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Provocación sobre provocación

¿Era oportuno que José Manuel Soria fuera el pregonero de las fiestas de San Juan de Telde? ¿Obtienen el ministro de Industria y sus acólitos de esa ciudad algún rédito político con esa acción? ¿Sintoniza el Ayuntamiento con sus vecinos eligiendo a este pregonero? Las respuestas son evidentes. Más que un acto oportuno, popular y políticamente rentable, lo que ha hecho el PP de Telde de manera unilateral, sin contar ni siquiera con su socio en el Ayuntamiento, Coalición Canaria, y con el rechazo frontal de la oposición ha sido una absoluta provocación. Se trataba de escenificar un gesto de fuerza –o de prepotencia- ante una ciudadanía cabreada que ve cómo se mangonean unas de sus fiestas populares mediante una burda utilización partidista del pregón. Porque sólo el PP acudió a la ermita de San Pedro Mártir a escuchar y pelotear a su líder regional, mientras muchas más personas protestaban con gran aparato cacharreril en los alrededores (en los alrededores que la Policía permitió) contra las prospecciones petrolíferas y, sobre todo, contra la chulería con la que se ha gestionado ese asunto. Una provocación innecesaria y muy poco rentable, exclusiva para el consumo interno, para que los que buscan acomodo en las próximas listas se dejaran ver ante el líder y éste se sintiera mínimamente reconfortado. Una chulería detrás de otra. Un gesto prepotente mediante un acto público, además tradicionalmente popular. No, no fue oportuno. Ni siquiera rentable. Uno más.

Agustín Manrique cabrea a sus representados

El PP canario hace lo indecible por agradar a su líder y por avalar sus ímprobos esfuerzos por beneficiar a Repsol con una explotación petrolera en las islas. La última aportación al debate la hizo la noche del martes el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Agustín Manrique, colocado, no se sabe muy bien por qué méritos, en el plató de La Noche 24 horas, de Televisión Española. Sin pretenderlo, el presentador delató el fórceps de la entrevista en el minuto uno: “Le hemos invitado aprovechando su paso por Madrid”. Le faltó decir que nos lo pidió el señor ministro, su paisano. Elegante, cordial, muy seguro de sí mismo, Manrique llegó con sus mensajes (de siempre) bien aprendidos, tratando de desinflar la polémica del petróleo con despejes a córner que pueden colar en Madrid, pero no en Canarias: “Debate precipitado”; “falta mucho por conocer”; “es necesario explorar para conocer y conocer para decidir”… como si las gestiones de su señor ministro no condujeran a facilitar a Repsol las explotaciones sin más dudas que las que puedan plantear en su caso los tribunales de justicia. Pero donde se le fue por completo la pinza al mirlo blanco de Soria fue en sus apreciaciones rotundas sobre el sentir del colectivo empresarial al que representa: “Como no puede ser de otro modo, los empresarios estamos a favor del turismo”, pero “el sector turístico no está preocupado por el petróleo”. Literal. Es probable que Manrique de Lara haya escuchado sólo a una pequeña parte del empresariado, el que se ha manifestado, y no a los que guardan un temeroso silencio (todavía hay algunos que tienen miedo de una reacción vengativa de Soria) o los que, justo al contrario, se han manifestado abiertamente en contra, como el presidente de la patronal turística de Fuerteventura, que no solo se opone al negociete de los amigos de Soria, sino que hasta ha abandonado con gran aparato mediático su militancia en el PP.

“Diversificar nuestra economía”

Cabía esperar de un hombre tan prudente y moderado como Agustín Manrique algunas aportaciones inteligentes y audaces que se salieran del manual del buen pepero petrolero. Pero las gastó casi todas. Dijo, entre otras cosas, que “nosotros queremos saber lo que hay porque queremos diversificar nuestra economía”, repetimos, “diversificar nuestra economía” con el petróleo. Cualquier técnico de la patronal le refuta esa posible diversificación exactamente en medio minuto. Y añadió más: “No se puede vivir exclusivamente del turismo, eso está demostrado”, momento en el que se metió en el jardín de la moratoria turística que, según enfatizó, ha impedido construir nuevas camas turísticas los últimos quince años. Hay una larga lista de autorizaciones de hoteles en ese periodo que podríamos empezar por Anfi Tauro (con la intervención decisiva de su jefe) y terminar con el Maspalomas Oasis de RIU, paralizado en estos momentos por un BIC, y no por la moratoria. El patrono de patronos de la provincia de Las Palmas no dejó de pronunciar la frase mágica de cualquier liberal: “No tenemos un marco en el que se facilite la libertad económica”, pero nos quedamos con las ganas de saber a qué se refería exactamente, porque ni la economía canaria parece muy intervenida como para no ser libre, ni su partido hizo nada los últimos quince años que compartió gobierno por resolverlo. El final fue apoteósico. Para rellenar los escasos doce minutos de la entrevista, y para demostrar que el entrevistado no daba mucho más de sí para un programa nacional, al periodista no se le ocurrió mejor recurso que preguntar por los vinos canarios. “En Canarias se hacen excelentes vinos”, le dijo. “Sí, sobre todo blancos”. Y a esperar por el siguiente recomendado en la cadena pública.

