El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Así empezó Paulino
Cualquiera que repase las hemerotecas puede comprobar que la llegada del Partido Popular al Gobierno de España fue saludada con gestos de concordia por su homólogo de Canarias, presidido tan sólo desde unos meses antes por Paulino Rivero en un pacto con el PSOE de José Miguel Pérez. Diálogo fue el deseo más repetido por ambos dirigentes canarios en esas primeras semanas de Gobierno de Mariano Rajoy en el que se incluía, por primera vez en la historia de Ejecutivos del PP, a un ministro canario, el irrepetible José Manuel Soria. Las buenas intenciones apenas duraron unos meses. En enero de 2012, el ministro canario firmó el decreto que echaba por tierra las energías renovables en toda España, sin excepcionar a Canarias en ningún momento pese a las reiteradas promesas, al tiempo que ponía en marcha las prospecciones petrolíferas de Repsol y su colega de Fomento nos hacía viajar a todos con un certificado de residencia impreso en papel en la boca. Los atropellos y las ofensas se repitieron sin cesar y alcanzaron su cénit con los primeros presupuestos, los de 2013: adiós a los convenios de carreteras y obras hidráulicas, adiós al Plan Integral de Empleo, adiós a la subvención al agua potabilizada, adiós a cualquier acercamiento a la media de inversión nacional… José Manuel Soria –bueno es recordarlo ahora- se vengaba de este modo de Paulino Rivero por haber firmado un pacto con el PSOE en vez de haberlo hecho con él tras las elecciones de mayo de 2011. Al igual que hizo con Fernando Clavijo antes, durante y después de las elecciones de 2015, Soria ofreció a Rivero lo que quisiera, incluso gobernar en solitario, con tal de dejar a los socialistas en la oposición. Pero al de El Sauzal hacía tiempo que había decidido alejarse de quien volvió a demostrar una vez más con su comportamiento político que lo suyo no es el interés general y que la política es sólo un instrumento para su propio beneficio personal. Y estalló la guerra.
Primer gol por la escuadra
Las angelicales carantoñas con que Fernando Clavijo obsequió a José Manuel Soria nada más ser elegido presidente de Canarias se transformaron repentinamente este martes en un mohín de disgusto. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2015 no reflejan ni de lejos un cambio en la tendencia habitual de desprecio a Canarias desde el Gobierno de Mariano Rajoy. A falta de entrar en el fondo y los dobleces de cada partida, la primera impresión no es nada buena, ni en inversiones ni en transferencias de capital ni en recuperación de emblemas tan necesarios para el Archipiélago como el Plan Integral de Empleo, borrado de un plumazo por Fátima Báñez con acusaciones –en dueto con Soria- de que en Canarias gastábamos muy mal. No han pasado todavía ni siquiera diez días de aquella apoteósica cumbre entre Canarias y el Ministerio de Industria, a cuyo alrededor se quemaron varios castillos de fuegos artificiales, y ya está Coalición Canaria anunciando que esos presupuestos estatales merecen de entrada una enmienda a la totalidad, o como mínimo una amplia batería de enmiendas parciales que permitan arreglar un poco el desaguisado. El PSOE, que no asistió a esa cumbre, no sabemos si por deseo propio, por veto soriano o porque sus miembros estaban entretenidos llamando a los adjudicatarios de alguna promoción de viviendas para pedirles perdón por el retraso, se apunta un tanto político de gran valor por haber predicho con antelación suficiente que a Clavijo le iban a meter un gol por toda la escuadra. Y así ha sido.
Bento trata de adelantarse
La partida de la comunicación la quiso ganar, con un resultado de momento pírrico, la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, que se lanzó rauda y veloz a informar a la prensa de la millonada que nos ha tocado en el cuponazo de Montoro. Si hacemos caso a lo que ha dicho la señora Bento, esto ha pasado ya a ser Jauja gracias a la recuperación económica, a la nueva era de entendimiento Canarias-Estado y a la generosidad sin límites de Mariano Rajoy y su ministro Soria. Poco le va a dudar la batería de exageraciones a la delegada del Gobierno porque este mismo miércoles comenzarán a caer en cascada las ruedas de prensa de los parlamentarios nacionales que se han leído el presupuesto con más detenimiento y que ya andan largando por ahí que a la pobre delegada la han vuelto a meter en un gran potingue de mentiras y de medias verdades muy chungo. Resulta enternecedor verla colocar como un logro decisivo la inversión de menos de 80 millones en los aeropuertos canarios, los más rentables del país, que han resultado privatizados por este Gobierno. O los dineros para las carreteras de La Aldea o el cierre del anillo insular de Tenerife, viejas reclamaciones que se quedaron fuera estos últimos cuatro años de cacicadas sorianas. Aún con los embustes incluidos, Canarias vuelve a estar casi a la cola en esfuerzo inversor y vuelve a alejarse un año más de las exigencias del REF. En total, seis millones de inversión menos respecto al año pasado. Menos mal que hay buen rollito. Esperamos la inminente segunda cachetada que Soria le va a aflojar sin duda a Clavijo.
Cualquiera que repase las hemerotecas puede comprobar que la llegada del Partido Popular al Gobierno de España fue saludada con gestos de concordia por su homólogo de Canarias, presidido tan sólo desde unos meses antes por Paulino Rivero en un pacto con el PSOE de José Miguel Pérez. Diálogo fue el deseo más repetido por ambos dirigentes canarios en esas primeras semanas de Gobierno de Mariano Rajoy en el que se incluía, por primera vez en la historia de Ejecutivos del PP, a un ministro canario, el irrepetible José Manuel Soria. Las buenas intenciones apenas duraron unos meses. En enero de 2012, el ministro canario firmó el decreto que echaba por tierra las energías renovables en toda España, sin excepcionar a Canarias en ningún momento pese a las reiteradas promesas, al tiempo que ponía en marcha las prospecciones petrolíferas de Repsol y su colega de Fomento nos hacía viajar a todos con un certificado de residencia impreso en papel en la boca. Los atropellos y las ofensas se repitieron sin cesar y alcanzaron su cénit con los primeros presupuestos, los de 2013: adiós a los convenios de carreteras y obras hidráulicas, adiós al Plan Integral de Empleo, adiós a la subvención al agua potabilizada, adiós a cualquier acercamiento a la media de inversión nacional… José Manuel Soria –bueno es recordarlo ahora- se vengaba de este modo de Paulino Rivero por haber firmado un pacto con el PSOE en vez de haberlo hecho con él tras las elecciones de mayo de 2011. Al igual que hizo con Fernando Clavijo antes, durante y después de las elecciones de 2015, Soria ofreció a Rivero lo que quisiera, incluso gobernar en solitario, con tal de dejar a los socialistas en la oposición. Pero al de El Sauzal hacía tiempo que había decidido alejarse de quien volvió a demostrar una vez más con su comportamiento político que lo suyo no es el interés general y que la política es sólo un instrumento para su propio beneficio personal. Y estalló la guerra.