El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
A la calle la dirección económica de 'El Día'
Tiene carácter don Pepito. Vaya si tiene carácter. En un arrebato pasional inusual en los tiempos planos que corren, el dueño del periódico El Día acaba de despedir esta misma semana a los dos máximos responsables del área económica de la casa, el director general, Manuel Santana, y el director comercial, Miguel Ángel Ronda. Y lo ha hecho así, de ahora para después, sin mediar preaviso y sin tener los recambios preparados, como si los hubiera trincado cometiendo una fechoría y no le quedara otra cosa más expeditiva que hacer. Voceros autorizados hablan de “pérdida de confianza”, pero otros menos autorizados relatan algunos gastos no permitidos que acabaron por llenar la cachimba al supremo vigía. Debieron ser esos gastos, no obstante, la gota que colmó el vaso, porque desde que hace alrededor de un año el nuevo staff económico irrumpió en las dependencias de la Avenida de Buenos Aires como elefantes en cacharrería empezaron a crujir las cuadernas por decisiones que no gustaban ni dentro ni fuera de la empresa. Parecían modernidades orientadas a salvar una cabecera que sufre, como todas, las inclemencias de la crisis y de la brutal caída de la facturación publicitaria, pero modernidades que han fracasado también. Puede que fuera, en cualquier caso, el frustrado intento del director general por meter la cuchara en la redacción, es decir, en los contenidos, lo que puso a don José con las orejas tiesas y el colmillo por fuera de su ubicación habitual. Hasta que llegó el desenlace de esta semana. El majo y limpio (machuca y limpia se dice en realidad en Santa Cruz) coge a la empresa en plena negociación de un nuevo expediente de regulación de empleo con los representantes sindicales, cada vez más contentos con los cariñosos epítetos que don Pepito les dedica en sus incendiarios editoriales. La cosa va a ahora de treinta trabajadores sobre los poco más de noventa que quedan en la plantilla. Por las diatribas hacia el sindicalismo en los editoriales sabremos cómo van las conversaciones.
Tiene carácter don Pepito. Vaya si tiene carácter. En un arrebato pasional inusual en los tiempos planos que corren, el dueño del periódico El Día acaba de despedir esta misma semana a los dos máximos responsables del área económica de la casa, el director general, Manuel Santana, y el director comercial, Miguel Ángel Ronda. Y lo ha hecho así, de ahora para después, sin mediar preaviso y sin tener los recambios preparados, como si los hubiera trincado cometiendo una fechoría y no le quedara otra cosa más expeditiva que hacer. Voceros autorizados hablan de “pérdida de confianza”, pero otros menos autorizados relatan algunos gastos no permitidos que acabaron por llenar la cachimba al supremo vigía. Debieron ser esos gastos, no obstante, la gota que colmó el vaso, porque desde que hace alrededor de un año el nuevo staff económico irrumpió en las dependencias de la Avenida de Buenos Aires como elefantes en cacharrería empezaron a crujir las cuadernas por decisiones que no gustaban ni dentro ni fuera de la empresa. Parecían modernidades orientadas a salvar una cabecera que sufre, como todas, las inclemencias de la crisis y de la brutal caída de la facturación publicitaria, pero modernidades que han fracasado también. Puede que fuera, en cualquier caso, el frustrado intento del director general por meter la cuchara en la redacción, es decir, en los contenidos, lo que puso a don José con las orejas tiesas y el colmillo por fuera de su ubicación habitual. Hasta que llegó el desenlace de esta semana. El majo y limpio (machuca y limpia se dice en realidad en Santa Cruz) coge a la empresa en plena negociación de un nuevo expediente de regulación de empleo con los representantes sindicales, cada vez más contentos con los cariñosos epítetos que don Pepito les dedica en sus incendiarios editoriales. La cosa va a ahora de treinta trabajadores sobre los poco más de noventa que quedan en la plantilla. Por las diatribas hacia el sindicalismo en los editoriales sabremos cómo van las conversaciones.