Benicio Alonso: “¿Que dimita? ¿De qué?”

Mucho menos elegante y cabal que Agustín Manrique de Lara, nuestro siguiente personaje es Benicio Alonso. Ya de regreso del crucero que le mantuvo ajeno (al menos geográficamente) de la polémica que generó su desafortunada descripción del dirigente socialista Eduardo Madina, el exconsejero y exlíder empresarial por el tercio del PP se explicó. Y lo hizo muy al modo que tienen los que se creen tocados por la infalibilidad. Dice que ya ha pedido disculpas, y que éstas llegaron al afectado, lo que debemos creer solo porque lo dice él. Pero lejos de mostrarse prudente y arrepentido, Alonso disparó contra el mensajero (el periodista que mandó la noticia a Madrid, como si eso hiciera falta existiendo una cosa que le sonará a chino como es Internet); contra los que sacaron su frase de contexto (“el cojito de la ETA”, no parece tener muchas descontextualizaciones) y contra los que han pedido su dimisión. “¿Que dimita?, ¿de qué?, como no sea de mi casa… juas, juas, juas”. Avaló tan ocurrente afirmación recordando a los oyentes de Teide Radio, donde lo entrevistaron este miércoles, que él no ocupa ningún cargo público, aunque acto seguido, en un rapto memorístico, sí reconoció que es miembro del comité ejecutivo del Partido Popular de Tenerife, de donde sí se puede dimitir sin tener que llegar a los extremos domésticos. ¿Y por qué creen ustedes que don Benicio está en ese órgano del PP? Pues, según sus palabras, “me imagino que por mi edad de mayor (sic) y porque sé algunas cosas”. No haga que le preguntemos qué cosas sabe, que lo mismo se mete en un jardín y vuelve a salir en El Intermedio.

La Supercomisaría confesional

El jefe superior de Policía de Canarias va camino de convertir en santos y mártires a todos sus antecesores, incluidos todos aquellos anatemizados por el partido que le ha elevado a los máximos niveles de su incompetencia. Por primera vez en la historia de la Policía en Canarias, Valentín Solano ha logrado poner de acuerdo a todos los sindicatos del cuerpo, que critican sin miramientos sus excesos y sus defectos, sus idas y sus venidas, y el desnorte que se vive dentro de la casa, abierta en canal por varios asuntos que afearían al más pintado. Consciente de la necesidad de auxilio divino, al jefe superior no se le ha ocurrido nada mejor que proteger las cosas que pasan en la Supercomisaría de Las Palmas de Gran Canaria con una imagen del patrono de la Policía, los Santos Ángeles Custodios, una imagen que puede verse en el hall que cada mañana frecuentan cientos de ciudadanos que acuden a gestionar su DNI o su pasaporte. A pocos metros de las pantallas en las que se refleja el número del turnomatic, o de las televisiones decomisadas al narco en las que se ofrecen los realitys matinales, una urna custodia esa imagen que demuestra una vez más lo mucho que se pasan por el arco del triunfo los cargos públicos del PP eso del Estado aconfesional que habitamos. Y ciertamente ese edificio necesita ayuda para desentrañar los muchos misterios sin resolver que se están fraguando, algunos en manos de jueces, otros en manos de nada duchos instructores de expedientes internos que se pierden en las procelosas aguas de la planta décima. Hace falta un santo que encuentre placas policiales que se extravían, o grabaciones peligrosas que involucran a la familia mandarina… O que impida la entrada de ex policías poco recomendables para la buena marcha del gremio. Pero ni con ésas. Ya les contaremos.

¿Era oportuno que José Manuel Soria fuera el pregonero de las fiestas de San Juan de Telde? ¿Obtienen el ministro de Industria y sus acólitos de esa ciudad algún rédito político con esa acción? ¿Sintoniza el Ayuntamiento con sus vecinos eligiendo a este pregonero? Las respuestas son evidentes. Más que un acto oportuno, popular y políticamente rentable, lo que ha hecho el PP de Telde de manera unilateral, sin contar ni siquiera con su socio en el Ayuntamiento, Coalición Canaria, y con el rechazo frontal de la oposición ha sido una absoluta provocación. Se trataba de escenificar un gesto de fuerza –o de prepotencia- ante una ciudadanía cabreada que ve cómo se mangonean unas de sus fiestas populares mediante una burda utilización partidista del pregón. Porque sólo el PP acudió a la ermita de San Pedro Mártir a escuchar y pelotear a su líder regional, mientras muchas más personas protestaban con gran aparato cacharreril en los alrededores (en los alrededores que la Policía permitió) contra las prospecciones petrolíferas y, sobre todo, contra la chulería con la que se ha gestionado ese asunto. Una provocación innecesaria y muy poco rentable, exclusiva para el consumo interno, para que los que buscan acomodo en las próximas listas se dejaran ver ante el líder y éste se sintiera mínimamente reconfortado. Una chulería detrás de otra. Un gesto prepotente mediante un acto público, además tradicionalmente popular. No, no fue oportuno. Ni siquiera rentable. Uno más.

Agustín Manrique cabrea a sus representados