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Buscando al Elefante Blanco

Las crónicas de Martín Prieto en El País durante las largas e interminables jornadas del juicio por el intento de golpe de Estado del 23-F deberían figurar en los manuales de periodismo. Todavía estaba tiernita la democracia y el arte de la escritura entre líneas (ya perdido, por suerte o por desgracia) era muy apreciado entre la gente de la progresía y en los vetustos despachos en donde todavía se aferraban al poder algunos admiradores de la censura franquista. Martín Prieto tuvo la genialidad de bautizar con el nombre de Elefante Blanco al que a su juicio y al de muchos debía estar detrás de toda la trama golpista. Se hablaba de un civil, pero se insistía mucho en un militar de altísimo rango. Al final, cada cual ha sacado su propia conclusión y nos imaginamos al periodista, padre de tal acertijo, riéndose mucho cada vez que llegan a sus oídos, aún hoy, veinticinco años después, descabellados nombres y teorías. Canarias, que nunca ha sido ajena ni a los acertijos ni a los elefantes blancos (hubo un conocido cabaret en Las Palmas con tal denominación), ya anda buscando el nombre exacto del político que ha de estar detrás de la trama eólica, que esta semana entra en una nueva fase.

Las crónicas de Martín Prieto en El País durante las largas e interminables jornadas del juicio por el intento de golpe de Estado del 23-F deberían figurar en los manuales de periodismo. Todavía estaba tiernita la democracia y el arte de la escritura entre líneas (ya perdido, por suerte o por desgracia) era muy apreciado entre la gente de la progresía y en los vetustos despachos en donde todavía se aferraban al poder algunos admiradores de la censura franquista. Martín Prieto tuvo la genialidad de bautizar con el nombre de Elefante Blanco al que a su juicio y al de muchos debía estar detrás de toda la trama golpista. Se hablaba de un civil, pero se insistía mucho en un militar de altísimo rango. Al final, cada cual ha sacado su propia conclusión y nos imaginamos al periodista, padre de tal acertijo, riéndose mucho cada vez que llegan a sus oídos, aún hoy, veinticinco años después, descabellados nombres y teorías. Canarias, que nunca ha sido ajena ni a los acertijos ni a los elefantes blancos (hubo un conocido cabaret en Las Palmas con tal denominación), ya anda buscando el nombre exacto del político que ha de estar detrás de la trama eólica, que esta semana entra en una nueva fase.