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Si se le aplicaran los correctivos

No es necesario que Juan José Cardona pida perdón a la ciudad de la que es alcalde por aquella oportunidad perdida, ni siquiera por haber permitido que en una zona densamente poblada como es Schamann, se trataran de implantar dos torres de viviendas que han reducido drásticamente el aprovechamiento público de una parcela con una histórica vocación de parque urbano tan reclamado por el barrio. Pero si no es necesario que pida perdón, resulta absolutamente ofensivo que encima trate de achacar a los demás un quebranto patrimonial y un pelotazo del que es uno de los máximos responsables políticos. Como la memoria es frágil cuando de trapisondas de trata, convendría recordar cómo fue el pelotazo del Canódromo. Bajo la alcaldía de José Manuel Soria (quién si no), una promotora inmobiliaria, Inprocansa, se presenta ante el Ayuntamiento con una opción de compra sobre el Canódromo ofreciendo un convenio urbanístico según el cuál cedería parte de esa pieza de suelo a cambio de aprovechamientos urbanísticos en la misma parcela y la cesión de otras piezas de titularidad municipal en otras zonas de la capital. El Ayuntamiento acepta sobrevalorando 2,7 veces el valor de la transacción e Inprocansa, a través de su filial Urbacan, vende todos esos derechos a la constructora Realia, que ya ha levantado una torre y está a la espera de que los tribunales le permitan levantar la segunda o, en su defecto, reclamar daños y perjuicios. Los tribunales no han apreciado delito en esta actuación de Soria, Cardona, Pepa Luzardo o Felipe Afonso El Jaber, pero tan solo con el perjuicio económico infligido a la ciudad, serían carne de esos correctivos que el PP anda anunciando estos días para los malos gestores que gastan lo que no tienen o dilapidan los dineros, bienes e intereses de la colectividad.

No es necesario que Juan José Cardona pida perdón a la ciudad de la que es alcalde por aquella oportunidad perdida, ni siquiera por haber permitido que en una zona densamente poblada como es Schamann, se trataran de implantar dos torres de viviendas que han reducido drásticamente el aprovechamiento público de una parcela con una histórica vocación de parque urbano tan reclamado por el barrio. Pero si no es necesario que pida perdón, resulta absolutamente ofensivo que encima trate de achacar a los demás un quebranto patrimonial y un pelotazo del que es uno de los máximos responsables políticos. Como la memoria es frágil cuando de trapisondas de trata, convendría recordar cómo fue el pelotazo del Canódromo. Bajo la alcaldía de José Manuel Soria (quién si no), una promotora inmobiliaria, Inprocansa, se presenta ante el Ayuntamiento con una opción de compra sobre el Canódromo ofreciendo un convenio urbanístico según el cuál cedería parte de esa pieza de suelo a cambio de aprovechamientos urbanísticos en la misma parcela y la cesión de otras piezas de titularidad municipal en otras zonas de la capital. El Ayuntamiento acepta sobrevalorando 2,7 veces el valor de la transacción e Inprocansa, a través de su filial Urbacan, vende todos esos derechos a la constructora Realia, que ya ha levantado una torre y está a la espera de que los tribunales le permitan levantar la segunda o, en su defecto, reclamar daños y perjuicios. Los tribunales no han apreciado delito en esta actuación de Soria, Cardona, Pepa Luzardo o Felipe Afonso El Jaber, pero tan solo con el perjuicio económico infligido a la ciudad, serían carne de esos correctivos que el PP anda anunciando estos días para los malos gestores que gastan lo que no tienen o dilapidan los dineros, bienes e intereses de la colectividad.