El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Algún apellido rezagado
Como ya publicamos este fin de semana, la prueba ortográfica fue anulada por el tribunal que ha de calificar a los futuros policías locales de Las Palmas de Gran Canaria por considerar que diez minutos es muy poco tiempo para corregir 22 frases y no cometer más de diez faltas. Les invitamos a que hagan la prueba, a ver si les parece muy estresante un ejercicio así. Esta decisión tiene dos facetas verdaderamente preocupantes. La primera, la que afecta a los que sí superaron esa prueba, unos escasos treinta aspirantes que han de examinarse de nuevo y que tienen un cabreo colosal. La segunda es algo más enjundiosa. Porque siendo cierto que han recurrido casi 100 de los 160 suspendidos, aportando incluso informes de expertos en la materia, se extiende el rumor de que entre los suspendidos en esa criba se encontraba algún aspirante que tenía que haberla superado. Si es así, cosa que nadie ha podido confirmar en absoluto, terminaremos dando con la víctima propiciatoria. Pero lo que realmente debe prevalecer es el criterio de que, además de las cualidades intrínsecas a un agente del orden, es exigible que sepan leer y escribir correctamente, que sepan expresarse y comprender perfectamente lo que un ciudadano pueda decirles en cada momento. Que hubo una vez una remesa que da hasta miedo, no ya por su comportamiento atrabiliario, que también, sino por ceñirse a un lenguaje marciano: “El operativo estaba compuesto por dos binomios”, en lugar de “el dispositivo estaba compuesto por dos parejas [de agentes]”.
Como ya publicamos este fin de semana, la prueba ortográfica fue anulada por el tribunal que ha de calificar a los futuros policías locales de Las Palmas de Gran Canaria por considerar que diez minutos es muy poco tiempo para corregir 22 frases y no cometer más de diez faltas. Les invitamos a que hagan la prueba, a ver si les parece muy estresante un ejercicio así. Esta decisión tiene dos facetas verdaderamente preocupantes. La primera, la que afecta a los que sí superaron esa prueba, unos escasos treinta aspirantes que han de examinarse de nuevo y que tienen un cabreo colosal. La segunda es algo más enjundiosa. Porque siendo cierto que han recurrido casi 100 de los 160 suspendidos, aportando incluso informes de expertos en la materia, se extiende el rumor de que entre los suspendidos en esa criba se encontraba algún aspirante que tenía que haberla superado. Si es así, cosa que nadie ha podido confirmar en absoluto, terminaremos dando con la víctima propiciatoria. Pero lo que realmente debe prevalecer es el criterio de que, además de las cualidades intrínsecas a un agente del orden, es exigible que sepan leer y escribir correctamente, que sepan expresarse y comprender perfectamente lo que un ciudadano pueda decirles en cada momento. Que hubo una vez una remesa que da hasta miedo, no ya por su comportamiento atrabiliario, que también, sino por ceñirse a un lenguaje marciano: “El operativo estaba compuesto por dos binomios”, en lugar de “el dispositivo estaba compuesto por dos parejas [de agentes]”.