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El CCN ya está roto

La situación política de Hernández Lobo no es cómoda, como no lo es la del presidente insular de su partido, Fernando Bañolas, después de que Coalición Canaria se quedara fuera del pacto en el Cabildo de Gran Canaria precisamente por la precipitación de algunos por lanzarse en brazos del PP. Pero poco a poco aquel desconcierto se ha ido calmando a base de aplicar el bálsamo del tiempo y esperar a que el acuerdo entre populares y ex nacionalistas del CCN vaya degenerando hacia donde único puede degenerar: la degeneración política. Bañolas se ha cubierto de gloria estos días revelando cuál es el negociete que se tienen montado el PP y el CCN en forma de empresa de trabajo temporal, cuál es el alcance de la nómina de asesores que cada partido defiende, cuánto cuesta a los contribuyentes y cuántas funciones se solapan con la única excusa de dar de comer a tantas bocas necesitadas. Camino de sesenta colocados, con perdón, once de ellos del CCN con un solo consejero electo, no es sin embargo blindaje suficiente para el pacto. Las grietas dentro del CCN se agrandan cada día y ya hay unos cuantos amigos de Matías Campos, consejero no electo de ese partido, que le están buscando un empleo fuera de la política. Juan Domínguez, reelegido presidente insular, no quiere testigos incómodos en su revolcón con el Partido Popular, al que se acerca cada día más en el erróneo convencimiento de que terminarán por dejarle entrar.

La situación política de Hernández Lobo no es cómoda, como no lo es la del presidente insular de su partido, Fernando Bañolas, después de que Coalición Canaria se quedara fuera del pacto en el Cabildo de Gran Canaria precisamente por la precipitación de algunos por lanzarse en brazos del PP. Pero poco a poco aquel desconcierto se ha ido calmando a base de aplicar el bálsamo del tiempo y esperar a que el acuerdo entre populares y ex nacionalistas del CCN vaya degenerando hacia donde único puede degenerar: la degeneración política. Bañolas se ha cubierto de gloria estos días revelando cuál es el negociete que se tienen montado el PP y el CCN en forma de empresa de trabajo temporal, cuál es el alcance de la nómina de asesores que cada partido defiende, cuánto cuesta a los contribuyentes y cuántas funciones se solapan con la única excusa de dar de comer a tantas bocas necesitadas. Camino de sesenta colocados, con perdón, once de ellos del CCN con un solo consejero electo, no es sin embargo blindaje suficiente para el pacto. Las grietas dentro del CCN se agrandan cada día y ya hay unos cuantos amigos de Matías Campos, consejero no electo de ese partido, que le están buscando un empleo fuera de la política. Juan Domínguez, reelegido presidente insular, no quiere testigos incómodos en su revolcón con el Partido Popular, al que se acerca cada día más en el erróneo convencimiento de que terminarán por dejarle entrar.