El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Dos bethencoures haciendo encajes
La identidad y el bagaje de los periodistas que entrevistaron a Soria son suficientemente elocuentes para que todo fuera absolutamente previsible. Y ocurrió. Alrededor de ese periodista intachable que es Carmelo Rivero, se sentaron a alabar a tan insigne servidor público Jorge Bethencourt (ex asesor de Urbanismo de Miguel Zerolo); Andrés Chaves, que cose para la calle y para dentro de casa, bacinilla incluida; Clemente González, COPE La Palma, ora pro nobis; Enrique Bethencourt, corista del extrarradio, y Manolo Mederos, director adjunto de Canarias7 y correveidile de Antonio López y Fernando de Lorenzo, padrino y padrino, respectivamente y con perdón. Ninguno quiso quedarse atrás, ninguno se atrevió a afear al presidente ninguna de sus conductas presuntamente delictivas. Tanto fue el vacío, que tuvo que ser el vicepresidente quien rellenara con autobombo los huecos de antiperiodismo que quedaron en el ambiente. La guinda la puso Enrique Bethencourt cuando afirmó que estaba convencido de que Soria no había metido la mano en la causa del salmón. Claro que no, Enriquito, claro que no.
La identidad y el bagaje de los periodistas que entrevistaron a Soria son suficientemente elocuentes para que todo fuera absolutamente previsible. Y ocurrió. Alrededor de ese periodista intachable que es Carmelo Rivero, se sentaron a alabar a tan insigne servidor público Jorge Bethencourt (ex asesor de Urbanismo de Miguel Zerolo); Andrés Chaves, que cose para la calle y para dentro de casa, bacinilla incluida; Clemente González, COPE La Palma, ora pro nobis; Enrique Bethencourt, corista del extrarradio, y Manolo Mederos, director adjunto de Canarias7 y correveidile de Antonio López y Fernando de Lorenzo, padrino y padrino, respectivamente y con perdón. Ninguno quiso quedarse atrás, ninguno se atrevió a afear al presidente ninguna de sus conductas presuntamente delictivas. Tanto fue el vacío, que tuvo que ser el vicepresidente quien rellenara con autobombo los huecos de antiperiodismo que quedaron en el ambiente. La guinda la puso Enrique Bethencourt cuando afirmó que estaba convencido de que Soria no había metido la mano en la causa del salmón. Claro que no, Enriquito, claro que no.