El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Asadero benéfico con Yrichen
Un cochino de 50 kilos sirvió de excusa para que la Fundación Canaria Yrichen, dedicada a ayudar a las personas con problemas de drogodependencias y a sus familias, volviera a congregar a su alrededor a un buen puñado de gente que le apoya y que volvió a rascarse el bolsillo para ayudar en las maltrechas finanzas de la ONG. Jorge Hernández, su presidente, el cura de La Pardilla, luego de la Vega de San José y hoy en Valsequillo, sigue consiguiendo el reconocimiento de la sociedad, representada por esas 150 personas que se dieron cita una vez más en una finca de Maspalomas para echar una mano y pasar un buen rato con música, charla y hasta concurso de postres, uno de los más celebrados de la isla. El asadero es una de las múltiples actividades que genera Yrichen para fortalecer sus lazos con la sociedad y de paso sacar unas perritas. La inquieta iniciativa del equipo de la fundación les lleva a meriendas benéficas, galas artísticas y hasta campeonatos de golf con los que complementan los dineros de las cada vez más exiguas subvenciones públicas.
Un cochino de 50 kilos sirvió de excusa para que la Fundación Canaria Yrichen, dedicada a ayudar a las personas con problemas de drogodependencias y a sus familias, volviera a congregar a su alrededor a un buen puñado de gente que le apoya y que volvió a rascarse el bolsillo para ayudar en las maltrechas finanzas de la ONG. Jorge Hernández, su presidente, el cura de La Pardilla, luego de la Vega de San José y hoy en Valsequillo, sigue consiguiendo el reconocimiento de la sociedad, representada por esas 150 personas que se dieron cita una vez más en una finca de Maspalomas para echar una mano y pasar un buen rato con música, charla y hasta concurso de postres, uno de los más celebrados de la isla. El asadero es una de las múltiples actividades que genera Yrichen para fortalecer sus lazos con la sociedad y de paso sacar unas perritas. La inquieta iniciativa del equipo de la fundación les lleva a meriendas benéficas, galas artísticas y hasta campeonatos de golf con los que complementan los dineros de las cada vez más exiguas subvenciones públicas.