El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
A Australia Navarro no le gustan las cartas
Poco tardó el PP canario en hacer dos cosas: filtrar la carta de Paulino Rivero a los medios más adeptos al régimen y, acto seguido, descalificarla. Se encargó de la encomienda esa combativa portavoz parlamentaria llamada María Australia Navarro, empeñada últimamente en frenar las ansias soberanistas del presidente del Gobierno, y suponemos que de Coalición Canaria, culpándolo de ser él quien las incita entre la población e invocando el federalismo del PSOE, su socio de gobierno, para que lo frene. Mal negocio el que tiene que gestionar en esta materia la dirigente conservadora. Primero porque, lejos de negar la mayor, de desmentir los datos que Rivero introduce en su carta como ejemplos objetivos de “ruptura del pacto institucional” que desde los tiempos de la Corona de Castilla se mantiene con Canarias, Navarro se dedica a negar sus efectos entre la población. Es decir, la desafección que vaticina el presidente del Gobierno. Para ello discute las encuestas de opinión en las que se basa para llegar a esas conclusiones y, lo que es todavía más insostenible, culpar a Rivero de los grandes males que padece Canarias como consecuencia de las políticas que ejecuta contra las islas el Gobierno del que forma parte su líder regional, principal instigador del castigo que se inflige. En el colmo del retruécano, Navarro se ampara para defender sus tesis en el periódico El Día, que viene siendo el que todos cada mañana advierte a sus lectores (o a los que tienen el valor de meterse sus editoriales entre pecho y espalda) de los grandes males que propina a Canarias la Metrópoli colonialista. Este domingo, sin ir más lejos: “Somos una colonia tan vergonzosa como cualquiera de las que perduran ya en pleno siglo XXI”; “Debemos rebelarnos contra la injusticia colonial y debemos hacerlo cuanto antes. Hoy mejor que mañana porque nuestra situación será peor cada día que pase”, se podía leer, entre otras aportaciones independentistas, en la pastoral pepitiana. Luego está el PSOE. Que María Australia Navarro espere de los socialistas un gesto de desagrado por las advertencias de Paulino Rivero a Rajoy y al Rey es de un infantil que causa conmiseración. Porque el PSOE comparte el fondo sin duda alguna, comparte que el Gobierno del PP está arrasando derechos ciudadanos y logros institucionales importantísimos para Canarias. Y comparte que eso genera desafección entre los canarios hacia Madrid y hacia la política, lo que se combate, según reza el manual socialista, con el federalismo, es decir, con más competencias y un rediseño del Estado de las Autonomías. Nunca negando la evidencia.
Poco tardó el PP canario en hacer dos cosas: filtrar la carta de Paulino Rivero a los medios más adeptos al régimen y, acto seguido, descalificarla. Se encargó de la encomienda esa combativa portavoz parlamentaria llamada María Australia Navarro, empeñada últimamente en frenar las ansias soberanistas del presidente del Gobierno, y suponemos que de Coalición Canaria, culpándolo de ser él quien las incita entre la población e invocando el federalismo del PSOE, su socio de gobierno, para que lo frene. Mal negocio el que tiene que gestionar en esta materia la dirigente conservadora. Primero porque, lejos de negar la mayor, de desmentir los datos que Rivero introduce en su carta como ejemplos objetivos de “ruptura del pacto institucional” que desde los tiempos de la Corona de Castilla se mantiene con Canarias, Navarro se dedica a negar sus efectos entre la población. Es decir, la desafección que vaticina el presidente del Gobierno. Para ello discute las encuestas de opinión en las que se basa para llegar a esas conclusiones y, lo que es todavía más insostenible, culpar a Rivero de los grandes males que padece Canarias como consecuencia de las políticas que ejecuta contra las islas el Gobierno del que forma parte su líder regional, principal instigador del castigo que se inflige. En el colmo del retruécano, Navarro se ampara para defender sus tesis en el periódico El Día, que viene siendo el que todos cada mañana advierte a sus lectores (o a los que tienen el valor de meterse sus editoriales entre pecho y espalda) de los grandes males que propina a Canarias la Metrópoli colonialista. Este domingo, sin ir más lejos: “Somos una colonia tan vergonzosa como cualquiera de las que perduran ya en pleno siglo XXI”; “Debemos rebelarnos contra la injusticia colonial y debemos hacerlo cuanto antes. Hoy mejor que mañana porque nuestra situación será peor cada día que pase”, se podía leer, entre otras aportaciones independentistas, en la pastoral pepitiana. Luego está el PSOE. Que María Australia Navarro espere de los socialistas un gesto de desagrado por las advertencias de Paulino Rivero a Rajoy y al Rey es de un infantil que causa conmiseración. Porque el PSOE comparte el fondo sin duda alguna, comparte que el Gobierno del PP está arrasando derechos ciudadanos y logros institucionales importantísimos para Canarias. Y comparte que eso genera desafección entre los canarios hacia Madrid y hacia la política, lo que se combate, según reza el manual socialista, con el federalismo, es decir, con más competencias y un rediseño del Estado de las Autonomías. Nunca negando la evidencia.