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Por ahora la ciudad

Las casualidades también valen en política. El mismo día en que caía derrotado por sus propias debilidades el secretario general de los socialistas grancanarios, Eduardo González, a algo más de un kilómetro de su dimisión se daba un chorro de gusto Arcadio Díaz Tejera, candidato del PSC a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Eduardo González equivocó la medida, pensó que bastaba con ser secretario general para someter al partido a su concepción de la vida, de la sociedad, de la organización y de las instituciones. Arcadio pedía a sus doscientos invitados que le echaran una mano a cambiar lo que él considera que está mal en la ciudad de Las Palmas. Mucho, según quedó de manifiesto. Pero ni una palabra en el Bodegón del Pueblo Canario de la crisis del PSC grancanario; nada de la elaboración de listas; nada de un nuevo orden partidista. Ahora toca la ciudad, decía Arcadio; “de momento”, matizaba casi al final un eufórico Tony González Viéitez.

Las casualidades también valen en política. El mismo día en que caía derrotado por sus propias debilidades el secretario general de los socialistas grancanarios, Eduardo González, a algo más de un kilómetro de su dimisión se daba un chorro de gusto Arcadio Díaz Tejera, candidato del PSC a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Eduardo González equivocó la medida, pensó que bastaba con ser secretario general para someter al partido a su concepción de la vida, de la sociedad, de la organización y de las instituciones. Arcadio pedía a sus doscientos invitados que le echaran una mano a cambiar lo que él considera que está mal en la ciudad de Las Palmas. Mucho, según quedó de manifiesto. Pero ni una palabra en el Bodegón del Pueblo Canario de la crisis del PSC grancanario; nada de la elaboración de listas; nada de un nuevo orden partidista. Ahora toca la ciudad, decía Arcadio; “de momento”, matizaba casi al final un eufórico Tony González Viéitez.