El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Un buen mariachi amenizando
Tampoco puede faltar la buena música. Para la ocasión les proponemos un buen mariachi que amenice con unos cuantos corridos y alguna ranchera. Nuestro mariachi particular lo encabeza, cómo no, el arquetipo más paradigmático que tenemos por estos lares, que no es Pepe Benavente, sino Román Rodríguez. A su lado, un entregado Pedro Quevedo hace la segunda voz, sin dejar un solo verso atrás. En la sección de metal, destaca por el buen manejo del trombón de varas un inspiradísimo Larry Álvarez, que no se vuelve a su derecha ni de coña por temor a sacarle un ojo a Pepa Luzardo, que toca la trompeta con un virtuosismo fascinante. En el guitarrón, con cara de haber sido convocado a última hora, Juan Fernando López Aguilar se queja del poco protagonismo que le ha tocado, y a su lado José Miguel Pérez le explica, violín en ristre, que, cuando las cosas vienen así, mejor es estar calladitos. Despistados como siempre, en una esquina, se distingue a Paulino con el pandero y a Manolo Lobo sin saber qué hacer con la zambomba. Estaban en Belén con los pastores y nadie sabe quién les convocó.
Tampoco puede faltar la buena música. Para la ocasión les proponemos un buen mariachi que amenice con unos cuantos corridos y alguna ranchera. Nuestro mariachi particular lo encabeza, cómo no, el arquetipo más paradigmático que tenemos por estos lares, que no es Pepe Benavente, sino Román Rodríguez. A su lado, un entregado Pedro Quevedo hace la segunda voz, sin dejar un solo verso atrás. En la sección de metal, destaca por el buen manejo del trombón de varas un inspiradísimo Larry Álvarez, que no se vuelve a su derecha ni de coña por temor a sacarle un ojo a Pepa Luzardo, que toca la trompeta con un virtuosismo fascinante. En el guitarrón, con cara de haber sido convocado a última hora, Juan Fernando López Aguilar se queja del poco protagonismo que le ha tocado, y a su lado José Miguel Pérez le explica, violín en ristre, que, cuando las cosas vienen así, mejor es estar calladitos. Despistados como siempre, en una esquina, se distingue a Paulino con el pandero y a Manolo Lobo sin saber qué hacer con la zambomba. Estaban en Belén con los pastores y nadie sabe quién les convocó.