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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Cajasiete, única caja canaria

Hace un año nos llevamos un severo tirón de orejas por publicar en esta sección que los rectores de Cajasiete habían anunciado en su reunión anual con la prensa que la entidad iba camino de convertirse en la única caja de titularidad canaria de cuantas poblaban el mapa financiero canario hasta anteayer mismo. Nos telefoneó muy ofuscado el director general de la Caja Rural de Canarias, José Luis Ramírez, para afearnos que nos hiciéramos eco de las manifestaciones de otros, sosteniendo a su vez que, para canariedad, la suya, aun cuando estaba muy avanzada la integración de la Rural de la provincia de Las Palmas con la almeriense Cajamar. Ya era cierto el aserto de la caja tinerfeña, que un año después se consolida, ya en solitario, como la única entidad isleña, pese a quien pese. Los procesos de fusión de las dos cajas canarias, CajaCanarias y La Caja de Canarias, en Caixabank y en Bankia, respectivamente, han supuesto su desaparición como tales entidades mientras sus respectivas fundaciones se debaten por desempeñar una milésima parte del papel que antaño desempañaron. Prefirieron no entrar en la misma operación y ahí tienen los resultados. Las cajas rurales, un tanto de lo mismo. Mientras Cajasiete optó por continuar en solitario con unos resultados cada vez mejores, los rectores de la Caja Rural prefirieron ese comecajas que es Cajamar, y de un sistema institucional de protección (SIP), figura inicial del trato, se va a pasar estos días ya a una fusión por absorción de la almeriense sobre la canaria. Lo han decidido los trabajadores después de que sus directivos los condujeran a un callejón sin salida. Empiezan a desmantelarse los servicios centrales de la histórica entidad. Veremos en unos años que queda de ella.

Hace un año nos llevamos un severo tirón de orejas por publicar en esta sección que los rectores de Cajasiete habían anunciado en su reunión anual con la prensa que la entidad iba camino de convertirse en la única caja de titularidad canaria de cuantas poblaban el mapa financiero canario hasta anteayer mismo. Nos telefoneó muy ofuscado el director general de la Caja Rural de Canarias, José Luis Ramírez, para afearnos que nos hiciéramos eco de las manifestaciones de otros, sosteniendo a su vez que, para canariedad, la suya, aun cuando estaba muy avanzada la integración de la Rural de la provincia de Las Palmas con la almeriense Cajamar. Ya era cierto el aserto de la caja tinerfeña, que un año después se consolida, ya en solitario, como la única entidad isleña, pese a quien pese. Los procesos de fusión de las dos cajas canarias, CajaCanarias y La Caja de Canarias, en Caixabank y en Bankia, respectivamente, han supuesto su desaparición como tales entidades mientras sus respectivas fundaciones se debaten por desempeñar una milésima parte del papel que antaño desempañaron. Prefirieron no entrar en la misma operación y ahí tienen los resultados. Las cajas rurales, un tanto de lo mismo. Mientras Cajasiete optó por continuar en solitario con unos resultados cada vez mejores, los rectores de la Caja Rural prefirieron ese comecajas que es Cajamar, y de un sistema institucional de protección (SIP), figura inicial del trato, se va a pasar estos días ya a una fusión por absorción de la almeriense sobre la canaria. Lo han decidido los trabajadores después de que sus directivos los condujeran a un callejón sin salida. Empiezan a desmantelarse los servicios centrales de la histórica entidad. Veremos en unos años que queda de ella.