El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Lo que Brufau dijo a los empresarios canarios
Toreaba en cancha propia y salió casi por la puerta grande con las dos orejas y el rabo. Pero en la reunión que el pasado 22 de julio celebró el presidente de Repsol, Antonio Brufau, con la junta directiva de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) hubo más cosas. Las crónicas tras el encuentro, celebrado sin la presencia de periodistas, hablan de gran sintonía entre la cúpula de la patronal de Las Palmas y el presidente de la petrolera que pretende prospectar cerca de las costas de Lanzarote y Fuerteventura. “Nos ha tranquilizado mucho”, resumió a su manera el presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo, Fernando Fraile, que sin embargo fue la única voz mínimamente discordante al cuestionar los posibles beneficios que pudiera obtener el Archipiélago en contraste al riesgo de catástrofe que dejaría al sector en una situación delicada. Pudo haber sido el único momento en el que los presentes, adeptos en su mayoría a las imposiciones del ministro Soria, escucharon de boca de Brufau una abierta discrepancia: si el Gobierno impone un recargo sobre los beneficios para transferirlo a Canarias, la petrolera desistiría de su proyecto. “No sé de dónde se ha sacado el ministro esas regalías”, dijo el catalán, “pero si las impone desistiríamos de hacer esta operación”. No le salían las cuentas en ninguno de los dos escenarios que se barajaron, el de los 400 millones de euros anuales ni en el caso de que esta cantidad fuera por el periodo total de las hipotéticas explotaciones, es decir, unos veinte años. Porque a esas alturas nada de eso había quedado claro. La sensación entre los presentes fue de absoluta perplejidad: el presidente de Repsol desconocía por completo el origen de la promesa del ministro de Industria, lanzada en la víspera para tratar de calmar los ánimos en Canarias o, como es norma, engañar al contrario para introducir un elemento distorsionador en el debate. Semanas después, el Gobierno de España decidía rebajar un 5% el impuesto de sociedades a las actividades de prospección y extracción de petróleo, es decir, una regalía en favor de la petrolera amiga. De ahí podría salir el margen con el que engolosinar a Canarias.
Marruecos no es competidor
No quedó en buen lugar el Partido Popular ni su presidente regional en ese lance de la transferencia fiscal a Canarias en el hipotético caso de que haya petróleo en las costas archipielágicas, posibilidad que el presidente de Repsol volvió a cifrar ante la cúpula empresarial en un escaso 19%. Las ansias por reconducir el profundo rechazo social (no así empresarial) han llevado al partido gubernamental a piruetas un tanto absurdas, como la de transmitir a la sociedad que si España no explota ese potencial recurso lo haría Marruecos. Antonio Brufau volvió a ratificar que esa ocurrencia no compagina con la realidad geológica, a pesar de que en su campaña publicitaria en medios de comunicación isleños la haya empleado como espantajo. Marruecos ha sellado los pozos donde lo ha intentado porque el crudo que ha encontrado no reúne los mínimos de calidad, informó el presidente de Repsol a la Confederación de Empresarios. Y dijo más: las prospecciones marroquíes nada tienen que ver con las canarias porque las primeras se realizan en la plataforma continental, sobre la que no está asentado el Archipiélago. Si así son las cosas, ¿quién ha obligado a Repsol a incluir esa falsedad en sus campañas de publicidad? ¿Los creativos publicitarios de la compañía se gobiernan solos? ¿Despachan con alguien del Ministerio de Industria o sus creatividades las aprueba quien las paga?
