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Pero, Carmelo...

Larga cambiada la protagonizada este lunes por Carmelo Ramírez, que tras pinchar la semana pasada en sus acuerdos con los socialistas, se ha abrazado a los pactos en cascada criados y ensolerados en Madrid como última tabla de salvación. Un poco tarde, nos tememos, no sólo para recuperar las alcaldías perdidas por Ican en Gran Canaria de forma tan penosa, sino para subirse a las tesis del camarada Veneno, el mismo que lo ha colocado a él en la situación tan embarazosa que vive en estos momentos. No parece que nadie con mando en plaza esté en disposición de hacer variar de postura a Marco Aurelio Pérez, en Maspalomas, o a Paco Valido, en Telde. Falta por ver qué hará José Mari Ponce en Arucas, pero les podemos garantizar que lo que se dice muy presionados no están. Hernández Spínola, del PSC, desveló este lunes que todo responde a la cabezonería de Ramírez, que fue incapaz de ceder Arucas al PSC para conservar San Bartolomé, con lo que en estos momentos sólo le queda apelar a una mauriciada para salvar la cara. ¡Ay, Carmelo!

Larga cambiada la protagonizada este lunes por Carmelo Ramírez, que tras pinchar la semana pasada en sus acuerdos con los socialistas, se ha abrazado a los pactos en cascada criados y ensolerados en Madrid como última tabla de salvación. Un poco tarde, nos tememos, no sólo para recuperar las alcaldías perdidas por Ican en Gran Canaria de forma tan penosa, sino para subirse a las tesis del camarada Veneno, el mismo que lo ha colocado a él en la situación tan embarazosa que vive en estos momentos. No parece que nadie con mando en plaza esté en disposición de hacer variar de postura a Marco Aurelio Pérez, en Maspalomas, o a Paco Valido, en Telde. Falta por ver qué hará José Mari Ponce en Arucas, pero les podemos garantizar que lo que se dice muy presionados no están. Hernández Spínola, del PSC, desveló este lunes que todo responde a la cabezonería de Ramírez, que fue incapaz de ceder Arucas al PSC para conservar San Bartolomé, con lo que en estos momentos sólo le queda apelar a una mauriciada para salvar la cara. ¡Ay, Carmelo!