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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

¡Albricias! ¡Se volatilizaron las escuchas!

El PP empieza a recular antes de que termine agosto. Primero fue Soraya Sáenz de Santamaría el martes en el Congreso de los Diputados, que habló de persecución; luego José Manuel Soria, desde Tenerife, desdiciéndose de sus declaraciones sobre la ilegalidad -a su entender, que es corto- de las escuchas realizadas al alcalde de Arona y, por simpatía y doméstica familiaridad, al presidente de Canarias. Este miércoles le ha tocado poner la guinda a la bajada de pantalones a Mariano Rajoy quien desde Galicia (no sabemos si llegando o volviendo de su tierra), evitó por completo hablar de espionaje y mucho menos de escuchas ilegales realizadas a cargos de su partido. Tanto Mariano como los suyos han vuelto a la vieja cantinela de que son perseguidos por policías y fiscales y que el PP no recibe el mismo trato que los demás presuntos corruptos que en España investigados son. Esto empieza a tornarse del color del tomate maduro, que es como debería quedársele la cara a tanto rostro pálido.

El PP empieza a recular antes de que termine agosto. Primero fue Soraya Sáenz de Santamaría el martes en el Congreso de los Diputados, que habló de persecución; luego José Manuel Soria, desde Tenerife, desdiciéndose de sus declaraciones sobre la ilegalidad -a su entender, que es corto- de las escuchas realizadas al alcalde de Arona y, por simpatía y doméstica familiaridad, al presidente de Canarias. Este miércoles le ha tocado poner la guinda a la bajada de pantalones a Mariano Rajoy quien desde Galicia (no sabemos si llegando o volviendo de su tierra), evitó por completo hablar de espionaje y mucho menos de escuchas ilegales realizadas a cargos de su partido. Tanto Mariano como los suyos han vuelto a la vieja cantinela de que son perseguidos por policías y fiscales y que el PP no recibe el mismo trato que los demás presuntos corruptos que en España investigados son. Esto empieza a tornarse del color del tomate maduro, que es como debería quedársele la cara a tanto rostro pálido.