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CRÓNICAS BANANERAS

Las calamidades como arma electoral

25 de julio de 2022 14:26 h

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Pretender hacer creer a estas alturas de la legislatura que el presidente de Canarias es un irresponsable y un mal gestor de las calamidades públicas es un esfuerzo estúpido. Ángel Víctor Torres ha demostrado ante la ciudadanía que es un tipo que se pone de inmediato al frente del dispositivo que sea, tanto si es un incendio como si es una erupción volcánica o una pandemia. Fue el primer responsable público del mundo que confinó un hotel, sí, el primero del mundo, en Adeje, para proteger a la población de un brote de COVID-19 detectado allí. Hizo caso a los científicos en sus predicciones sobre el día y el lugar donde iba a entrar en erupción el volcán de La Palma y con el apoyo de todos los organismos e instituciones con competencias se consiguió que la tragedia no se cobrara vidas humanas. Ha coordinado incendios como ningún otro presidente del Gobierno canario ha hecho en nuestra ya dilatada historia de autonomía. Y jamás ha tenido la tentación de culpar a otros de los desastres, cuando es sabido que muchas tragedias o muchas muertes por la pandemia se habrían evitado si hubiera heredado unos mejores servicios públicos, degradados después de décadas de deterioro.

Por eso lo que hizo el sábado la diputada Rosa Dávila, que fue consejera de Hacienda del último Gobierno de Coalición Canaria, fue un error político imperdonable en alguien con la experiencia que acumula. Dávila reprochó públicamente a Torres que hubiera viajado a Madrid en pleno incendio forestal para acudir al Comité Federal de su partido, el PSOE, en el que Pedro Sánchez refrendó los cambios hechos en su Comisión Ejecutiva y dio el pistoletazo de salida a los suyos para las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Torres estuvo allí, efectivamente, y los documentos gráficos que se conocen lo retratan hablando con la ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, o la de Transición Ecológica, Teresa Ribera, o hablando continuamente por teléfono, seguramente en relación con el incendio de Tenerife, mientra sus compañeros se hacían fotos.

Dávila tuvo tan poco acierto en su crítica que para avalarla publicó en su cuenta de Twitter una fotografía antigua en la que se veía a Torres posando con Pedro Sánchez. Un error que trató de subsanar luego publicando un tuit de Televisión Canaria con información del día.

Lo malo no fue solo eso, sino que a las seis de esa misma tarde, el presidente canario ya estaba en el puesto de mando avanzado instalado en San Juan de la Rambla, y después de las ocho de la noche presidía la reunión de coordinación y hacía declaraciones a la prensa en su línea habitual de informar constantemente de las cosas que van pasando en esta sucesión de desgracias que parecen no tener fin.

Rosa Dávila no estuvo sola en ese despropósito. Pronto le respaldó ese monaguillo incendiario que tiene Coalición Canaria para las actividades clasificadas, molestas e insalubres y que se llama José Alberto Díaz Estébanez, que no dudó en respaldar a su compañera aportando una fotografía del Comité Federal del PSOE, como si lo que tuviera que probarse es que el presidente canario estuvo allí, un reproche que solo estos dos responsables políticos se atrevieron a hacer. 

Y por si fuera poco, a la misma hora y a muy pocos kilómetros del corazón del incendio de Tenerife, concretamente en el municipio de Icod de Los Vinos, su alcalde, Francisco Javier González, de Coalición Canaria, inauguraba un área recreativa, La Airosa, con toda la pompa y la propaganda propia del acontecimiento. Lo publicó el Ayuntamiento en las redes sociales.

Utilizar las calamidades naturales o la crisis económica mundial derivada de la pandemia o de la guerra en Ucrania para atacar al adversario político es una táctica eminentemente populista. Siempre habrá gente cabreada que querrá un responsable con el que cebarse, pero no deja de retratar a quien explota ese recurso. Además de populista es antipatriótico, y en el caso que nos ocupa, incluso antinacionalista. Les da igual el incendio, las víctimas y el medio ambiente, les interesa el desgaste de quien está gobernando, sobre todo si el que está gobernando está saliendo reforzado en las encuestas propias o ajenas que Coalición Canaria está manejando.

El partido hace aguas en casi todas las islas, pero tanto a Dávila como a Estébanez y, por supuesto, a Fernando Clavijo, les alarma sobre todo lo que pueda pasar en feudos hasta ahora tan inexpugnables como Tenerife. Porque para ellos, como lucen en sus puestas en escena públicas, “lo importante es Tenerife”. Si con esta escaramuza contra Ángel Víctor Torres buscaban complicidades o más votos puede ser que les haya salido el tiro por la culata.

Pretender hacer creer a estas alturas de la legislatura que el presidente de Canarias es un irresponsable y un mal gestor de las calamidades públicas es un esfuerzo estúpido. Ángel Víctor Torres ha demostrado ante la ciudadanía que es un tipo que se pone de inmediato al frente del dispositivo que sea, tanto si es un incendio como si es una erupción volcánica o una pandemia. Fue el primer responsable público del mundo que confinó un hotel, sí, el primero del mundo, en Adeje, para proteger a la población de un brote de COVID-19 detectado allí. Hizo caso a los científicos en sus predicciones sobre el día y el lugar donde iba a entrar en erupción el volcán de La Palma y con el apoyo de todos los organismos e instituciones con competencias se consiguió que la tragedia no se cobrara vidas humanas. Ha coordinado incendios como ningún otro presidente del Gobierno canario ha hecho en nuestra ya dilatada historia de autonomía. Y jamás ha tenido la tentación de culpar a otros de los desastres, cuando es sabido que muchas tragedias o muchas muertes por la pandemia se habrían evitado si hubiera heredado unos mejores servicios públicos, degradados después de décadas de deterioro.

Por eso lo que hizo el sábado la diputada Rosa Dávila, que fue consejera de Hacienda del último Gobierno de Coalición Canaria, fue un error político imperdonable en alguien con la experiencia que acumula. Dávila reprochó públicamente a Torres que hubiera viajado a Madrid en pleno incendio forestal para acudir al Comité Federal de su partido, el PSOE, en el que Pedro Sánchez refrendó los cambios hechos en su Comisión Ejecutiva y dio el pistoletazo de salida a los suyos para las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Torres estuvo allí, efectivamente, y los documentos gráficos que se conocen lo retratan hablando con la ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, o la de Transición Ecológica, Teresa Ribera, o hablando continuamente por teléfono, seguramente en relación con el incendio de Tenerife, mientra sus compañeros se hacían fotos.