Si hay un accidente se hunde Repsol
Nunca antes había tenido Repsol que enfrentarse en España a un conflicto tan delicado por el rechazo institucional y social a cualquiera de sus proyectos. Un rechazo que gira en torno a la seguridad ambiental y las consecuencias que pudieran ocasionarse en el caso de un accidente. También el asunto fue abordado por Brufau en su reunión con la cúpula empresarial de Las Palmas. Además de reiterar lo que se repite en cada convocatoria sobre la absoluta seguridad que garantiza en sus trabajos, el presidente de Repsol aportó un matiz verdaderamente interesante: la compañía se juega aquí mucho más que una multa o unas indemnizaciones en el caso de catástrofe, se juega su imagen de marca internacional una vez su polémica entrada en Canarias ha trascendido fronteras y la ha situado como un invasor no deseado en un destino turístico muy conocido en Europa. En un tono que no agradó a muchos de los presentes, Brufau hizo una proclamación tan patriótica como innecesaria: como presidente de Repsol “no puedo permitir que mi empresa y España” se queden sin saber si en Canarias hay o no hay hidrocarburos. Y lanzó un pronóstico: el tramo final de la autorización para las prospecciones (aún no concedida) y el inicio de las mismas este próximo otoño, estará plagado de ataques contra la compañía. Lo que automáticamente se traducirá en un incremento de la campaña publicitaria.
El negocio ya existe
Decíamos al principio que abrir cartel en una plaza tan propicia como una patronal convenientemente adiestrada por el PP es éxito seguro para cualquier torero. Hubo aplausos con las orejas especialmente de los representantes sectoriales que barruntan especiales beneficios económicos, en concreto los de reparaciones navales. Su presidente, Vicente Marrero, habló tras la reunión de “varios miles de puestos de trabajo”, eso sí, tras reconocer que ya se está creando empleo en el sector gracias a la presencia de muchas plataformas petrolíferas que eligen La Luz como base operativa. Y más que habrá venga o no venga Repsol. Porque su propio presidente confirmó la tendencia a que el sur de Marruecos y Mauritania se conviertan en un futuro próximo en lugar de explotaciones de hidrocarburos. El negocio ya existe y se incrementará, lo que confirmó este mismo domingo la presencia en la bahía de una gigantesca estructura que hizo escala para repostar en su rumbo a Noruega. Y no era una plataforma petrolífera, sino un receptor-suministrador para energía de aerogeneradores offshore, una posibilidad inmensa la de la energía eólica en el mar que Canarias está pendiente de explotar con riesgo cero, el abaratamiento de los costes, los mismos beneficios que el petróleo promete y el establecimiento positivo de una imagen de Canarias muy diferente a la que ahora se pretende imponer.
Toreaba en cancha propia y salió casi por la puerta grande con las dos orejas y el rabo. Pero en la reunión que el pasado 22 de julio celebró el presidente de Repsol, Antonio Brufau, con la junta directiva de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) hubo más cosas. Las crónicas tras el encuentro, celebrado sin la presencia de periodistas, hablan de gran sintonía entre la cúpula de la patronal de Las Palmas y el presidente de la petrolera que pretende prospectar cerca de las costas de Lanzarote y Fuerteventura. “Nos ha tranquilizado mucho”, resumió a su manera el presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo, Fernando Fraile, que sin embargo fue la única voz mínimamente discordante al cuestionar los posibles beneficios que pudiera obtener el Archipiélago en contraste al riesgo de catástrofe que dejaría al sector en una situación delicada. Pudo haber sido el único momento en el que los presentes, adeptos en su mayoría a las imposiciones del ministro Soria, escucharon de boca de Brufau una abierta discrepancia: si el Gobierno impone un recargo sobre los beneficios para transferirlo a Canarias, la petrolera desistiría de su proyecto. “No sé de dónde se ha sacado el ministro esas regalías”, dijo el catalán, “pero si las impone desistiríamos de hacer esta operación”. No le salían las cuentas en ninguno de los dos escenarios que se barajaron, el de los 400 millones de euros anuales ni en el caso de que esta cantidad fuera por el periodo total de las hipotéticas explotaciones, es decir, unos veinte años. Porque a esas alturas nada de eso había quedado claro. La sensación entre los presentes fue de absoluta perplejidad: el presidente de Repsol desconocía por completo el origen de la promesa del ministro de Industria, lanzada en la víspera para tratar de calmar los ánimos en Canarias o, como es norma, engañar al contrario para introducir un elemento distorsionador en el debate. Semanas después, el Gobierno de España decidía rebajar un 5% el impuesto de sociedades a las actividades de prospección y extracción de petróleo, es decir, una regalía en favor de la petrolera amiga. De ahí podría salir el margen con el que engolosinar a Canarias.