El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Cardona dispara al periodista
Corre por las redes sociales y las aplicaciones de mensajería un audio de tres minutos y veintiséis segundos que retrata a la perfección a sus protagonistas. De un lado, un periodista poco conocido, José Luis Martín, conductor de un programa de 7.7 Radio, y del otro, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona. El primero no ha pasado todavía a la historia por su agresividad en las entrevistas, más bien como un profesional amable que trata con mucha cortesía a sus invitados. Ésa es al menos la fama que tiene entre los que han pasado por los micrófonos de su recién estrenado programa, Nada que ver. El segundo, el alcalde, un experimentado político curtido en mil encerronas, a vuelta de muchas entrevistas pendencieras que, sin embargo, descargó sobre su entrevistador toda su ira por considerar que le estaba preguntando “chorradas” o “auténticas tonterías”, como dijo en el tramo final de la entrevista. El mal genio del regidor se desató cuando Martín le preguntó por la denuncia formulada por una asociación de agentes de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria que asegura que determinados mandos policiales hacen que se les vaya a recoger en coches del cuerpo “muy temprano a su casa” y se les lleve “incluso al supermercado”. Cardona se lanzó a degüello: “Francamente me parece absolutamente demagógica e irrisoria esta denuncia”, y con aspavientos mostró al entrevistador su indisimulada incomodidad, tanto que la siguiente cuestión, que iba a referirse a “zonas verdes” ni siquiera pudo ser formulada. “Sí, pregunte por la zona verde o por lo que quiera”, le dijo con evidente cabreo. “Parece enfadado, señor Cardona”. Y se armó. El alcalde extendió todo su mal humor y cierta soberbia con frases como “usted no tiene todos los días la oportunidad de tener al alcalde en una entrevista para que me pregunte por auténticas chorradas”. “Me da pena que usted pierda el tiempo haciéndome preguntas absolutamente infundadas, porque lo que usted me acaba de preguntar (?) es una auténtica tontería”. O consejos al periodista: “Aproveche bien el tiempo, hombre, porque no tengo todo el tiempo del mundo para que usted lo malgaste en preguntas que no son importantes”. Y críticas despiadadas: “Espero que las entrevistas las prepare un poco mejor” porque hace “preguntas mal planteadas, de manera demagógica”. “Me ha molestado que haya desaprovechado la oportunidad de tener al alcalde para hacerme preguntas de mayor enjundia y mayor calado”. Como siempre, fuerte con los débiles y débil con los fuertes. A Cardona no se le ocurre una salida de tono así ante cualquier capo radiofónico capaz de sacarle los colores saltándose esas preguntas de policías locales y entrando a matar con un repaso a su trayectoria política, desde el solar de Pavía hasta el Canódromo; desde su informe de Anfi Tauro a su ida y vuelta a la empresa de Santana Cazorla o las cosas “irrisorias” que le ha visto hacer a Soria y ha callado. Ya le han puesto una cruz en 7.7 Radio, por lo que se pudo oír en el siguiente programa.
Corre por las redes sociales y las aplicaciones de mensajería un audio de tres minutos y veintiséis segundos que retrata a la perfección a sus protagonistas. De un lado, un periodista poco conocido, José Luis Martín, conductor de un programa de 7.7 Radio, y del otro, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona. El primero no ha pasado todavía a la historia por su agresividad en las entrevistas, más bien como un profesional amable que trata con mucha cortesía a sus invitados. Ésa es al menos la fama que tiene entre los que han pasado por los micrófonos de su recién estrenado programa, Nada que ver. El segundo, el alcalde, un experimentado político curtido en mil encerronas, a vuelta de muchas entrevistas pendencieras que, sin embargo, descargó sobre su entrevistador toda su ira por considerar que le estaba preguntando “chorradas” o “auténticas tonterías”, como dijo en el tramo final de la entrevista. El mal genio del regidor se desató cuando Martín le preguntó por la denuncia formulada por una asociación de agentes de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria que asegura que determinados mandos policiales hacen que se les vaya a recoger en coches del cuerpo “muy temprano a su casa” y se les lleve “incluso al supermercado”. Cardona se lanzó a degüello: “Francamente me parece absolutamente demagógica e irrisoria esta denuncia”, y con aspavientos mostró al entrevistador su indisimulada incomodidad, tanto que la siguiente cuestión, que iba a referirse a “zonas verdes” ni siquiera pudo ser formulada. “Sí, pregunte por la zona verde o por lo que quiera”, le dijo con evidente cabreo. “Parece enfadado, señor Cardona”. Y se armó. El alcalde extendió todo su mal humor y cierta soberbia con frases como “usted no tiene todos los días la oportunidad de tener al alcalde en una entrevista para que me pregunte por auténticas chorradas”. “Me da pena que usted pierda el tiempo haciéndome preguntas absolutamente infundadas, porque lo que usted me acaba de preguntar (?) es una auténtica tontería”. O consejos al periodista: “Aproveche bien el tiempo, hombre, porque no tengo todo el tiempo del mundo para que usted lo malgaste en preguntas que no son importantes”. Y críticas despiadadas: “Espero que las entrevistas las prepare un poco mejor” porque hace “preguntas mal planteadas, de manera demagógica”. “Me ha molestado que haya desaprovechado la oportunidad de tener al alcalde para hacerme preguntas de mayor enjundia y mayor calado”. Como siempre, fuerte con los débiles y débil con los fuertes. A Cardona no se le ocurre una salida de tono así ante cualquier capo radiofónico capaz de sacarle los colores saltándose esas preguntas de policías locales y entrando a matar con un repaso a su trayectoria política, desde el solar de Pavía hasta el Canódromo; desde su informe de Anfi Tauro a su ida y vuelta a la empresa de Santana Cazorla o las cosas “irrisorias” que le ha visto hacer a Soria y ha callado. Ya le han puesto una cruz en 7.7 Radio, por lo que se pudo oír en el siguiente programa.