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El caso de Marino Caldera y Mariano Soria

Marino Alduan, incansable ex portavoz nacionalista en el Ayuntamiento de Soria (provincia de Las Palmas), volvió a la carga este mismo jueves, cuando seguramente ya sabía lo suyo en Justicia, para chinchar al alcalde a cuenta de los usos y costumbres que tiene el hombre en torno a la libertad de expresión y la independencia de periodistas y medios informativos. Ya dispone Alduán de las correspondientes fechas y documentos que acreditan no sólo que Soria ordenó retirar la publicidad del desaparecido periódico La Tribuna una vez sus allegados le hicieron caer en la cuenta de que lo ninguneaban desde sus páginas, sino que, además, el que mintió al pleno fue el primer edil. Porque parece confirmarse que la publicidad se retiró hasta que el diario cambió de director y de empresa editora, con lo que se le abría a Soria y a Larry una nueva luna de miel mediática. No sabemos por qué extraños quiebros del destino este caso nos está recordando al de Mariano Rajoy y Jesús Caldera a cuenta de los papeles locos del Prestige. Pero lo que sí parece claro es que se extiende de manera preocupante entre los dirigentes del PP la manía de contar las cosas a medias, cuando no la de mentir descaradamente en la confianza de que los medios afines no lo contarán nunca. Y los no afines sencillamente los amordazan, y a otra cosa.

Marino Alduan, incansable ex portavoz nacionalista en el Ayuntamiento de Soria (provincia de Las Palmas), volvió a la carga este mismo jueves, cuando seguramente ya sabía lo suyo en Justicia, para chinchar al alcalde a cuenta de los usos y costumbres que tiene el hombre en torno a la libertad de expresión y la independencia de periodistas y medios informativos. Ya dispone Alduán de las correspondientes fechas y documentos que acreditan no sólo que Soria ordenó retirar la publicidad del desaparecido periódico La Tribuna una vez sus allegados le hicieron caer en la cuenta de que lo ninguneaban desde sus páginas, sino que, además, el que mintió al pleno fue el primer edil. Porque parece confirmarse que la publicidad se retiró hasta que el diario cambió de director y de empresa editora, con lo que se le abría a Soria y a Larry una nueva luna de miel mediática. No sabemos por qué extraños quiebros del destino este caso nos está recordando al de Mariano Rajoy y Jesús Caldera a cuenta de los papeles locos del Prestige. Pero lo que sí parece claro es que se extiende de manera preocupante entre los dirigentes del PP la manía de contar las cosas a medias, cuando no la de mentir descaradamente en la confianza de que los medios afines no lo contarán nunca. Y los no afines sencillamente los amordazan, y a otra cosa.