El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Ni chistes ni tarot cuentan
La mesa de adjudicación del concurso de radios se vio evidentemente desbordada ante la avalancha de 800 ofertas para ocupar 155 emisoras de radio en Canarias. A medida que iban abriendo los sobres descubrieron que había que interpretar de algún modo algunas de las exigencias a la vista de las ofertas de los concurrentes. Así, por ejemplo, se descartó admitir como contenido puntuable los programas de tarot o de chistes que algunas firmas proponían; o que los boletines informativos fueran así considerados si superaban los diez minutos de duración. Con esos criterios asumidos por la mesa, como consta en las actas, se adjudicaron las frecuencias con los catastróficos resultados ya conocidos: don Pepito se quedó sin radio y está librando su particular batalla contra Paulino Rivero y los profesionales y letrados que valoraron las ofertas. Claro que cualquiera que repase las ofertas puede concluir de modo bastante meridiano quiénes se lo curraron y quiénes dieron por hecho que obtendrían frecuencias simplemente por ser quienes son. Es el caso de El Día, que no recurrió las bases y con ellas no consiguió frecuencias en lugares claves de Canarias, como pretendía. La soberbia de su propietario, Don Josesteban Rodríguez, le condujo de inmediato a reclamar al presidente del Gobierno que arreglara lo que consideraba “una injusticia”, y en público le advirtió con grandes males si no lo corregía. Rivero no ha corregido el concurso y don Pepito ha abierto una brecha insalvable entre su despacho y el de Presidencia del Gobierno.
La mesa de adjudicación del concurso de radios se vio evidentemente desbordada ante la avalancha de 800 ofertas para ocupar 155 emisoras de radio en Canarias. A medida que iban abriendo los sobres descubrieron que había que interpretar de algún modo algunas de las exigencias a la vista de las ofertas de los concurrentes. Así, por ejemplo, se descartó admitir como contenido puntuable los programas de tarot o de chistes que algunas firmas proponían; o que los boletines informativos fueran así considerados si superaban los diez minutos de duración. Con esos criterios asumidos por la mesa, como consta en las actas, se adjudicaron las frecuencias con los catastróficos resultados ya conocidos: don Pepito se quedó sin radio y está librando su particular batalla contra Paulino Rivero y los profesionales y letrados que valoraron las ofertas. Claro que cualquiera que repase las ofertas puede concluir de modo bastante meridiano quiénes se lo curraron y quiénes dieron por hecho que obtendrían frecuencias simplemente por ser quienes son. Es el caso de El Día, que no recurrió las bases y con ellas no consiguió frecuencias en lugares claves de Canarias, como pretendía. La soberbia de su propietario, Don Josesteban Rodríguez, le condujo de inmediato a reclamar al presidente del Gobierno que arreglara lo que consideraba “una injusticia”, y en público le advirtió con grandes males si no lo corregía. Rivero no ha corregido el concurso y don Pepito ha abierto una brecha insalvable entre su despacho y el de Presidencia del Gobierno.