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Se busca: recompensa, un 15%

Este fin de semana, la muerte, que anda en secreto y se viste de diferentes maneras, ha rondado las cuatro esquinas del paralelo 28. Desde la biblioteca de Tías al cementerio de San Lázaro. Desde el Jardín Canario a esta misma casa. No es cuestión de pasar lista y comprobar que no todos los políticos bananarios son como don José Macías, siempre presente en un bautizo o un funeral. Pero a alguno de ellos habría que mirarles eso y diagnosticar definitivamente que no están ni se les espera en los momentos donde hay que demostrar la altura, no de quienes son, sino de a quienes representan. Son la pareja de moda para cualquier papel cuché o telebasura de máxima audiencia: Paulino Rivero y José Manuel Soria. Tanto monta, monta tanto ese matrimonio de conveniencia en perpetua crisis que este fin de semana decidieron desaparecer de la escena pública en un momento en que, como mínimo, debieron retratarse ante la figura ya inmortal de José Saramago, el hombre que ha hecho universal el nombre de Lanzarote después de César Manrique, y a pesar de esa caterva de presuntos corrruptos de la operación Unión.

Este fin de semana, la muerte, que anda en secreto y se viste de diferentes maneras, ha rondado las cuatro esquinas del paralelo 28. Desde la biblioteca de Tías al cementerio de San Lázaro. Desde el Jardín Canario a esta misma casa. No es cuestión de pasar lista y comprobar que no todos los políticos bananarios son como don José Macías, siempre presente en un bautizo o un funeral. Pero a alguno de ellos habría que mirarles eso y diagnosticar definitivamente que no están ni se les espera en los momentos donde hay que demostrar la altura, no de quienes son, sino de a quienes representan. Son la pareja de moda para cualquier papel cuché o telebasura de máxima audiencia: Paulino Rivero y José Manuel Soria. Tanto monta, monta tanto ese matrimonio de conveniencia en perpetua crisis que este fin de semana decidieron desaparecer de la escena pública en un momento en que, como mínimo, debieron retratarse ante la figura ya inmortal de José Saramago, el hombre que ha hecho universal el nombre de Lanzarote después de César Manrique, y a pesar de esa caterva de presuntos corrruptos de la operación Unión.