los españoles, que llevamos doscientos años conmemorando nuestra famosa “Guerra de la Independencia”, entre otros eventos, no nos sorprendería demasiado que en Palestina se verificase la actuación de grupos resistentes escondiendo sus armas en mezquitas, ni que algunos titulasen su lucha armada contra el invasor “cruzada de liberación”, con la colaboración de determinados clérigos musulmanes. Tampoco podría extrañar a nadie que haya sobrevivido a las horas amargas de la ocupación nazi en diversos países de Europa o, simplemente, conozca un poco la historia de nuestro continente. Los “maquis” hacían cosas parecidas cuando no tenían otras alternativas, como es el caso de los guerrilleros palestinos, en su exiguo y superpoblado territorio.
En Palestina, y en cualquier otra parte, las actuaciones de los ejércitos han de atenerse a limitaciones: las que vienen dictadas por la conciencia humanitaria elemental y las que impone el Derecho Internacional. La matanza de civiles, incluidos ancianos, mujeres y niños, carentes de refugio alguno, no puede ser considerada un “daño colateral” en el conflicto palestino-israelí. Lo que está haciendo Israel se parece mucho a una campaña de castigo colectivo, diseñada para aterrorizar a toda la población más que para eliminar o disuadir a los guerrilleros de Hamas.
No otra cosa se desprende de numerosos hechos puntuales, como el de la matanza de Zeitun, en la periferia meridional de Gaza, donde los militares israelíes obligaron a miembros de varias familias, a punta de fusil, a entrar en un edificio sobre el que, a continuación, lanzaron misiles que causaron en torno a 70 muertos. Durante los cuatro días siguientes, los israelíes impidieron el acceso de la Cruz Roja al barrio, sin facilitar ayuda alguna a los moribundos. Allí los encontraron los auxiliadores voluntarios que se abrieron camino hasta ellos, aprovechando una pausa de tres horas en el continuo bombardeo que llevan a cabo la artillería y la aviación israelíes sobre la Franja.
Para el comentarista del New York Times, “los oficiales israelíes aseguran que obedecen las reglas de la guerra y tratan de no dañar a los no combatientes, pero Hamas utiliza escudos humanos para protegerse”. Sin embargo, en el caso del bombardeo al que fue sometida la escuela de Naciones Unidas en Jabalya, que causó más de 40 muertos, han sido los mismos observadores de la organización internacional quienes han desmentido esa falacia.
El veto impuesto por Israel a la prensa internacional en la Franja de Gaza es todo un dato a tener muy en cuenta. Pero el New York Times y la prensa liberal-conservadora norteamericana, en general, cuentan con valiosas aportaciones periodísticas “de toda confianza”, como la de Ron Ben-Yishai, corresponsal de guerra israelí del Yediot Aharonot, estrechamente vinculado al Likud, que es el partido de la derecha política judía, naturalmente.
El significado profundo de lo que está pasando en Gaza se verá dentro de poco...
(*) Amando Hurtado es licenciado en Derecho, escritor y articulista de El Plural
Amando Hurtado (*)
Refiriéndose a la población palestina, y a los más de 1000 muertos y más de tres mil heridos que en ella ha causado hasta ahora el ataque israelí, publicaba el New York Times, en su primera página del pasado día 9 de enero, un artículo titulado “El combatiente (palestino) ve su Paraíso en el dolor de Gaza”. El artículo describía las horribles escenas de dolor y muerte que se viven en el bloqueado Hospital Shifa, de la ciudad de Gaza, pero centrándose en un herido de la Jihad islámica al que describía muy satisfecho por la muerte de civiles palestinos, ya que, en realidad, “sufrían el martirio heroicamente, para bien de su causa”. Añadía, el autor del artículo, que eso ponía de relieve “la forma en que está siendo explotada la gente del pueblo por luchadores suicidas y guerrilleros militares”.
¿Trataba el New York Times de sugerir que las muertes de civiles inocentes son bienvenidas por los “responsables” palestinos de los crímenes de guerra de los que se está acusando a Israel? Por si cupiera alguna duda sobre ello, el día 11 volvía el periódico a la carga con un artículo titulado “Una Guerra de Gaza llena de trampas y trucos”. El analista (Steven Erlanger) señalaba que “Hamas, con entrenamiento impartido por Irán y Hezbollah, ha convertido la franja de Gaza, durante los últimos dos años, en un laberinto de sofisticados túneles llenos de trampas-bomba. Las armas se hallan escondidas en mezquitas, escuelas y casas particulares y el cuartel general es un bunker que se encuentra bajo el mayor hospital de la ciudad, según indican los servicios de inteligencia israelíes”. Es decir, dando pleno crédito a lo que cuentan las autoridades israelíes, tratando de justificar la masacre.