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Consejero delegado del Repsol

Tampoco rechistaron los periodistas canarios ante el señor ministro cuando hizo su particular y triunfal resumen de campaña, presumiendo de “la agenda reformista sin precedentes en la historia de España” y de los pírricos resultados de la reforma laboral, que aun rebajando la cifra de parados, está deteriorando de tal manera la calidad en el empleo que trabajar volverá a convertirse en una maldición bíblica. Nadie preguntó, por supuesto, por la caída en el número de personas paradas y desamparadas que reciben prestaciones, ni por el caso Bárcenas y el papelón #findelacita de Mariano Rajoy en su comparecencia a petición propia y/o por aclamación ante el Congreso de los Diputados pero en el Senado. Lo que, sin embargo, rebasó todos los registros del descaro en la comparecencia de Soria junto a la delegada del Gobierno en sede oficial fue su papel de consejero delegado de Repsol. Ningún ejecutivo de esa compañía se ha significado tanto públicamente en defensa de las prospecciones en Canarias como lo viene haciendo reiteradamente el ministro de Industria. Ya no se trata de un posicionamiento político, muy respetable, por supuesto, ni de la actitud que debe mantener un representante institucional ante una decisión tomada por un ministerio. Estamos desde luego ante una cuestión que Soria se ha tomado como algo personal, como si se le fuera la vida en ello, como si fuera a heredar la compañía. Así, es capaz incluso de adelantar las fechas que la mismísima Repsol ha ofrecido como posibles en el calendario de prospecciones y extracciones. Y no unos meses, sino hasta un año, si es menester. Está eufórico el señor Soria con el cumplimiento del cronograma petrolífero que pactó con Repsol, y absolutamente fuera de sí ante la publicación e información pública del estudio de impacto ambiental, que los ciudadanos tienen a su disposición todo el mes de agosto y los primeros días de septiembre en la Delegación del Gobierno. Es tan cool este informe que no sólo exageran los que dicen que hay peligros de mareas negras y contaminación ante cualquier eventual vertido, sino que, muy al contrario, gracias a las plataformas mejorarán los fondos marinos, se multiplicarán las especies y los peces llegarán a las artes pesqueras de nuestra flota con una presencia mucho más comercializable y un sabor extraordinario. Ah, dice que el Gobierno canario le tiene que pedir perdón a los técnicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que han afirmado que no hay riesgos. Siempre en el límite de idiotez este ministro.

Tampoco rechistaron los periodistas canarios ante el señor ministro cuando hizo su particular y triunfal resumen de campaña, presumiendo de “la agenda reformista sin precedentes en la historia de España” y de los pírricos resultados de la reforma laboral, que aun rebajando la cifra de parados, está deteriorando de tal manera la calidad en el empleo que trabajar volverá a convertirse en una maldición bíblica. Nadie preguntó, por supuesto, por la caída en el número de personas paradas y desamparadas que reciben prestaciones, ni por el caso Bárcenas y el papelón #findelacita de Mariano Rajoy en su comparecencia a petición propia y/o por aclamación ante el Congreso de los Diputados pero en el Senado. Lo que, sin embargo, rebasó todos los registros del descaro en la comparecencia de Soria junto a la delegada del Gobierno en sede oficial fue su papel de consejero delegado de Repsol. Ningún ejecutivo de esa compañía se ha significado tanto públicamente en defensa de las prospecciones en Canarias como lo viene haciendo reiteradamente el ministro de Industria. Ya no se trata de un posicionamiento político, muy respetable, por supuesto, ni de la actitud que debe mantener un representante institucional ante una decisión tomada por un ministerio. Estamos desde luego ante una cuestión que Soria se ha tomado como algo personal, como si se le fuera la vida en ello, como si fuera a heredar la compañía. Así, es capaz incluso de adelantar las fechas que la mismísima Repsol ha ofrecido como posibles en el calendario de prospecciones y extracciones. Y no unos meses, sino hasta un año, si es menester. Está eufórico el señor Soria con el cumplimiento del cronograma petrolífero que pactó con Repsol, y absolutamente fuera de sí ante la publicación e información pública del estudio de impacto ambiental, que los ciudadanos tienen a su disposición todo el mes de agosto y los primeros días de septiembre en la Delegación del Gobierno. Es tan cool este informe que no sólo exageran los que dicen que hay peligros de mareas negras y contaminación ante cualquier eventual vertido, sino que, muy al contrario, gracias a las plataformas mejorarán los fondos marinos, se multiplicarán las especies y los peces llegarán a las artes pesqueras de nuestra flota con una presencia mucho más comercializable y un sabor extraordinario. Ah, dice que el Gobierno canario le tiene que pedir perdón a los técnicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que han afirmado que no hay riesgos. Siempre en el límite de idiotez este ministro.