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Un bravo por Bravo

Por supuesto que hay cosas buenas en la gestión de instituciones como el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, a pesar de la deriva un tanto agreste que han adoptado sus respectivos presidentes. En el caso del alcalde Cardona, es de justicia reconocerle que acierta si potencia para el uso ciudadano, lúdico y turístico el istmo de La Isleta y que, simultáneamente, promueva un hotel junto al auditorio Alfredo Kraus. Bastaría con que se concentrara en conseguirlo y renunciara a las ocurrencias restantes, que ya lleva unas cuantas y aún no ha cumplido un año de mandato. Más compleja se nos hace la tarea de encontrar algo interesante en la ejecutoria de Bravo de Laguna, un presidente que parece tener como único proyecto político legar un puesto de relumbrón a su hijo Lucas, que ha decidido dedicarse en exclusiva a esa actividad sin prever una pizca de reinserción social. Pero rebuscando hemos encontrado algo que aplaudimos del presidente del Cabildo y, por ende, de su vástago: que apoyen el Rally Islas Canarias, una iniciativa privada que es seguida por decenas de miles de aficionados (canarios y de fuera de Canarias) y que sólo supone para la institución 120.000 euros al año, al fin y al cabo lo que tiene el vicepresidente para gastos de representación. Pretender cuestionar una acción promocional y deportiva de esas características cuando es la única aportación que se realiza a esa actividad parece más perreta que sólida crítica política.

Por supuesto que hay cosas buenas en la gestión de instituciones como el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, a pesar de la deriva un tanto agreste que han adoptado sus respectivos presidentes. En el caso del alcalde Cardona, es de justicia reconocerle que acierta si potencia para el uso ciudadano, lúdico y turístico el istmo de La Isleta y que, simultáneamente, promueva un hotel junto al auditorio Alfredo Kraus. Bastaría con que se concentrara en conseguirlo y renunciara a las ocurrencias restantes, que ya lleva unas cuantas y aún no ha cumplido un año de mandato. Más compleja se nos hace la tarea de encontrar algo interesante en la ejecutoria de Bravo de Laguna, un presidente que parece tener como único proyecto político legar un puesto de relumbrón a su hijo Lucas, que ha decidido dedicarse en exclusiva a esa actividad sin prever una pizca de reinserción social. Pero rebuscando hemos encontrado algo que aplaudimos del presidente del Cabildo y, por ende, de su vástago: que apoyen el Rally Islas Canarias, una iniciativa privada que es seguida por decenas de miles de aficionados (canarios y de fuera de Canarias) y que sólo supone para la institución 120.000 euros al año, al fin y al cabo lo que tiene el vicepresidente para gastos de representación. Pretender cuestionar una acción promocional y deportiva de esas características cuando es la única aportación que se realiza a esa actividad parece más perreta que sólida crítica política.