El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El agua convertida en vino en La Geria
Tercera entrega de nuestra Metamorfosis Conejera, consistente en convertir en vino de la Bodega Stratus una suerte de imposibles ambientales, urbanísticos y administrativos a partir de una solicitud presentada por persona interpuesta para que nadie viera a Juan Francisco Rosa, el empresario más poderoso de Lanzarote. Hoy nos vamos a ocupar de aspectos derivados de la autorización, a todas luces ilegal, firmada por el director general de Urbanismo el 24 de marzo de 1999, a la sazón César Muñoz (PP), por la que se permitía la restauración de una vieja vivienda y la construcción de una bodega de 900 metros cuadrados en pleno Paisaje Protegido de La Geria, en el lugar conocido como Barranco del Obispo, en el término municipal de Yaiza (¿dónde si no?). El primer dato llamativo es cómo, en estas particulares bodas de Caná, una edificación en ruinas de 171 metros cuadrados (en algunas inscripciones sólo constan 141,36 o 164,56 contando los patios) pasa a tener nada menos que 243, según la autorización gubernamental. Por lo tanto, y bajo cuerda, ya se estaba autorizando una ampliación de la edificación, algo totalmente prohibido en el planeamiento urbanístico y ambiental de la zona.
Tercera entrega de nuestra Metamorfosis Conejera, consistente en convertir en vino de la Bodega Stratus una suerte de imposibles ambientales, urbanísticos y administrativos a partir de una solicitud presentada por persona interpuesta para que nadie viera a Juan Francisco Rosa, el empresario más poderoso de Lanzarote. Hoy nos vamos a ocupar de aspectos derivados de la autorización, a todas luces ilegal, firmada por el director general de Urbanismo el 24 de marzo de 1999, a la sazón César Muñoz (PP), por la que se permitía la restauración de una vieja vivienda y la construcción de una bodega de 900 metros cuadrados en pleno Paisaje Protegido de La Geria, en el lugar conocido como Barranco del Obispo, en el término municipal de Yaiza (¿dónde si no?). El primer dato llamativo es cómo, en estas particulares bodas de Caná, una edificación en ruinas de 171 metros cuadrados (en algunas inscripciones sólo constan 141,36 o 164,56 contando los patios) pasa a tener nada menos que 243, según la autorización gubernamental. Por lo tanto, y bajo cuerda, ya se estaba autorizando una ampliación de la edificación, algo totalmente prohibido en el planeamiento urbanístico y ambiental de la zona.